Por: Xabier Arzalluz
Parece todavía ayer cuando los americanos instaban a sus aliados europeos, en el marco de la Conferencia de Seguridad de París, a no tocar la estructura política yugoslava. Su desintegración sería una prefiguración y hasta una invitación al estallido de nacionalidades en el Imperio Soviético.
En un par de años han estallado, sin tener nada que ver una explosión con otra, la Unión Soviética y la República yugoslava. Sin contar la separación pacífica de Bohemios y Moravos por un lado y Eslovacos por otro.
Con la maleta hacia casa
Todos los días oímos hablar de refugiados bosnios que huyen de la guerra. Pero no tenemos conciencia de los movimientos masivos de población que la revolución nacionalista está provocando en el Centro y Este europeos hasta o desde las llanuras de Siberia.
Por ejemplo, 40 millones de rusos viven fuera de la República rusa. 25 de ellos fuera del territorio de la nación rusa.
El 38% de la población del Kazajstán, el 20% de Ucrania o de Kirquisia, por ejemplo, son rusos.
En casi todas partes están mal vistos, a veces son atacados, y se les ve como invasores y, en todo caso, como reliquias del imperialismo moscovita.
Tienen miedo de que les pase lo que les sucede a sus compatriotas de los países bálticos. Estonia, con millón y medio de habitantes, la tercera parte de ellos rusos, les ha privado, por ejemplo, del derecho de voto, tanto a los llegados en los últimos decenios como a los instalados desde antiguo. Y la lengua rusa, al igual que los caracteres cirílicos y el rublo han sido desterrados de la vida pública del país.
Algo parecido está sucediendo en Ucrania, Letonia o Bielorrusia.
Rusos aparte, 7 millones de ucranianos viven fuera de Ucrania. Sólo este año, han vuelto a su patria más de 300.000 ucranianos esparcidos, en gran parte por fuerza, en el Imperio.
Los estonianos o letones, tártaros de Crimea, alemanes del Volga, caucasianos, instalados a la fuerza en los confines de Siberia, vuelven como pueden, con sus pertenencias a cuestas, a la tierra de sus mayores. Como decía un médico ucraniano que tenía un buen puesto en las Kuriles: "es mejor sentirse ciudadano en tierra propia, que extranjero en la ajena".
Otro tanto podríamos decir del éxodo de turcos de Bulgaria a Turquía; de húngaros del Banat de Rumania a Hungría; de eslovacos o croatas de Serbia a su tierra o de serbios de Croacia y Eslovenia a Serbia.
Millones de familias están en marcha, o a punto de iniciarla, en un desplazamiento humano como pocas veces se ha visto en la historia.
Con las armas en la mano
Comenzó en torno a Nagorno-Karabaj, reclamado por Armenia de Azerbaiján. Siguió el conflicto de Moldavia, el de Georgia con los Abjasios. Y, dentro de la República rusa entre Ingushia y Osetia, conflicto contra el que Yeltsin envió a las temidas tropas de la KGB.
Para no hablar del conflicto ser-bio-bosnio, cuya crueldad y falta de perspectiva de solución contemplamos diariamente.
Culpables: Los nacionalismos
Cuando Felipe González presentó al entonces gobernante soviético Mijail Gorbachov a Iñaki Anasagasti, como portavoz del grupo "nacionalista vasco", Gorbachov dio un respingo y exclamó: ¿pero cómo, también aquí hay nacionalistas? Y declaró que la mayor sorpresa de su vida fue el brote de los nacionalismos en la Unión Soviética.
No fue sólo Gorbachov el sorprendido. A todos los centralistas o nacionalistas españoles o franceses, etc. se les heló su tópico discurso de que los nacionalismos constituían un fenómeno "passé", eran un atraso y más en un mundo que caminaba hacia grandes unidades y no a disgregaciones.
De la estupefacción ante las dimensiones del fenómeno, se pasó a la condena masiva. Esta vez como elemento perturbador, racismo intolerable, atavismo, locura colectiva capaz de constituir el detonante de una tercera guerra mundial.
De lo que nadie habla es de los millones de ciudadanos rusos, ucranianos, armenios, estonianos, etc., etc. que el régimen soviético, desde su inicio, y Stalin, sobre todo tras la guerra, no sólo liquidó sino trasladó a la fuerza de unos territorios a otros.
