POR: JOSÉ ALBERTO PRADERA JÁUREGUI *
En los últimos tiempos estamos asistiendo a una burda manipulación del lenguaje en lo que se refiere al término “nacionalismo” que puede acabar confundiendo a los que reciben ese mensaje manipulador y puede producir sentimientos de alejamiento o rechazo entre los ciudadanos a los que trata de adoctrinar.
Las ideologías políticas que surgieron en los albores de la generalización de la representación del pueblo en las instituciones tenían la cualidad de que acababan en “-ismo”. Así socialismo, comunismo, nacionalismo -también sindicalismo o capitalismo- eran palabras que indicaban los encuadres sociales y políticos de una sociedad que empezaba a sentir y expresarse. Además, con toda la crudeza de los viejos tiempos y toda su fortaleza para tratar de definirse lo más acertadamente posible.
El desarrollo humano, económico y social fue matizando los trazos gruesos que llevaban al enfrentamiento y que significaron finalmente el drama de dos guerras mundiales.
Con motivo del aniversario del centenario del fin de la primera de ellas, el presidente francés Emmanuel Macron ha satanizado al nacionalismo, enfrentándolo con el patriotismo, como el instigador de los males del mundo.
Es preciso manifestar perplejidad por la burda falta de matización y explicación de dichas palabras que llevan al equívoco pero también aprovechar para definir (matizar) su uso simple (simplista) y poner las cosas en su sitio.
El socialismo puro y duro de su tiempo pasado dio paso a lo que se llamo socialdemocracia, evolución que tenía que ver con el cambio de la sociedad. El nacionalismo, por lo menos el vasco, no ha encontrado una palabra que exprese más exactamente lo que hoy debiera definir ese espacio social y político, de inspiración democristiana y patriota, como diría Macron.
Al socialismo le salió el comunismo como una expresión de la radicalidad y al nacionalismo democrático le salió la radicalidad nacionalista que vino a imponer su camino.
Creo que la diferencia viene a ser la misma, con mayor o menor grado de democracia y por tanto respeto e inclusividad. Y veo la evolución del nacionalismo en el grado de mayor o menor inclusividad. El nacionalismo vasco es inclusivo, hacia dentro y hacia fuera, o no sería nacionalismo democrático, sino el germen de una especie de dictadura. Ya tuvimos aquí a los que nos impusieron una dictadura por un lado y a los que quisieron hacerlo por el otro. Los dos han sido derrotados por esta sociedad de valores.
En la Guerra Civil ya vimos que los radicales de un bando mataban y los del otro, también. El nacionalismo democrático vasco salvaba a los que podía de un bando y del otro. Ejemplos hay mil.
Nunca me gustaron las expresiones como “maketo”, que señalaban a un nacionalismo excluyente, racista y xenófobo. El nacionalismo será inclusivo o no servirá a los intereses de su pueblo. Y solo podrá ser inclusivo si es democrático.
Es evidente que las evoluciones llevan su tiempo, pero no debemos equivocarnos con la ruta a seguir: más democracia y más inclusividad. Lo contrario es una ruta sin futuro social.
No tenemos más que mirar en nuestro propio entorno, desmintiendo a los que decían que coincidíamos con otros en las metas. Pues no era así, porque los que las querían imponer no eran demócratas. Tengo que reconocer que parece que quieren evolucionar y tenemos que estar para ayudar, pero sin caer en trampas como en el pasado reciente.
En un entorno más lejano, Catalunya, ahí los vemos con más exclusividad y menos democracia en ambas partes que no auguran nada bueno.
Nosotros queremos ser nacionalistas inclusivos y a ello nos debemos poner con todo el ahínco para sacar a toda la sociedad adelante, con nuestros valores y férrea voluntad.
*Exdiputado general de Bizkaia.
No deja de ser curioso que mientras está el "proceso catalán", Serrat no para de salir en la prensa española....
Publicado por: Sony | 12/27/2018 en 10:43 a.m.
Veo en el programa EN JAKE de Xabier Lapitz un rollo que ha soltado el mamarracho Casado en el que se incitaba claramente al odio contra el alcalde de Iruña Sr.Asirón a cuenta de un acto por los presos, que curiosamente no ha sido permitido por él, sino por la delegada en Nafarroa del gobierno español.
Todo ello adornado con bravatas sobre Altsas y la guardiacivil, tergiversando, mintiendo. De vergüenza ajena lo de este gánster de la palabra.
No sólo eso sino que manipula hasta el vómito a las víctimas y a sus familiares.
En resumidas cuentas el partido corrupto se mueve entre el latrocinio, la mentira y el odio.
Un partido ejemplar el suyo, señora Raquel González. Con su pan se lo coma.
Publicado por: CAUSTICO | 12/27/2018 en 03:58 p.m.