Xabier Arzalluz
A la memoria de Luis Erauskin
Trabajaron en la Resistencia contra el franquismo, arriesgando su situación profesional, económica, familiar. Y con la misma entereza y generosidad que se entregaron a la causa vasca, desaparecieron de la escena política, cuando el país se encarriló hacia una situación democrática. Fueron los héroes anónimos que Euzkadi dio en calidad y cantidad en los tiempos de la dictadura.
Xabier Arzalluz recuerda en este artículo a uno de esos héroes anónimos: Luis Erauskin. Ese elogio sincero al amigo y al compañero desaparecido, Xabier Arzalluz lo hace extensivo a tantos y tantos, unos todavía con vida y otros fallecidos, que hicieron posible que la llama de Euzkadi siga alumbrando la esperanza de un pueblo.
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Era una céntrica ferretería de Bilbao con dos entradas diferentes. Su propietario, un hombre alto, delgado, tieso y sonriente. Entre martillos, llaves, escarpias o carretillas, era para su clientela-habitual un próspero representante de la pequeña burguesía mercantil de la Villa. Entre pedidos, facturas, letras o créditos aparecía como un hombre que sabe medir los márgenes comerciales, las calidades y los gustos del cliente.
Pero en el sótano de la ferretería, una mezcla de txoko y almacén, Luis Erauskin tenía "la sede de su actividad subterránea. Allí participó en tantas sesiones clandestinas del BBB del que fue miembro allá por los años del sesenta al setenta. Allí lloró, cuando en la primera proyección de “Los hijos de Gernika” se vio a sí mismo desfilar de comandante de gudaris al frente de su batallón ante el hotel Carlton. Allí recibimos la primera visita de Peter Cenarruzabeitia, secretario de Estado de Idaho. Allí se proyectaron actividades de la Resistencia. Allí, y en su domicilio, se fraguó y planificó el primer Aberri Eguna de Gernika.
Lejos ya la guerra y la cárcel resistió el miedo y a la tentación del descanso y de la vida fácil y sin problemas. Desafió la represión y con su coche llevó y trajo mensajes y gentes perseguidas. Sonriente unas veces, altanero y con cara de esfinge otras, llevó su doble vida con la firmeza de quien antepone su causa a cualquier otra consideración. Cargado de hijos, nunca dudó en jugarse el todo por el todo por el ideal que llevaba dentro.
Le vi por última vez en la Feria de Muestras, en los actos del Aberri Eguna; con, Ameli, su apoyo de años, rota ya su imponente presencia, tras un accidente que le partió los huesos en pedazos. Lloraba cuando nos abrazamos...
Luis Erauskin. Hombre que permaneció en la sombra, lejos de la letra impresa y del balcón de la fama. Hombre sin prebenda ni condecoración. Como tantos y tantos que se apartaron discretamente a la hora de lucir o presumir. Como “Ruidos” y otros, tapando tanta entrega y con un chiste tanto sacrificio.
...Y los que no vieron la nueva lucha abierta, las nuevas conquistas... porque murieron antes que el dictador...
Luis Erauskin murió un fin de semana. Y los que estábamos buscando el sol de la playa o el verde de las montañas no nos enteramos. Un héroe anónimo para muchos. Un héroe con rostro y un ejemplo para quienes le veíamos pasar impasible del subsuelo de la Resistencia al escaparate de su comercio.
El secreto de la supervivencia, de la capacidad de resistencia de este pueblo no son sus hombres brillantes, los que aparecemos en la prensa... El secreto de este pueblo, desde siempre, son sus hombres “cortos en palabras y en los hechos largos”. Los héroes anónimos, como Luis Erauskin.
Agur Luis, hasta siempre.
(Deia, 9 de Julio, 1983)
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