Sábado 29 de diciembre de 2018
Fueron diez hermanos. No había campañas de natalidad. Familias vascas numerosas al cuidado de férreas etxekoandres. Mi aita fue el mayor. Se había quedado con su abuela Dolores Larrañaga natural de Ondarroa, cuando el resto de la familia se fue a Argentina. La abuela Dolores estaba encariñada con el chavalito y no quería quedarse sola en aquel caserón detrás del ayuntamiento al que llamaban Trauko Zar. Por eso él, José Luis con dos años se quedó en el botxo con la abuela que le mimaba.
La razón del viaje, yendo en barco a la Argentina, era que en aquel país lejano, un tío de su aita, solterón tenía una gran estancia y quería que su sobrino la regentara. Y vivieron en la Pampa, pero vieron que no era vida para aquel familión y regresaron a Bilbao, a la casa familiar en Trauko, con emparrado y un morroi de nombre Edelmiro. Iba desde el Aneja hasta la calle Tívoli. Durante el franquismo les obligaron a venderla por cuatro perras.
Sus aitas se habían ido a la Argentina con una hermana, Carmen, y volvían con tres críos más y con acento argentino. Mi amama contaba que cuando se embarcaron en aquella aventura iba en el barco Rabindranath Tagore, Premio Nobel de Literatura en 1913, y que el capitán encalló el buque a la entrada del Río de la Plata para cobrar el seguro. Les sacaron en lanchas. Cosas que te contaban y volvían a contar de pequeño y tú te imaginabas a aquella familia viajera que había vivido experiencias tan distintas a las que viven los chavales actuales. Y para colmo, mi aitxitxe de Mundaka, capitán de la marina mercante que había sido concejal del PNV en Mundaka y en Bilbao. Y su mujer, Aurelia Hernani contaba que ella había estado en el funeral de Sabino Arana en 1903. Jelkide pata negra.
De aquellos diez hermanos solo nos queda una tía, Loli, la pequeña, que tiene 90 años y mucha marcha. Hace poco el fotógrafo vasco chileno Mauro Saravia le sacó una foto formando parte de esa colección que hizo de mujeres y de ”niñas de la guerra”. Un buen trabajo para dar voz a la mujer que sufrió también aquella tragedia. Y le hemos invitado, a la tía Loli, al aperitivo de fin de año. Nos ha venido con un álbum de fotos y contado mil y un batallas, ya que estas fotos, como casi todas, ni tienen fecha, ni tienen explicación de a quien retratan y seguramente desaparecerán cuando se vayan al valle de Josafat llevándose con ellos/as una buena historia o mil de ellas. Pero por lo menos tienen fotos. Nosotros, a cuenta de las cámaras y móviles, no dejaremos ni eso. La falsa modernidad.
Y es que una foto te permite contar la historia que hubo alrededor de aquel trocito de papel donde la gente, mayoritariamente, está sonriendo a pesar de que en las bodas en la post guerra iban de negro. Cosas que se entera uno hablando y viendo fotos.
También que a la caída de BIlbao, el 19 de junio de 1937, la familia se dispersó. El núcleo principal apareció en Guriezo huyendo de la conquista falangista de su ciudad. Y allí, el periodista Andima Orueta, jefe de política en el diario Euzkadi, superviviente del bombardeo de Durango y novio de una hermana de mi aita, Libe, les dijo que tenían que abandonar aquel pueblo ya que las tropas sublevadas estaban a punto de entrar en Santander y que él iba a buscar una salida. No le vieron más. Fue asesinado en Santander porque un pistolero santanderino de apellido Manuel Neila con un grupo de indeseables se dedicaban a asesinar a gudaris y vascos en general. Es una historia que habría que contar. Un tipo que mataba por placer y que se puso las botas asesinado vascos, uno de ellos, Andima Orueta.
