El Estatuto de Gemika —«vascongado»—, como despectivamente le califican algunos— no existe para un sector de los ciudadanos vascos, no ha existido en estos diez años. «No ha servido para nada», comentó una persona mayor en estos diez años. «No ha servido para nada», comentó una persona mayor en el «Informe Semanal» del sábado 21; y un líder de HB declaró en el mismo programa: «Ha sido un timo en todos los aspectos, el político, el del euskera y la cultura vasca, etc.». Todavía la frase más negativa es ésta: «Vivimos una situación política vasca igual o peor que en tiempos del franquismo». Ni en el río más revuelto de la más burda demagogia electoral pueden colar tales afirmaciones.
Causa, sin embargo, no ya estupor sino verdadera preocupación escucharlas de labios de' personas cultas, incluso de profesores de centros civiles y eclesiásticos. La apariencia es que se trate de una convicción roqueña y monolítica, inconmovible a todo razonamiento y envite de los contundentes datos objetivos. Mis líneas no van, pues, dirigidas a ellos. Sería desperdiciar tiempo y espacio periodístico. Si, por lo menos, ayudaran a reflexionar a quienes han podido quedar impresionados al oír tales afirmaciones repetidas por labios para ellos dignos de confianza, me daría por satisfecho. Y también si estos pocos párrafos recordaran a los demás algo que, aunque obvio, puede quedar difuminado en las dificultades cotidianas.
Me limito a espigar tres o cuatro datos más salientes, cuya objetividad desbarata las afirmaciones con que he comenzado, tan rotundas como falsas. Lejos de mi todo panegírico del Estatuto, ni siquiera un juicio ponderado sobre el mismo. No es mi propósito. Todos somos conscientes, por lo demás, de las limitaciones y deficiencias de su aplicación y de lo mucho que queda por hacer. Pero esto no justifica el olvido de lo mucho que se ha logrado.
Tener una multicopista sin permiso oficial o divulgar una simple hoja impresa, entonces clandestina, equivalía en el franquismo a unos cuantos años de cárcel: lo mismo que ser sorprendido con una ikurriña o en una de aquéllas camufladas reuniones políticas, refugiadas en las sacristías o dependencias eclesiásticas. ¿Es lo mismo o peor que aquello, que hoy cualquiera de aquellos escritos o de aquellos personajes puedan aparecer en público, no sólo en un diario propio sino en los medios de información públicos, nacidos del Estatuto, como por ejemplo la ETB?
¿No admiramos a diario la claridad —no la verdad— con que líderes o representantes políticos critican acerba pero impunemente la situación actual y exponen sus tesis revolucionarias, incluso posiciones que limitan, si no sobrepasan, la ética social y defensa del terrorismo? ¿En tiempos del franquismo y sin el Estatuto de Gemika, un presunto etarra hubiera podido salir de la cárcel y, como candidato a Lehendakari, despacharse durante hora y pico en el Parlamento vasco y en la ETB, con todo género de diatribas y acusaciones, lo mismo contra el Gobierno de Madrid que contra el vasco?
¿Cuando hubiera soñado nadie, con la ideología de HB ya durante el franquismo, que podría abogar en el Parlamento europeo para Euzkadi un estado político como el de Albania a la vez que un nivel de vida semejante al de Suecia, o abstenerse en una votación internacional contra el terrorismo?
Aunque la libertad de expresión en el Estado no es patrimonio del Estatuto, no cabe duda que el medio de información más efectivo dentro del País Vasco, como la ETB, nacida de aquél, ha multiplicado por cien las voces de quienes todavía aseguran sentirse tan reprimidos como en el franquismo.
En campo tan importante como el del lenguaje y cultura vascos, ¿no supone diferencia alguna el reconocimiento del euskera como lengua oficial, hecho único en su historia, salvo los escasos meses de aquel reducido Estatuto vasco del 36? Y ¿no hay que decir algo semejante de la Ley de Normalización del Euskera? ¿Qué va de aquel estrangulamiento sistemático que constreñía más y más los reductos euskaldunes, hasta convertirlos en esporádicas «reservas» en el hogar y en la iglesia, a escuchar emisiones y películas televisivas, íntegramente en euskera y en traducciones perfectamente elaboradas? Nada de esto se hace sin una voluntad firme, una infraestructura enorme creada de la nada y una aportación económica insospechada.
¿Cuándo hubiéramos pensado, no sólo en las facilidades para la alfabetización vasca de los adultos y euskaldunización de los niños, sino en el avance progresivo aunque lento de una Administración euskaldun? Y, por añadir algo que considero capital, ¿qué cambio supone en la sociedad y en la misma lengua, que el euskera se utilice como lengua científica de comunicación e investigación en la Universidad y en Congresos?
