Moscú, 27 de febrero 1937. Nikolai Ivanovich Bujarin, traje gris, chaleco desabrochado, camisa blanca, recorre a grandes zancadas el pasillo de su apartamento del Kremlin, un lujoso cuatro piezas que ocupaba su amigo José Stalin, quien se lo cedió cuando su mujer decidió suicidarse y lo hizo. Stalin no quería malos recuerdos ni fantasmas.
Es de noche. Bujarin, nervioso, brusco, casi histérico, toca la estufa de leña sin quemarse, mira el mapa del mundo en que Rusia ocupa una ancha zona roja y luego se detiene ante el gran retrato- de Lenin colocado sobre un baúl. Ante él murmura unas palabras. Parece que se despide.
Pronto estará sin vida ejecutado como un traidor. El número 2 ha sido condenado a muerte en la última purga de Stalin. Fue uno de los pioneros del bolchevismo. Miembro del Politburó (1923-1929), ha sido director de la «Pravda» (1917-1929) y editorialista, hasta anteayer, del «Izvestia». ¿Acusación? La de pertenecer al ala derecha de la Internacional Comunista de la que era presidente. En el juicio no intentó retractarse.
De pronto, el ex líder se detiene ante su esposa Anna Larina y le dicta un breve testamento para que lo memorice y lo pase al papel «cuando él (Stalin) muera». La mujer de Bujarin, 20 años más joven que él, no entiende lo que ocurre. Hasta su detención, su marido era el mejor amigo de Stalin aunque no pensara exactamente como él Bujarin luchó con sus influencias en la cúpula para evitar la colectivización de las tierras y la purga de los campesinos libres. Quería un país con rostro humano y trataba de evitar que Stalin confundiera spcial-democracia con fascismo. Su último editorial terminó por perderle.
He aquí el trasfondo (si no el argumento) de la película que casi febrilmente rueda el realizador Cario Lizzani en los Estudios (Elos) de Roma. Su título, «Mi querido Gorbachov», son las tres primeras palabras que Anna Larina ha dirigido al Premier soviético para lograr el permiso. Una historia humana que se desarrolla en una noche, dos horas para el cine.
«Acuérdate, querida Anna Larina, de cada palabra, de cada frase que te he dicho, pero no la escribas porque si lo haces 'ellos te matarán'». Fue el último mensaje de Bujarin al alba del 28 febrero 1937. Dos horas después estaría muerto.
Bujarin murió en la creencia que Stalin respetaría a su esposa. Eso no ocurrió. 24 horas después ella tuvo que abandonar el apartamento del Kremlin para presentarse a la Policía. Pasó 19 años en campos de concentración. Su bebé de nueve meses le fue arrancado de los brazos y fue educado en un orfelinato del Estado. Ella le volvió a ver a los 20 años, totalmente desarraigado.
Cuando le pusieron en libertad, bajo Khruschev, trabajó en la limpieza de un hospital, luego en la de una biblioteca. Nadie le preguntó nada sobre su esposo. Arrojado por Stalin a un rincón oscuro de la historia, Bujarin debió bajar a los infiernos.
Anna Larina, 74 años, vivía en Moscú. Tras leer casualmente «Bujarin y su revolución», del inglés Cohén, el productor Filiberto Bandini viajó a Moscú y le propuso una película histórica. En vista de eso, en Navidades 1987, ella escribió a Gorbachov. Le pidió el permiso para rodar en el Kremlin, donde fue tan feliz con Nikolai Ivanovich. Al final le decía que pasara lo que pasara, Bujarin sería para ella o seguiría siendo un héroe de la revolución rusa.
Gorbachov le contestó al día siguiente concediéndole todo lo que pedía y lamentando que no le hubiera escrito antes. El actor norteamericano Harvey Keitel será el Bujarin de la última noche. Flaminia Lizzani, hija del director, será Anna Larina (que tenía 24 años cuando su esposo fue pasado por las armas).
De esta manera casi casual, Bujarin vuelve a la historia de Rusia. Y regresa también del infierno donde ha pasado medio siglo: la «Pravda» y el «Izvestia» le han rendido homenaje haciendo suya la tesis de un país con rostro humano y democrático.
Anna Larina ha cumplido la misión que le encomendó Bujarin. Y el mundo soviético descubre, en la galaxia de los héroes de la nueva patria, una estrella que brilla como la que más. Amén.
16 de Agosto de 1988
J. de OÑATE
https://youtu.be/4iDwcyqkdbA
Antiseminismo en la España actual, sorprende que Juaristy no diga nada....
Publicado por: Sony | 12/07/2018 en 05:12 p.m.
CASO 1-O: Chomsky, Varoufakis y 400 académicos más denuncian la represión contra la sindicatura del 1-O.
https://www.elnacional.cat/es/politica/academicos-sindicatura-1-o-the-guardian_332643_102.html
Publicado por: Sony | 12/07/2018 en 11:53 p.m.
Uno de los libros más terroríficos que he leído jamás es la biografía de Stalin escrita por el historiador inglés Simon Sebag Montefiore. Se titula STALIN: LA CORTE DEL ZAR ROJO y es un buen relato del período 1932-1953. El libro empieza con el suicidio de la 2a esposa de Stalin y termina con las luchas de poder entre los herederos de Stalin. Como hay muchos flashbacks se pueden entender fácilmente las experiencias que en su juventud forjaron el carácter de Stalin.
Una de las cosas que impresionan es la capacidad que tenía este hombre para terrorizar a sus colaboradores más cercanos. Es bien conocido el caso de Yagoda y de Yezhov, dos jefes del NKVD que llevaron a cabo los crímenes más terribles de Stalin y que sin embargo terminaron ejecutados por él. También se cuentan las purgas en el ejército rojo que tanto dañaron su combatividad. De todos modos el libro está centrado en la vida personal de Stalin y por lo tanto los aspectos más políticos no están tan bien cubiertos. El mismo Montefiore explica que ya hay otros libros que explican la realpolitik del período.
Del libro la idea principal que saqué es que en las dictaduras la personalidad del dictador es importantísima. Por mucho que los intereses materiales o geopolíticos lleven hacia una dirección las decisiones son tomadas en última instancia por un personaje afectado por estados de ánimo y circunstancias totalmente aleatorias. Por ejemplo Stalin decidió ayudar la II República Española pero habría podido perfectamente dejarla tirada. De hecho la URSS poca cosa ganó con su intervención en la Guerra Civil Española. Muchos momentos de la historia han sido decididos por decisiones irracionales de los líderes. Esto significa que conocer la psicología de los líderes sea importante para comprender el pasado y el presente.
Publicado por: Señor Negro | 12/08/2018 en 12:41 p.m.
Señor Negro. Del mismo autor que cita le recomiendo Los Romanoff.
Sebag es un historiador peculiar pero siempre documentado y entretenido.
Respecto de Stalin, estuvimos muchos años engañados por su victoria sobre Hitler, pero con el tiempo hemos visto que eran almas casi gemelas.
Putin es un pequeño Stalin pero mata menos.
Publicado por: CAUSTICO | 12/09/2018 en 07:49 a.m.