Por: Xabier Arzalluz
En el viejo cuento alemán, hoy universalizado, la malvada reina interpelaba cada día al espejo mágico para averiguar si existía alguna mujer más bella que ella misma.
En la realidad, al menos hoy, no existen espejos mágicos, pero en cada casa hay una caja con marco de vidrio que nos dice diariamente quién es el mejor, quién la más guapa, cuál es el mejor coche o qué detergente lava más blanco.
A todos nos causa desazón el que nos digan que nos manipulan, que nos influyen, que nos cambian nuestra forma de pensar. Pero es así. Especialmente desde el bombardeo diario de la TV.
En mis charlas a nuestras gentes me he dirigido muchas veces al auditorio femenino requiriéndoles a que, al volver a casa, se tomaran unos minutos para examinar qué detergente, qué limpiacristales, qué aceite o qué dentífrico ha entrado en su hogar.
Y tras la pregunta, la apuesta: «¿Qué os jugáis a que el 95% de esos productos son los que anuncian en TV»? O también: «Cuando lleguen las Navidades, fijaros qué juguetes piden vuestros hijos. ¿Qué os apostáis a que el 95% son los que han visto en TV?»
No es que las mujeres padezcan de infantilismo. Se trata simplemente de que estamos inmersos en una sociedad de consumo cuya mayor impulsora es la propaganda. Y de ésta, la difundida por TV. La más cara, pero la que más entra en la intimidad de los hogares y de las personas.
Y lo que sucede en la oferta de productos de consumo, ocurre en el campo de la información y de la indoctrinación política. Y determina en buena parte los comportamientos electorales de la sociedad.
El hombre urbano vive más aislado que nunca. Y si la información de prensa llega, mejor o peor, a un 12% de la población, la televisada llega hasta un 90%.
Pero es tal el cúmulo de mensajes de todo orden que se nos suministra cada día que, según dicen los técnicos, sólo retenemos un 2% aproximadamente de todo el bombardeo que nos llega.
Muchas veces me ha sucedido encontrarme con un amigo que me dice: «¡Qué bien estuviste el día pasado en TV!» Y si paso a indagar qué es lo que le pareció mejor de lo que dije, me encuentro muy frecuentemente con la respuesta: «¡Bueno, no me acuerdo bien, pero estuviste formidable!»
Es decir, que parece cierto lo que dicen los técnicos. No retenemos los mensajes. Nos quedamos con los impactos y con su multiplicación. Con la impresión negativa si los impactos son negativos. O al revés.
Es decisivo si se usa un primer plano o un plano alejado; si se hace un buen trabajo técnico o se emplean cámaras viejas, técnicos inexpertos, una buena iluminación o un buen maquillaje.
Y precisan que es más fácil crear impactos negativos que positivos. ¡Ay del entrevistado si un cámara malévolo le coloca en un mal plano, le pesca un tic chabacano, la corbata mal puesta o el gesto ridículo! El ensañamiento puede llegar á la crueldad. Y deshacer la imagen del más pintado. Porque las ideas pasan a un segundo plano. Lo que más cuenta es la imagen.
La repetición de impactos puede llevar a la celebridad a cualquier «piernas». Y puede deteriorar al hombre más válido.
Si a eso se acompaña una cuidadosa selección de mensajes cortos, positivos o negativos, el resultado puede ser espectacular.
De ahí que la batalla política, y muy especialmente la electoral, se libra hoy a través de la TV. Sin que sea necesario acudir a los ejemplos clásicos de los debates entre Nixon y Kennedy o entre Cárter y Reagan para demostrarlo. Basta con recordar cómo se dio la vuelta al tema del referéndum OTAN, o cómo se ha consagrado la imagen de Felipe González y por qué el señor Calviño se convirtió en la obsesión de don Manuel Fraga.
Recientemente pude apreciar la indignación de nuestra gente ante el tratamiento que TVE dio a la concentración nacionalista del Alderdi Eguna en Salburúa. Los que vieron con sus propios ojos lo que allí hubo, no se acababan de creer lo que veían en el Telediario del señor Calviño nada más llegar a casa. Y las manifestaciones que se organizaron en Bilbao fueron un acto reflejo y espontáneo.