Respecto a la actual guerra entre ingushíes y osetios, nadie explica por aquí que Stalin separó amplios territorios de Ingushia para anexionarlos a Osetia, y se repartió a su vez a Osetia entre Rusia y Georgia. Y cuando los ingushíes, junto con los chechenios, se alzaron contra Rusia, aprovechando la guerra de Finlandia, fueron sangrientamente aplastados. Y cuando de nuevo, aprovechando la cercanía del Ejército alemán en el Cáucaso en 1942, los ingushíes formaron un gobierno provisional, les costó una sangrienta represión y deportaciones masivas a Asia Central, disolviendo además su República. En 1957, Kruschev dejó volver a los supervivientes pero no arregló el problema territorial que ahora los ingushíes quieren solucionar.
Hace un par de semanas leí unas declaraciones de Havel, el ex-presidente checoslovaco, que decía: "En 1968 viajé por todas las Repúblicas soviéticas de Asia Central. Percibí que se trataba de la última gran potencia del imperialismo y que el proceso de liberación que había alcanzado a todas las regiones del mundo iba también a sacudir a ese imperio". "Veía muy claro, —continúa Havel— que iba a haber una gran explosión, un conflicto como el del África entre blancos y negros. Pero pensaba que todavía tardaría lo menos 50 años. Pero ha sucedido al cabo de sólo 20".
Havel, personaje admirable en muchos sentidos, se ha sentido dolido por la separación de checos y eslovacos.
Pero también aquí cabe preguntarse quién y cómo hizo Checoslovaquia y Yugoslavia. Por qué los vencedores, Francia e Inglaterra sobre todo, sin una mínima consulta popular, desde los despojos del vencido Imperio Austrohúngaro, crearon Estados heterogéneos sin un consenso básico. Cedieron ante los rusos para crear la gran Serbia de los Karagjorgjevich y luego de Tito, enterrando diferencias, incompatibilidades y hasta odios ancestrales con un mapa, un lápiz y un cartabón. Las dos o tres únicas consultas populares que hicieron en otros tantos territorios dieron un resultado contrario al que habían proyectado.
Pero la culpa es del pequeño, del ingushí, del osetio, del letón, del eslovaco. ¡Insensatos! ¡Cuánto mejor estaban en la Federación Yugoslava, en la Gran Unión Soviética, en Checoslovaquia!
Como decía el primer alcalde franquista de Otxandio: "Los vensidos, ixilik". Los pequeños a callar, a integrarse, a no perturbar los intereses de los grandes. Aunque tenga 52 millones de habitantes como Ucrania, y España 39. Los escasos 400.500 luxemburgueses o los 5 millones de daneses tienen derecho a constituir un Estado, ¡pero los 4 millones de lituanos o los 5 millones de georgianos en ningún caso!
Un partido y un ejército
Recientemente un socialista español me decía con rostro grave: "Vosotros tenéis también vuestra culpa en lo que está pasando. Tanta Lituania, tanta Eslovenia. Ya veis qué caos. ¡Antes había, al menos, un Partido y un Ejército que estructuraba todo aquello"! Y continuó: "igual que en España, un Partido y un Ejército que vertebran el país"!!
¡Cómo puede un demócrata hacer semejante afirmación! ¿Es que el PCUS y el Ejército Rojo estructuraban algo más que un tremendo vacío ideológico, un desastre económico y una tiranía anacrónica?
Me temo que muchos socialistas españoles participan de esta filosofía. La filosofía de la desideologización, del puro mantenimiento y disfrute del poder, como señalaba el President Pujol en el Fórum Deusto.
Cuando el casi vidente del futuro Andrei Amalrik analizaba en 1969 la situación del régimen soviético escribía: "Hoy, a medida de la burocratización creciente del régimen, asistimos a su desideologización cada vez mayor. Sin embargo, la necesidad de una base ideológica, la que sea, impulsa al régimen a buscar una nueva, a saber, el nacionalismo gran ruso, con el culto de la fuerza y las tendencias expansionistas que le son propias".
En la primera visita del Presidente González a Reagan, éste calificó al equipo socialista de "jóvenes nacionalistas".
Hoy el discurso socialista ha entrado en el calvosotelismo. El PSOE se presenta como el único garante de la integridad de España, "con el culto a la fuerza y a las tendencias expansionistas", como decía Amalrik. ¿Es un discurso electoral táctico para, ante la pobreza de otros logros, alcanzar votos patrióticos, como hicieron aquí el 86? ¿O es que de verdad se lo han creído?
Según los neófitos del PSOE pasados de EE, la división fundamental de Euzkadi es entre izquierda y derecha.
En estos tiempos en los que frente a los históricos octubristas, leninistas o los modernos revisionistas, está creciendo lamentablemente la facción de los "pesebristas"; en estos tiempos en los que todo lo que se ha autodenominado "izquierda", real o snob, se está preguntando qué es hoy izquierda, la división básica de Euzkadi es la que se da entre nacionalistas españoles y nacionalistas vascos.