Previamente, a esta tía Loli que era una chavalita, junto con su hermana Mari Paz les llevó mi aita al puerto, les sacaron en el famoso barco La Habana que atracó en la Pallice y de allí a Bélgica con su hermana Mari Paz. Y hoy es el día en el que mantienen una relación muy estrecha con la familia que les acogió y a las que llaman primas. Se escriben a mano y se cuentan cómo les ha ido el año, aunque en éste han estado en verano. El que luego fue su marido, Carlos Olabe, fue también niño de la guerra pero en Inglaterra.
Y nos ha seguido contando. ”Mis aitas estuvieron refugiados en Centelles (Catalunya). Mi aita y hermana Carmen en un piso donde vivía una familia de apellido Puyol, el padre en silla de ruedas y la madre ciega aunque ella hacía la comida. Y mi madre y hermana en el refugio. Y cayó Catalunya y se refugiaron esta vez en Cambó le Bains, donde vivieron dos años más. Y cuando empezó la guerra mundial y como Bélgica fue invadida por los alemanes tuvimos que volver a casa. Allí le mataron a la hermana del Lehendakari Aguirre. Se llamaba Encarna y paseando por la playa les cayó una bomba. Le conocíamos mucho”.
Y nos ha dado esta foto. No la conocía, pero refleja toda una época.
Volvamos a 1937. Mi aita estuvo refugiado en el monasterio de Belloc y luego trabajó en Villa Endara donde el PNV tenía sus oficinas. Y el 31 de julio de 1939, en Donibane Lohitzun, los vascos celebraron con romería el día de San Ignacio. Allí le conoció a mi ama y quedaron seguirse viendo. Pero Europa estaba en guerra y a los jóvenes vascos los encerraban en el campo de Gurs. Mi aita y otros treinta del PNV decidieron, hace 80 años, meterse en aquella aventura de ir a América, con la idea inmediata de volver. No sabían ni donde quedaba República Dominicana y menos Venezuela. Pero allí llegaron confiando que al terminar la II Guerra Mundial, los aliados sacarían a Franco del poder como miembro de la entente nazi-fascista, pero Churchill frenó aquello. Su anticomunismo se impuso y argumentó que era preferible tener en Madrid a un dictador de derechas que a un republicano que podía ser propenso a Moscú. Roosevelt y Truman se arrepintieron de ello, pero el pensamiento churchilliano se impuso y todos los exiliados con causa se dieron cuenta que no podían volver. Franco reforzaba su dictadura y lo vasco como tal era perseguido. Ni euskera, ni Concierto, ni libertades. Palo y tente tieso. Y mi aita, viendo aquel panorama, le pidió a su novia gipuzkoana que fuera ella quien viajara a Venezuela.
Pero antes, las familias tenían que conocerse y la bilbaína familia de mi aita dar el visto bueno a la novia. Y ésta es la foto, para mi inédita, que me ha dado mi tía de un buen día de 1944. Allí están las dos familias cumpliendo el compromiso de conocerse y aceptarse. Hoy ésto ya no se estila, pero se ha hecho durante generaciones. Y no era mala idea. Eran familias nacionalistas, de clase media, euskaldunes, jelkides, obligadas a refugiarse por la guerra y saliendo poco a poco de aquella persecución.
Su suegra le había conocido en San Sebastián. Volvía de una estancia en el balneario de Fitero. ”¿Cómo se va usted tan lejos con lo que se dice de como son los hombres en aquellas tierras?” le dijo a la que iba a ser su nuera. ”Es que yo no voy a conocer a los hombres de Venezuela, voy a casarme con su hijo” le contestó Itziar. Doña Aurtelia cambió. ”Es verdad. Todos mis hijos son extraordinarios pero José Luis es el mejor” le dijo.
Y esta foto es con motivo de la salida hacia Venezuela desde el puerto de Santurce. La víspera tuvieron esa comida en Trauko Zar. Al día siguiente su hermano Iñaki le acompañó a embarcar en el Cabo de Buena Esperanza. Era la postguerra. Iñaki subió con ella y al bajar del trasatlántico lo hizo con unos panes blancos que normalmente no se vendían. Fue la última vez que le vio ya que falleció al poco tiempo de aquello en Donostia. Trabajaba en Añorga.