No acabo de entender cómo TVE, con ser una gran manipuladora de personas, partidos, verdades y mentiras, pudo hacer aquello. Manipular un acto de cien participantes queda en la impunidad. Pero manipular un acto vivido por 100.000 en un ámbito pequeño como el vasco es caer en el ridículo y en el descrédito ante un entorno demográfico importante.
Con frecuencia me encuentro con personas con las que no he tenido ocasión de tratar y que me dicen: «Es usted mucho más joven que en la TV!» De forma que había llegado a la conclusión de que era poco fotogénico.
Pero tal vez no sea esa la principal razón. Porque estos días ha llegado a mis manos un estudio técnico de una casa especializada en Madrid que se titula: «El País Vasco en TVE en las elecciones de 1986». Y al referirse a la «imagen de los líderes del PNV en los informativos de TVE, empiezan por mi persona, y dice lo siguiente: «Es el líder más perjudicado por el tratamiento técnico. Del 73% que suponen los planos ideales que se le han tomado, sólo el 36% son frontales; la mayor parte de los encuadres, pues, son laterales, y es el político con peor promedio de calidad de imagen. Estos datos contrastan, además, con el hecho de que es el líder de su partido que ha aparecido ante las cámaras en más ocasiones. Al mal tratamiento técnico de la imagen, hay que añadir que el presidente del PNV ha sido el político que en más ocasiones ha aparecido en pantalla en actitudes poco serias: soplando una trompetilla-matasuegras en el TD-1; en dos ocasiones con un collar de flores de papel, bailando en una discoteca, etc. Además, en varios informativos se recoge el incidente con unos trabajadores portuarios que le llaman fascista a la entrada de las negociaciones PNV-HB.
Así pues, múltiples impactos negativos. Resultado, pésima imagen. ¿Cómo competir con Felipe González o con Benegas, con imágenes cuidadas y mensajes exquisitamente seleccionados?
Pero el mismo estudio, refiriéndose a Carlos Garaikoetxea, dice: «El sector crítico del PNV ha tenido una buena imagen en TVE. Carlos Garaikoetxea ha recibido atención en tres ocasiones, y en el total de ellas ha aparecido en encuadre frontal, un 75% de las veces en plano correcto y con una calidad de sonido muy buena». Y de Marcos Vizcaya dice: «Aparece casi siempre en encuadre central y plano ideal, con buena calidad de imagen». La valoración que hace de su persona es muy positiva y mucho menos positiva para el PNV (concretamente se dice «... el aparato del Partido le ha apartado del Parlamento», después de hacer un elogio de su papel como parlamentario representando a Euzkadi). Y concluye: «Marcos Vizcaya aparece sonriente, dialogante, dando buena imagen personal».
Este es un capítulo más de la intervención de los medios controlados y manipulados por el Gobierno del PSOE en la famosa crisis del PNV. Mientras nos sonreían y nos aseguraban la más exquisita neutralidad y respeto, metían caña por donde podían, azuzando y dando aire a nuestros conflictos.
Pero así ha sido siempre en la historia del nacionalismo. Antes y ahora. Con UCD y con el PSOE.
Es hora de que vayamos cayendo del guindo y respondiendo con la contundencia que se merecen. En el momento oportuno.
Otro día trataremos de más temas sobre TVE y la zarpa informativa del PSOE.
Reconozco, mi ingenuidad, pero nunca creí que el PSOE iba a actuar como lo está haciendo.
Estos días, y con ocasión de la protesta de las gentes del PNV contra TVE, Garaikoetxea ha considerado oportuno terciar en la polémica acusando, a su vez, a ETB de parcialidad.
La verdad sea dicha, no tengo muchas ocasiones de ver los informativos.
Pero lo que sí he podido captar es que Ardanza no ha caído, afortunadamente, en el culto a la personalidad que suponían aquellas despedidas diarias, al cierre de emisión, de un Lendakari imperial entre flamear de ikurriñas.
Ni hemos tenido ocasión de ver nuevamente, en el período Ardanza, nada semejante a aquella famosa rueda de prensa en directo, fuera de horas de emisión, en la que un Lendakari ponía en la picota a la dirección de su Partido.
(DEIA, 19 de Octubre, 1986)
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