Por: Elías Amezaga
Con ocasión del 50 aniversario de la muerte de Arturo Campión, el articulista comenta la injusticia de olvidar a Campión cuando tanta tinta corre para recordar a vascos que, para el autor, lo merecieron menos.
En vísperas de un plebiscito estatutario, el 25 de octubre de 1935, reúnense en la histórica villa de Bergara los carlistas al objeto de discutir si van a dar su sí o su no en las urnas. Aguirre se pregunta qué clase de carlistas son aquellos que en fecha tan memorable se olvidan de la pérdida de los Fueros.
La moraleja no se hace esperar. Esto nos sucede ahora, al olvidar la efemérides la luctuosa fecha de la desaparición del más ilustre de nuestros escritores. ¡Perdónanos, Campión!
«Diario de Navarra» dio la noticia de su óbito al día siguiente del 18 de agosto. Unas líneas. Arturo Campión (esto no figura ahí) fue presidente honorario de la Sociedad de Estudios Vascos, académico de número de la Lengua Vasca, académico correspondiente de la Real Academia de la Historia, de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, presidente de la Sociedad Euskal-Esnalea, concejal por el Ayuntamiento de Iruña, diputado a Cortes por Navarra, senador a Cortes por Vizcaya, licenciado en Derecho, presidente de Eusko Ikaskuntza, euskaldunberri, historiador, novelista, crítico de teatro, filólogo, jurista, orador, autor de innúmeros libros y miles de artículos desparramados entre la «Revista Euskara» que cofundara, a «Euskal Erria» en que colabora del primer al último número, casi medio siglo, pasando por «La Montaña», «La Paz», «Euskalduna», «La Baskonia», «El Aralar», «El Noticiero Bilbaíno», «La Gaceta del Norte», «Lau Buru», «La Avalancha», «El Pueblo Vasco», «El Diario de Navarra», «El Eco de Navarra», «España Regional», «La Unión Vasco-Navarra», «El Arga», «Mermes», «Euskalerriaren Alde», «RIEV», «Euskera», «Amayur», «Euzkadi», «El Liberal Navarro», «Príncipe de Viana»... cita inconclusa todavía.
E íbamos a olvidar aquel 18 de agosto de 1937, cincuentenario de su pérdida. Perdónanos. Por obrar como vascos de pacotilla. Por nuestra amnesia colectiva. Por nuestra ingratitud. Nosotros que hemos consumido ríos de tinta para llorar la de Unamuno. Ah, pero Unamuno fue españolista, antivasco y tú eras un autor libre, mantenedor de las virtudes de nuestra raza. ¡Unamuno un contra todo y tu un casi a favor de todo! Aquél echa carnada para que lo devoren con fruición nuestros enemigos, atacando a la Iglesia, al nacionalismo, a Sabino, al euskera en su discurso del Arriaga y tú sales bravamente en su defensa gritándole y con intención: «las lenguas mueren como los seres, por muerte natural o porque las matan».
¡Perdónanos, Campión! Y tú también, don Miguel, para mí pese a todo tan querido, declaración que disgustará al insólito escritor Ramón Zulaica. Pero él, Campión, Oteiza escritor, Castresana, Lekuona, tantos, tantos (ahora no voy a citar a todos) autores que decidieron vivir y escribir muriendo y trabajar hasta el fin en Euzkadi, ¡honor a ellos! asumiendo y aceptándolo, ¿por qué no? lo que nos espera: el olvido. Que como don Arturo el día de mañana desaparezcamos en el polvo en que nos dejarán sumidos nuestros coterráneos, a trueque de que seguirán venteando las virtudes de los que se fueron.
A Campión íbamos a olvidar. Murió a la hora de la guerra mal llamada civil. Dos días después de invadir Donostia los aliados de Hitler y Mussolini, Santiago Ferrer, su sobrino, le visitó en su villa de Ategorrieta y trajo una declaración firmada que publicaría en Pamplona «El Diario de Navarra» adhiriéndose a la Junta Nacional de Burgos.
Del Burgo no duda de su sinceridad (conspiración y guerra civil, 75), Irujo recuerda que las milicias vascas hacían guardia de honor permanente a sus puertas. Le visitó poco antes de morir. No era ya persona de este mundo.
Me gustaría que de la lectura del presente artículo quien conozca el caso nos lo explique. Por hoy se me ocurren tres hipótesis: 1.° que muchos vascos desaprobaban la guerra y la participación nacionalista, y Campión pudo ser uno de ellos, 2. ° que fue amenazado de algún modo por estampar su firma tan crucial día, y 3. °, y es lo más probable, que ya no sabía lo que hacía.
Lo cierto, que la derecha capitalizó su figura. Hasta se quiso poner una calle en Pamplona con su nombre. Eladio Esparza pidió tiempo que haga poso y olvidar su pasado. Tanto que se le sepultó en cuerpo y espíritu hasta hoy.
¡Perdónanos! Por hoy me despido de tí con palabras de Irujo. Fue el príncipe de las letras vascas. «¿Quién que no sea un insensato, podrá poner en duda la reciedumbre de las figuras humanas de Arana Goiri y el presidente Aguirre? Mas, lo que no puede decirse de ninguno de ambos, como puede afirmarse de Campión, es que sean indiscutidos y que hayan ganado adhesión universal en la conciencia vasca». (Obras Completas, VII, 274).
Deia (19 Agosto, 1987)
https://www.google.es/search?q=arturo+campion+frases&tbm=isch&tbo=u&source=univ&sa=X&ved=2ahUKEwjMz5G2v_HeAhVGQRoKHbh_AhwQsAR6BAgFEAE&biw=1490&bih=1071#imgrc=Srfdf0ny5L47hM:
Publicado por: Silber | 11/26/2018 en 08:06 a.m.
“El basko-español no es francés, pero es basko; el basko-francés, no es español, pero es basko. Luego el basko no es español, ni francés: es basko. Aquí tenéis, queridos compatriotas, la íntima esencia del nacionalismo. Al basko le hicieron español y francés las constituciones políticas que escriben los hombres; pero le hizo basko la constitución escrita por Dios en el libro de la naturaleza… Mirando a la ideología pura del derecho y de la justicia eternos, es indudable que baskos y españoles estamos separados”.
Arturo Campion Jaimebon
Publicado por: Silber | 11/26/2018 en 08:42 a.m.