El éxito del PNV en las últimas convocatorias electorales es incontestable. Con «si 380.000 votos (20.000 más que en las forales de 2015) se alza con la victoria en los tres territorios, en las tres capitales y, salvo excepciones, en los principales municipios vascos. En general, allí donde venia gobernando se ha mantenido en el poder, en muchas ocasiones incluso con mejora de resultados. Da igual que lleve gobernando 40 años (Bilbao o la Diputación de Bizkaia) o que acabe de llegar al poder (San Sebastián o Barakaldo). Que haya tenido una legislatura convulsa (Vitoria o la Diputación de Alava), que haya habido alguna rencilla con sus socios (Diputación de Gipuzkoa) o que haya gozado de una cómoda mayoría absoluta (Sestao o Gernika). Es cierto que tiene algunos lunares como Galdakao o Durango, en donde en cualquier caso ha sido el primer partido, pero eso es algo inevitable teniendo en cuenta la múltiple casuística (251 municipios en Euzkadi) de las elecciones locales.
Una de las claves de su éxito electoral está en su gran capacidad de atracción: es capaz de traspasar sus fronteras ideológicas más allá de su electorado 'natural', algo que no está al alcance del resto de partidos vascos. Pescar en caladeros ajenos se ha convertido en su gran especialidad. Para ilustrar esta cuestión tomemos datos del último Eusko-barómetro (octubre de 2018).
Siendo el PNV un partido que se define en su propio nombre como nacionalista vasco deberíamos encomiar una mayoría de sus votantes que así se considerara. Y es cierto que estos predominan (59%), pero hay una minoría importante de más de un tercio de su electorado (36%) que explícitamente declara que no lo es. Un número tan importante de personas en el 'lado equivocado' no se encuentra en ningún otro partido. No llega al 20% el porcentaje de no nacionalistas entre los votantes de EH Bildu y estos son entre el 80 y et 90% del electorado de Podemos, PP y PSE-EE.
Si nos fijamos en la identidad, las conclusiones son similares. La práctica totalidad de quienes votan a EH Bildu declaran ser o bien solo vascos (70%) o más vascos que españoles (22%). Por el contrario, en torno a dos tercios de los votantes de PP y PSE-EE se declaran tan vascos como españoles. En los populares, el otro tercio dice ser o bien solo español o más español que vasco, mientras que en el PSE-EE se divide entre los más 'españolistas' (18%) y los que se dicen más vascos que españoles (11%). En cualquier caso, en los tres tenemos electorados muy bien definidos identitariamente. No pasa eso en el PNV, cuyos votantes se dividen en tres tercios casi perfectos. Así, el grupo mayoritario es quienes declaran una identidad dual equilibrada (34%), seguido de quienes se ven más vascos que españoles (32%) y quienes se sienten solo vascos (29%). En este sentido, el único electorado similar es el de Podemos, con las tres posiciones principales también equilibradas, aunque más sesgado hacia quienes se ven igual de vascos que de españoles (42%).
Eso en lo que respecta a la cuestión nacional-identitaria. En la ideológica ocurre tres cuartos de lo mismo. En una escala que va de 1 (extrema izquierda) a 10 (extrema derecha), un 23% de los votantes del PNV se sitúan en las posiciones más izquierdistas (del 1 al 3). No hay nadie del PP en esas posiciones. Por su parte, en EH Bildu y Podemos nadie se sitúa más allá del 6, mientras que en el PSE-EE hay un 9% en el 6 y en el 7 y nadie del 8 al 10.
Esa capacidad de penetración en los territorios de otros partidos tiene como consecuencia que el PNV sea el que más se parece al conjunto de la ciudadanía vasca. Es decir, si a los electorados de cada partido los tornáramos como una muestra estadística del total de la población, el del PNV sería el que más se acercaría al conjunto en las cuestiones fundamentales. La sociedad está dividida a partes casi iguales entre nacionalistas (42%) y no nacionalistas (54%) y ya hemos visto que, aunque con sesgo hacia los primeros, el electorado del PNV es el que tiene menos distancia entre ambos grupos. Lo mismo con la identidad. El 30% de la población de Euzkadi se siente solo vasca (29% en el electorado del PNV), 23% más vasca que española (32%), 37% da el mismo peso a ambas identidades (34%) y un 5% con identidad exclusiva o mayoritariamente española (4% en el PNV, que también los hay). Finalmente, tomando la escala izquierda-derecha, la media en esta de los votantes del PNV (4,5) es la más cercana a la media del conjunto (4), después de la del PSE-EE (4,1).
La gran pregunta es por qué personas que en principio están alejadas de las posiciones políticas del PNV le acaban votando (y por qué lo hacen cada vez más). Se han apuntado muchas hipótesis para responderla: valor refugio (sin saber muy bien cuál es el peligro), su capacidad de obtener réditos del poder central, su talento para haber sido capaz de identificar partido con país, el reparto de dádivas gracias a una posición económica privilegiada o el aura de limpieza y buena gestión que siempre le acompaña y que sus dirigentes se encargan de recordamos siempre que tienen ocasión. Sin embargo, de momento, ninguna de estas respuestas cuenta con aval empírico concluyente. Mientras no lo tengamos estaremos ante una de las glandes incógnitas de la política vasca, esa que hace del PNV un partido más que singular.
Por: Rafael Leonisio (Politólogo)
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