En primera fila están Pacita y Loli. Las dos estuvieron en Bélgica como “niñas de la guerra”. Los padres de familia están en cada esquina. El aitona, padre de mi ama, Patxi Olabeaga en la izquierda con un purito entre los dedos. Había sido director del Banco Guipuzcoano en Zumaia, Deba y Zarautz. Y le habían perseguido y multado. Le destrozaron su vida. Tenía una carrera promisora en el banco. Pero nunca perdió su sentido del humor. En la otra el viejo lobo de mar, Manuel Anasagasti. Había recompuesto su pequeña flota de camiones de antes de la guerra. El Gobierno Vasco se la había requisado durante la contienda y luego, tras tantas aventuras, ponerla en marcha fue difícil. Pero le ayudaba su hijo José Mari que no está en la foto. Quien está es Imanol en la parte superior derecha. Le gustaba el boxeo. Fue campeón de Bizkaia. Exiliado en Venezuela, en Caracas, le dieron una soberana paliza un negrote y tuvo que dejarlo. Era el boxeador de la colectividad vasca. Le apodaron King Pantaleta y el Dr. Aranguren le entrenaba en el Parque de Los Caobos y el que le llevaba a los combates era mi suegro Joseba Solabarrieta. Tras la guerra estuvo en un batallón de trabajadores.
En la mitad las dos señoronas. Las dos madres. A la izquierda Antonia Basurko, natural de Mutriku. A la familia les llamaban los de Txaranbel. En los pueblos se funciona así. Rigurosa de férrea moral victoriana y religiosa muy de la época. Devota del Niño Jesús de Praga no salía de la Iglesia de los Carmelitas. Y a su lado Aurelia Hernani. Nos decían que había sido profesora de gimnasia sueca. Lo de sueca lo repetían. Era un punto de modernidad y distinción. Sabía francés, pero no euskera, idioma que si sabía su marido. Pero su familia lo hablaba.
Y arriba, la novia Itziar con un peinado de Marge Simpson que no le favorece. A su lado, Begoña Korta, y la joven con las manos delante es Libe, hermana de mi aita y novia del asesinado Andima Orueta. El de la esquina con chaleco, el hermano de mi ama Iñaki. Debía ser un fenómeno en todo. Cantaba, pintaba, improvisaba, ocurrente, murió en 1945. Había sufrido las delicias del régimen que lo dejó libre en Algeciras y falleció en 1946 como consecuencia del mal tratamiento médico que le hicieron.
Bueno pues así eran las cosas en aquellos años. Familias muy numerosas que habían sufrido una guerra, que buscaban salir de aquella persecución y que a pesar de todo vivían, sonreían y organizaban pedidas de mano.
Preciosa historia que simboliza la tragedia que el nacionalismo español provocó en Euskadi.
Y a esas víctimas que perdieron sus bienes su salud,su libertad,su vida sencilla..todavia no les han pedido perdón.
Publicado por: CAUSTICO | 12/30/2018 en 02:13 p.m.
En España la monarquía es un cadáver y un lastre.
Publicado por: Sony | 12/30/2018 en 09:29 p.m.
Algún día alguien realizará, si el destino lo permite, un estudio o quizá una tesis doctoral, sobre el impacto en Euzkadi del terrorismo franquista. Estudio sobre el impacto global y sus consecuencias en todos los aspectos de la vida de sus afectados, desde los puntos de vista social, familiar, psicológico, económico, etc. Las consecuencias de aquellos actos de violencia TERRORISTA (Mola así lo proclamó) todavía las seguimos sufriendo hoy en día.
Y hay que tener cuidado, porque parece que sus cachorros quieren volver a las andadas.
Publicado por: Silber | 12/31/2018 en 10:17 a.m.
El asesino Mola decía que había que aniquilar sin complejos ni piedad a los que pensaban diferente.
Ese pedazo c..sí que era un Terrorista.
Escoria franquista.
Publicado por: CAUSTICO | 12/31/2018 en 10:42 p.m.