¿Qué ha significado en el terreno de la cultura el renacimiento de «Eusko Ikaskuntzak-Sociedad de Estudios Vascos» y otras semejantes, en el II Congreso Mundial Vasco, al que más de una vez se ha puesto sordina, etc. etc.?
En el campo del bienestar social, no hay sino abrir los ojos para comprobar que aún los municipios más perdidos de nuestra geografía han mejorado más su aspecto y lugares públicos en estos diez años que en los cuarenta del franquismo. ¿Qué ha sucedido en los paseos, plazas, frontones, polideportivos, teatros municipales, etc.? ¿Cómo ha sido posible esa fantástica y rápida transformación? ¿Cuándo, en los mejores momentos económicos de los años sesenta, se consiguió que cada caserío, aún el más recóndito, dispusiera de una carretera asfaltada? Precisamente, cuando la crisis económica ha azotado más duramente a Euzkadi, el sistema económico de los Conciertos Económicos ha permitido que municipios, diputaciones y Gobierno vascos inviertan unas cantidades sorprendentes en beneficio del pueblo.
Quien no vea esto y se empecine en repetir que «no ha cambiado nada», que «El Estatuto no ha servido para nada» y que «estamos igual o peor que durante el franquismo», o no quiere ver la luz o pasó el período franquista en un fanal o fue uno de los privilegiados de aquel régimen.
Sin embargo, no hay afirmación totalmente falsa ni totalmente verdadera. En algo sí estamos igual o peor que en el franquismo: en el uso de la violencia. La violencia se ha cobrado en estos diez años muertes, secuestros, destrozos de edificios, etc. No es tan importante hablar de cantidades; las estadísticas ofrecen extraños altibajos. Pero una cosa es cierta: desde el Estatuto de Gernika hay posibilidad de defender en Euzkadi democráticamente y por vías pacíficas todos los ideales políticos aun los más radicales. Con ello desaparece el último reducto de la pretendida legitimidad de tales métodos: la imposibilidad de utilizar todos los demás. Todos ellos están a disposición de los violentos. Al preferir la muerte y el terror, reconocer su propia inferioridad en el juego democrático y afirman el carácter totalitario de su ideología y sistema.
Pero aún en esto, la situación ha mejorado. Sea el que sea todavía el electorado de HB y por tanto el apoyo social a ETA, cada vez son menos, aún entre aquél, los que se atreven a defender la violencia. Dentro de esta especie de enfermedad moral colectiva, el sentido común, la madurez y los valores éticos van ganando terreno. También en la convivencia social, el Estatuto de Gemika es un instrumento indispensable y eficaz.
Por: Jose Ramón Scheifler Amezaga
(Deia, 24 Octubre, 1989)
Aunque me fío muy poquito del EUSKOBAROMETRO el Sr.Llera dice que más del 80% de los baskitos y neskitas aprueban con nota al Gobierno Vasco.
Pero claro, el objetivo del estudio es demostrar que los baskitos y neskitas son cada vez más nacionalistas pero menos independentistas.
De paso el Sr.LLera apuntala el papel del PSOE, su partido del alma y es que la cocina del EUSKOBAROMETRO es más conocida que la de ARZAK.
O igual es verdad vaya Vd. a saber.
Publicado por: CAUSTICO | 07/21/2019 en 07:51 a.m.
Pues si lo dice Llera, es que seguramente es el 95% o más....
Publicado por: Sony | 07/21/2019 en 01:05 p.m.
Joan Báez: “Sigo pensando que en España hay presos políticos”.
https://www.lavanguardia.com/cultura/20190721/463624799708/joan-baez-espana-presos-politicos.html
Publicado por: Sony | 07/21/2019 en 05:10 p.m.
Los intelectuales en España, de la dictadura a la democracia (1939-1986).
Texto algo "técnico" sobre los distintos papeles ejercidos por distintos "intelectuales" durante el franquismo y transición (algo de lo que se habla y hay, muy poco escrito...), aquí se ve su diferente relación con el poder (algo que continua a día de hoy y que continuará, enturbiando la credibilidad de esos "intelectuales"...), en muchas ocasiones su connivencia directa con este poder al que ayudan y del cual muchas veces reciben premios a cambio, sus equivocaciones, cambios de bandos, sus egos (como todos, humanos al fin y al cabo), intelectuales que a veces se comportan de forma elitista quizás no del todo democrática pues parece que la soberanía popular reside más en sus diatribas que en la población, intelectuales algunos cercanos a pensamientos mas individualistas hedonistas que sociales, en definitiva sirve para desmitificar un poco el término "intelectual" como bien se dice en la última frase.
https://journals.openedition.org/bhce/479?lang=es
Publicado por: Sony | 07/21/2019 en 10:59 p.m.