LA memoria de Félix Garci-Arcéluz apenas sobrevive en una placa-escudo de reconocimiento obra de Manuel de Basterra y erigido por suscripción popular en una de las esquinas de la Plaza Nueva, en la entrada por Cuevas de Ekain desde la calle Fueros. ¿Por qué evocar su figura en estos tiempos? Santo Tomás se celebra en Bilbao desde, al menos, el siglo XIX en el que era espacio habitual de mercado en la Plaza Vieja, junto al puente de San Antón. Desde 1915 hace lo propio en su actual ubicación de la Plaza Nueva, traslado que se llevó a cabo por iniciativa de Félix Z. Garci-Arcéluz (Bilbao 1869-1920), conocido por sus cuentos y sucedidos costumbristas Klin-Klon y promotor de los Mercados Agrícolas de Bizkaia.
No por nada, en 1915 puso en marcha el mercado de Santo Tomás, así que puede considerarse su inventor. Hace más de un siglo, por tanto, que Klin-Klon -onomatopeya del sonido producido por las fichas del juego de la rana al golpear contra el cuerpo metálico de esta- congregó al mundo del campo en la ciudad por tiempos de Santo Tomás. Cuentan las crónicas que el origen pagano de la fiesta se ubica en día de pago de rentas, a pesar de su nombre religioso. ¿Es verdad? ¿No? Sea como sea, Klin Klon estuvo en aquellos orígenes. Hace ya más de medio siglo que el pago de rentas dejó de realizarse pero la feria se ha mantenido transformada en un día festivo, con la incorporación de nuevos ritos como el de reunirse entre amigos para comer talo con chistorra o morcilla, vestir el traje tradicional de nuestros antepasados o promover la producción local.
El protagonista de esta historia regentó una tienda de semillas en la calle Somera y fue hombre perito en agricultura. Dicen, además, que silbaba como un ruiseñor y que imitaba el trino de cualquier pájaro.
El roble y el ombú, dos árboles bandera sirvieron de inspiración a la letra de un zortziko, muy popular en Argentina durante la primera mitad del siglo XX y que fue grabada en disco por solistas y coros tanto argentinos como vascos. El autor de la letra y música fue el propio Klin Klon. Se cantó por primera vez en el escenario del Teatro Colón de Buenos Aires el 14 de septiembre de 1909, apenas un año después de su inauguración. Su intérprete fue el famoso tenor vizcaíno Florencio Constantino, quien fue el primero en llevar El Roble y el Ombú al disco: lo grabó el 4 de octubre de 1910 en Nueva York. Se popularizó muy pronto por ambas Américas.
POR JON MUJIKA
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