Iba a comenzar el Concilio Vaticano II. Roma era el centro de la atención mundial. Se habían congregado ya allí cientos de periodistas. Entre ellos estaba. Justamente en esa ocasión conocí a Martín Descalzo. Una noticia sensacional cubrió el inicio de la gran asamblea católica. El protagonista involuntario era el entonces cardenal Juan Bautista Montini, arzobispo de Milán. El alto representante de la jerarquía en Italia, cuyo prestigio radicaba sin duda en su valer personal, pero no menos en su larga carrera eclesiástica en la cercanía de Pío XII, ocupaba las primeras páginas de los periódicos del mundo, sobre todo de Roma. El motivo de tan vibrante actualidad, era un telegrama, que días antes había enviado al caudillo Franco, pidiendo no se ejecutara a un condenado a muerte en Cataluña. El telegrama terminaba afirmando que los gobernantes católicos no deben usar los procedimientos de los que no lo son. Este gesto cardenalicio conmovió a los dos mil padres conciliares e introdujo entre los periodistas —menos entre los de España, claro está, que estaban atados por la censura— el ansia de la búsqueda de información y la pasión del comentario. Cada periódico, daba a la noticia grandes titulares y su peculiar orientación. Los franquistas iniciaron una crítica acerba y la prensa española empezó a clamar: "Montini ya no es papable". El ministro Castiella se hallaba en Roma, para la apertura del Concilio y era naturalmente el otro polo de la atracción periodística. Así se entró en el Vaticano II.
En el segundo día del apasionante acontecimiento, vino a verme un amigo personal del cardenal, con quien de años atrás mantenía yo una estrecha relación amistosa, y me dijo: "Ayer tuve una larga conversación con Montini, que en medio de lo que está ocurriendo, mantiene gran serenidad, pero necesitaría algo que quizás Vd. le podría conseguir. Nos espera en su residencia". Y en su auto me llevó a los jardines pontificios, en los cuales Juan XXIII, había reservado para el arzobispo de Milán "el palacete de Pío XII", que había ocupado éste, cuando era secretario de Estado y que luego había permanecido deshabitado. Fuimos recibidos por el secretario privado del cardenal, el sacerdote Pasquale Macchi, a quien Pablo VI, acaba de designar su testamentario. Inmediatamente, fuimos conducidos a la oficina personal de Montini, que nos esperaba. Ni alto, ni bajo, de frente amplia, cuerpo débil, mirada cansada pero cálida, nos recibió con afable apretón de manos. Hizo una breve alusión "al acontecimiento", cerrándola con esta frase: "La serenidad es un don de Dios, que se acrecienta con la oración y la fortaleza de carácter". Me impresionaron sus ojos profundos y su apacible sonrisa. Y me expresó su deseo. Quería tener cuanto antes una documentada visión de la mentalidad española reflejada en la prensa dirigida de aquellos días. Le prometí proporcionársela en breves días y salimos tras recibir su bendición, inmediatamente, telefoneé a mi amigo, don José Rezola, que estaba en San Juan de Luz, pidiéndole urgente colaboración. En cuarenta y ocho horas pude tener abundante material. Lo ordené, clasifiqué, recogí en un dossier durante una noche de trabajo y a la mañana, en compañía de mi amigo, volví al palacete de los jardines pontificios y lo puse en manos del cardenal, que me agradeció con un cálido abrazo, luego de examinar rápidamente la documentación, que por cierto tuvo pronta utilización. Mi Introductor amigo era el doctor Hugo Piazza, médico del cardenal.
Pocos años más tarde, cuando el cardenal era ya Papa, tuve información fidedigna, procedente de un testigo presencial, de que el ministro Castiella, en una reunión social de -San Sebastián, alardeó de conocer algunos informativos enviados a la Secretaría de Estado, por miembros del clero vasco. Esto implicaba la existencia de alguna "fuga" noticiosa en tan alto nivel. Informé sobre el caso al substituto de la Secretaría y, a su pedido, redacté una nota. Con ánimo de aclararla, me trasladé a Roma. No fue fácil el empeño y en un momento dado surgieron dificultades al parecer invencibles. En tal situación opté por informar directamente a Pablo VI enviándole una carta por su correo privado. No se hizo esperar la respuesta. Primero fue una carta de su secretario, muy alentadora y luego un amplio sobre de hilo, en el que el Papa me hacía llegar una medalla-recordatorio de su viaje a Jerusalén y un rosario de cuentas de nácar engarzado en cadena de oro y el substituto de la Secretaría de Estado, cardenal Dell’Acqua, incluía unas líneas tranquilizadoras.
