El pasado mes de noviembre de 1997 nos abandonó un protagonista de la historia vasca de los años treinta. Se trataba del anarcosindicalista Manuel Chiapuso Hualde, que falleció el día 29 de noviembre, en el hospital de Cruces, Baracaldo, a los 85 años de edad, tras haber sufrido un accidente de tráfico entre Lequeitio y Markina.
Chiapuso había nacido el 14 de abril de 1912, en San Sebastián, en el seno de una familia modesta pero estudiosa. Su bisabuelo, de origen italiano, había venido a Guipúzcoa para trabajar en la construcción del viaducto de Ormaiztegui. Su abuela era comadrona y su tío cajero de Brunet y Cia. Ideológicamente, su padre y sus tíos eran anarquistas, militancia por la que sus padres estuvieron exiliados en París. Su niñez transcurrió en el valle de Zubieta, donde realizó sus primeros estudios en la Escuela Moderna del brillante maestro Juancorena. Pero antes de cumplir los 14 años abandona la Escuela Primaria para ponerse a trabajar. Meses después de finalizada la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) ingresó en la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Es en esta época cuando forma parte de una compañía de teatro aficionado.
Durante la Segunda República (1931-1936) fu secretario general de las Juventudes Libertarias (JJ. LL.)y debido a sus actividades ácratas sufrió presidio entre 1932 y 1935, experiencia que narra en sus obras Juventud, rebeldía y Oposición popular y cárceles en la
República (San Sebastián 1980). Asimismo, fue cofundador de Crisol (1935-1936), semanario de la Federación de Sindicatos Únicos de Guipúzcoa (julio-septiembre 1936); como Secretario de la CNT donostiarra, participando en los combates callejeros que impiden el triunfo de la sublevación en San Sebastián, en la captura de las armas del Cuartel de Loyola, en la batalla de la frontera de Irún y como asesor de la Comisaría de Trabajo en la Junta de Defensa de Guipúzcoa. Después, al perder el territorio guipuzcoano se traslada a Vizcaya (octubre de 1936-junio 1937) donde desempeña el cargo de secretario de Propaganda del Comité Regional del Norte de la CNT. En Bilbao funda y dirige el órgano de la Confederación Regional del Trabajo CNT del Norte (1936-1937) y Horizontes (1937), revista quincenal gráfica de guerra, sociología, ciencia, arte e historia editada por la CNT, las JJ. LL. y la Federación Anarquista Ibérica (FAI). Además, como integrante del citado Comité Regional, es testigo de las importantes tensiones entre la CNT y el Gobierno vasco, por la negativa de éste último a la participación del sindicato anarquista en el Ejecutivo, y por la concesión de la imprenta de El Noticiero Bilbaíno a Euskadi Roja (órgano del Partido Comunista de Euskadi), en perjuicio de CNT del Norte. Estas vivencias en la guerra las ha reflejado principalmente en dos libros editados en San Sebastián: Los anarquistas y la guerra en Euzkadi. La Comuna de San Sebastián (1977) y El Gobierno vasco y los anarquistas.
Bilbao en guerra (1978). Una vez perdida Euskadi se retira a Cantabria desde donde consigue evacuar a su compañera y a su hijo recién nacido. Ante el avance de las tropas franquistas se dirige a Asturias hasta que logra salir en barco hacia Francia. Desde este país se reincorpora a la zona republicana catalana, donde es nombrado secretario del Comité Nacional de la CNT hasta el final de la guerra.
En el exilio estuvo prisionero en un campo de concentración y trabajó para la Resistencia, siendo galardonado con la Legión de Honor francesa. Tras la finalización de la segunda guerra mundial (1939-1945) fue secretario del Comité Regional de la CNT en Bayona, donde publica los folletos Generalidades sobre Euskadi y la CNT y La Ciencia y el joven libertario y el libro Sembrando inquietudes (1946). A continuación ocupa el cargo de secretario administrativo del Subcomité Nacional de CNT en Toulouse (1947-1948) donde edita El impertinente andariego (1948) y se encuadra en la corriente de Horacio Prieto favorable a crear un Partido Libertario. También perteneció al Comité Consultivo Vasco y actuó en la oposición antifranquista desde Bayona y Tou-louse. Posteriormente estudió en la Sorbona y se dedicó a la enseñanza de idiomas en París, llegando a ser profesor de francés en la citada universidad parisina (1949-1950).
En la última etapa del franquismo, fue finalista del Premio Nadal con el manuscrito Las incertidumbres del doctor H (1972). Tras la muerte de Franco, además de los libros ya citados, publica una obra en la que caricaturiza y satiriza el régimen dictatorial. Delire de retrovision (París, 1977). Una vez reinstaurada la democracia, se mantuvo fiel a sus ideales, estando al margen de la escisión de la CNT y de la aparición de la CGT (Confederación General del Trabajo) propugnando en todo momento la unidad del movimiento anarcosindicalista.
Algunos de los ideales libertarios, por lo que luchó Chiapuso en los años treinta y que parecían utopías, hoy conforman nuestra vida cotidiana: uniones libres (parejas de hecho), educación sexual, anticonceptivos, vasectomías, aborto, desnudismo (nudismo), baños de sol, campañas antimilitaristas y contra los juguetes bélicos, naturismo, alimentación vegetariana, lucha contra el alcohol y el tabaco, etcétera. Y es que, como escribía hace 60 años el anarquista Galo Diez en CNT del Norte, «no hay máquina que triture como las páginas de la historia, las de hoy pulverizan mucho de lo que ayer se tuvo por más sagrado, como las de mañana demostrarán que, concepciones estimadas hoy como incontrovertibles, hubieron de ser superadas por falta de base. Es axioma antiquísimo que las utopías de hoy pasarán a ser realidades mañana. Asimismo, las realidades de todos los tiempos quedarán petrificadas a medida que éste avanza en el lastre de la tradición, carga pesada para la marcha de la humanidad».
Por: Lorenzo Sebastián*
*Lorenzo Sebastián es historiador
(7.12.1997)
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