De aquellas hordas rojo separatistas, los rojos se han difumina-do, salvo las menguadas huestes de Anguita. Sólo quedan los separatistas.
(Deia, 17 Enero, 1993)
Excelente como todos sus artículos. Especialmente significativo el comentario de un cargo socialista cuyo nombre no cita, pero que vale casi para cualquier cargo actual del PSOE:
"""Recientemente un socialista español me decía con rostro grave:
"Vosotros tenéis también vuestra culpa en lo que está pasando. Tanta Lituania, tanta Eslovenia. Ya veis qué caos. ¡Antes había, al menos, un Partido y un Ejército que estructuraba todo aquello"! Y continuó: "igual que en España, un Partido y un Ejército que vertebran el país"!!"""
Esa es la ideología socialista en materia de nacionalismos. ¡Y se consideran demócratas!
Publicado por: CAUSTICO | 08/30/2019 en 07:19 a.m.
El consejero de sanidad del trifachito andaluz se reune con una pareja cuya mujer abortó acausa de la Listeria,
El tal señor les dice que cuando tengan otro hijo, se fotografiará con ellos yel bebé.
Los fachas han sido siempre muy educados y sensibles.
Publicado por: CAUSTICO | 08/30/2019 en 09:21 a.m.
Van saliendo más cositas de la Listeriosis.
La empresa tóxica no tenía licencia de actividad.
Como sigan tirando del hilo...
Publicado por: CAUSTICO | 08/30/2019 en 12:06 p.m.
Este artículo de Arzalluz es antológico. Especialmente por su crítica de los pijoprogres, aquella gente convencida de que la globalización es imparable y de que los nacionalismos ya no son importantes. Es una actitud que la hemos sufrido mucho en Cataluña estos últimos años principalmente en el mundo del Psc y de Podemos. Nos dicen que la soberanía ya no es importante en el mundo globalizado mientras ellos no cederían ni un palmo de la soberanía de su querido estado español.
A mí los pijoprogres del PsoE me recuerdan aquellos incautos europeos de la Belle Époque que creyeron que la globalización había llegado para quedarse. Europeos ricos que gozando de la Pax Britannica veían como todo el mundo estaba a su alcance. Keynes describió muy bien este mundo en su famoso libro LAS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS DE LA PAZ. Él nos explicaba como en los mercados de Londres podías encontrar productos de todo el mundo y como viajar de una punta a otra de Europa era fácil. Había libre circulación de mercancías y de personas. Sentimientos parecidos expresó Stephan Zweig en su libro EL MUNDO DE AYER. Pero llegó 1914 y la Belle Époque terminó con una explosión de nacionalismos. Evidentemente los causantes de aquella tragedia no fuimos ni los nacionalistas catalanes ni los nacionalistas vascos. Nacionalistas alemanes, rusos y franceses jugaron los papeles principales para crear aquella carnicería. Y a los pijos europeos se les hundió el mundo. Podríamos decir que entre 1914 y 1945 la globalización se paró o hizo marcha atrás. Fue necesaria la Pax Americana para que la globalización volviera a avanzar.
Hoy en día volvemos a oir voces que nos dicen que la globalización es imparable, especialmente desde el mundillo neoliberal. Nos dicen que los nacionalistas somos una reliquia del siglo XIX y que las fronteras ya no tienen sentido. Es casi com si creyeran en una visión teleológica de la historia por la cual los humanos estamos condenados a vivir en una civilización mundial. Y de momento aquí en Europa gozamos de la globalización: podemos comprar productos de todo el mundo y viajar a países lejanos.
Pero igual que la Belle Époque terminó en los Balcanes la 2a Globalización podría terminar en Oriente Medio. Que aquello es un avispero al que todas las grandes potencias quieren controlar. Y de momento Trump ya ha estado a punto de liarla con Irán...
Publicado por: Señor Negro | 08/30/2019 en 01:49 p.m.
En Granada hay un barrio llamado ALMANJAYAR en el que hay tantas plantaciones de marihuana en las viviendas que se va la electricidad constantemente por la alta demanda.
Es un barrio tan "seguro" que anuna reportera de TV le quisieron acuchillar cuando husmeaba por la zona.Solidaridad vecinal.
Mira que tiene que ser difícil localizar por los recibos de luz a los narcos...
"Mire usté" como decía El Señor X, la guardiacivil tiene efectivos suficientes para "vigilar" y filmar el OSPA EGUNA e intentar enchironar a algún otro mozo de Altasu, pero no puede con las drogas en Andalucía.Ni en Granada ni en la Línea.
Qué mal repartido está el mundo!
Publicado por: CAUSTICO | 08/30/2019 en 04:39 p.m.