Estos son dos recuerdos, que el Pontífice fallecido ha dejado en mi vida de sacerdote exiliado y que lo ofrezco a los lectores de DEIA, con el único fin de poner en sus almas harto doloridas por motivos religiosos un poco de luz y de confianza en la verdad y en la justicia depositadas por Cristo en su iglesia.
Por: Iñaki de Azpiazu
25 de Agosto, 1978
Uno, que tiene memoria de elefante, recuerda las pancartas franquistas cuando Pablo VI se opuso a las ejecuciones de luchadores antifranquistas.
Esas pancartas decían "Montini Tontini", toda una exhibición de talento de los de siempre, de los que ahoran votan PP,C´s o VOX.
Publicado por: CAUSTICO | 12/29/2018 en 09:38 a.m.
En los años 60 la Iglesia Católica intentó cambiar de piel como las serpientes y aparecer como una organización defensora de los derechos humanos. No lo consiguió pero es que además en los 70 volvió a las andadas con Wojtyla. Con aquel papa polaco los católicos demostraron que el ánima de la iglesia seguía siendo la reaccionaria y ultramontana, la iglesia capaz de condenar a las mujeres que abortan después de ser violadas o la que prohíbe los preservativos urbi et orbi. Además Wojtyla apostó por los elementos más reaccionarios de la Iglesia como el Opus o los Legionarios de Cristo. El resultado es que afortunadamente la Iglesia ha ido perdiendo seguidores a marchas forzadas.
Como decía el jesuíta catalán Batllori, Wojtyla llenaba estadios pero vaciaba las iglesias.
Publicado por: Señor Negro | 12/29/2018 en 11:45 a.m.
Señor Negro
Como prueba de lo que dice, esta semana ha cerrado una céntrica parroquia bilbaína por falta de clientela.
Y estaba en un entorno de clase media que hasta hace unos años abarrotaba la iglesia los domingos.
Publicado por: CAUSTICO | 12/29/2018 en 01:31 p.m.
Por supuesto los obispos vascos del gusto de Madrid, OPUS y demás, están contribuyendo como nadie a que esto también ocurra a nivel vasco, dentro de poco lo lamentarán y cambiarán el tipo de obispo, pero ya será tarde para los que se han ido, esos no vuelven, pero lo que está ocurriendo, solo es culpa de la Iglesia.
Publicado por: Sony | 12/29/2018 en 06:28 p.m.
Por cierto, para el día en el que se plantéen qué hacer con los restos de Jose Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange y enterrado en el Valle de los Caídos (mientras esté ahí es lugar de peregrinación de fascistas...).
Yo propongo que se le lleve a enterrar junto a su padre el dictador militar Miguel Primo de Rivera, que se encuentra enterrado en la Basílica de la Merced, en Jeréz de la Frontera.
https://es.wikipedia.org/wiki/Basílica_de_la_Merced_(Jerez_de_la_Frontera)
Publicado por: Sony | 12/30/2018 en 10:52 a.m.
Sí CAUSTICO, tienes razón. Hace unas semanas en TV3 pasaron el documental de Montserrat Besses BUSCANT L'OREMUS. En él se explica como la iglesia papista se ha dedicado estos últimos años a robar bienes públicos aprovechando unas disposiciones legales del gobierno Aznar. Estas tretas legales se basaban en unas leyes franquistas de los años 40 que convertían a los obispos en una suerte de autoridades públicas. Pues bien, gracias al aznarismo la iglesia se ha apoderado de bienes públicos que nunca habían sido privatizados. El caso más famoso es el de la mezquita de Córdoba pero aquí en los Països Catalans hay muchos más, con muchos ayuntamientos teniendo que lidiar con las diócesis para que devolvieran lo que habían robado. El caso del municipio de Artà en Mallorca era de juzgado de guardia: después de haberse apoderado de las murallas del municipio el secretario del obispado de Mallorca aún tenía el morro de decir que la iglesia es un privado muy público, como si no hubiera separación entre iglesia y estado. ¿Resultado de todo ello? Los vecinos de Artà manifestándose contra la iglesia de Mallorca por el robo que había cometido contra su ayuntamiento.
Con una iglesia papista tan avariciosa, arrogante y miope los anticlericales lo tenemos tan y tan fácil...
Publicado por: Señor Negro | 12/30/2018 en 01:09 p.m.
Pues al secretario del obispado de Mallorca, hay que recordarle que la Iglesia de "público muy privado", tiene poco..., y de cristiana seguramente tampoco..., no hay más que ver LA COPE y 13 TV.....
Publicado por: Sony | 12/30/2018 en 05:14 p.m.