Jesús Polanco falleció el 21 de Julio de 2007. Pedro J. Ramírez, su periodista rival, escribió una necrológica en El Mundo que no tiene desperdicio. El final de aquel trabajo decía lo siguiente:
Los accionistas de abril de 1977 se empezó a librar la larga y cruenta batalla entre, por un lado, los socios liberales y conservadores (con el periodista Darío Valcárcel, primer subdirector del diario, a la cabeza) y el grupo que apoyó a Polanco, por otro. Ortega, presidente de la sociedad, y Cebrián, director del diario, fueron, junto a personajes como el empresario Diego Hidalgo, adalides de ese grupo frente a Valcárcel y a su valedor en la sombra, el abogado Antonio García-Trevijano, eterno conspirador de la época. El grupo de derechas se oponía a lo que veía como creciente tono izquierdista impuesto por Cebrián. La batalla terminó en 1983 con la victoria total de Polanco.
El País había crecido lenta pero constantemente durante su primer quinquenio, con un formato muy frío y anglosajón, pero fue tras el golpe de Estado del 23-F cuando se disparó a un liderazgo que nadie le ha disputado ni de lejos hasta su acercamiento de EL MUNDO. Su respaldo fue uno de los factores primordiales del espectacular triunfo del PSOE en las elecciones de 1982. A lo largo de este cuarto de siglo, la sintonía entre el diario de Polanco y el Partido Socialista se ha mantenido o ha crecido.
El momento crucial fue posiblemente el referéndum sobre la OTAN en 1984 -coincidente con el nombramiento de Polanco a la Presidencia de Prisa-, cuando Felipe González pasó del «de entrada, no» al «sí» y El País le respaldó sin fisuras. El periódico paso de puntillas por los crímenes de los GAL y la corrupción gubernamental. Y en todas las elecciones generales ganadas por el PSOE de 1982 a 2004, la ceremonia del nombramiento de numerosos periodistas de El País para altos cargos ha sido una constante en estas cuatro décadas.
A partir de ese periódico y del Grupo Timón, la actividad de Polanco se extendió rápidamente por el mundo de la comunicación y la cultura en España e Iberoamérica. Los negocios de creación propia, como Radio El País o la revista El Globo -dos fracasos rotundos- funcionaron en general peor que los adquiridos, como las cadenas de radio Ser y Antena 3, esta última comprada en 1992 con la colaboración de Mario Conde y del entonces propietario, el conde de Godó, cuando era líder nacional de audiencia. Polanco la cerró, en aquel famoso antenicidio que debió ser corregido según sentencia del Supremo que ningún Gobierno, ni popular ni socialista, se ha atrevido a hacer cumplir. Fue el más notable fruto del pacto de los editores firmado en 1991 entre Polanco, Conde y los grupos catalanes Godó y Zeta.
Con todo, las actividades de Polanco en Iberoamérica fueron fundamentales, según afirmaba Jesús Cacho en su libro El negocio de la Libertad (Ed. Foca, Madrid, 1999): «Parece que en el juego de la exportación, con sobrefacturación, de libros desde España a Colombia y desde Colombia a Estados Unidos está el origen de la verdadera fortuna de Polanco, fortuna muy superior a los relativamente modestos dividendos anuales del Grupo Prisa».
En España, la hábil política de captación de las élites culturales progresistas a través del único periódico nacional de izquierdas y de su entramado editorial se consolidó definitivamente con el incremento de la producción cinematográfica y televisiva del grupo a través de Sogetel y de Sogecable. Con sus tentáculos alcanzando todos los rincones de la vida nacional, el grupo de Polanco podía proyectar a sus protegidos a la fama y condenar al cuasianonimato a quienes le disgustaban. Empezó a cundir la impresión de que una secta se había adueñado de la cultura y la comunicación. Y, al oír a Polanco (o a Cebrián) emitir sus famosas y frías sentencias -«ése no es de los nuestros»-, se hacía difícil soslayar esa impresión.
La televisión privada, introducida en 1989, reforzó todo ese entramado y dio lugar a la más conocida y lucrativa serie de favores políticos a Polanco. Tras largas dudas, cuando se rumoreaba que al editor no le convencía el negocio televisivo, un grupo liderado por Prisa se incorporó en el último instante al elenco de pretendientes a las tres cadenas que, según la ley, debían participar desde el capital privado en el «servicio público» de la televisión. Para pasmo de sus competidores, Prisa se había aliado a Canal Plus Francia para pedir una cadena de televisión codificada de pago, lo cual no parecía ajustarse a la ley.
Entonces fue cuando se atribuyó a Polanco -ya conocido popularmente como Jesús del Gran Poder- aquella célebre frase, «no hay cojones en España para negarme una televisión», que según unos autores fue lanzada a voz en grito en el restaurante Jockey de Madrid, y según otros es apócrifa. El caso es que no sólo se le concedió, sino que se le dieron 10 meses más que a las otras dos cadenas para empezar a emitir: el proyecto, prendido con alfileres, estaba lejos de poder convertirse en realidad.
Más adelante, un intento de monopolio Sogecable-Telefónica en la televisión por cable quedó abortado por el resultado electoral de 1996.
Sin embargo, el Gobierno del PP le permitiría quedarse con la plataforma de pago rival, aquella Vía Digital creada por Telefónica con la bendición del propio PP, y restablecer así un muy discutido monopolio en la TV de pago por satélite. Y, ya en 2005, otro Gobierno socialista le daba luz verde para transformar Canal Plus en cadena en abierto. Lo que fuera un gran negocio se había convertido, por los onerosos contratos con las majors de Hollywood y por la incapacidad de hacer crecer el número de abonados, en una rémora.
En el camino se había quedado también la carrera del juez Javier Gómez de Liaño, quien a mediados de los 90 investigó si era acorde a la ley la financiación de Sogecable, tras admitir una querella según la cual los 23.000 millones de pesetas que los suscriptores de Canal Plus habían abonado como depósito por los descodificadores fueron utilizados «indebidamente para la financiación de sus actividades». El juez retiró temporalmente los pasaportes a Polanco y Cebrián. Tras querellarse éstos contra Liaño, el Tribunal Supremo acabó condenando a este último por prevaricación, sin aportar ninguna prueba de ello, e inhabilitándole durante 15 años.
Estancados los buques insignia de su flota -El País y Sogecable-, los resultados del grupo en los últimos años no han sido brillantes y su cadena de pago está oficiosamente en venta. Justamente en la junta general de este año que aprobó esos resultados, Polanco hizo unas manifestaciones que, aunque confusas en la expresión -nunca tuvo facilidad de palabra-, son de las más cristalinas que el empresario haya pronunciado en su vida sobre el Partido Popular, el enemigo de siempre.
MIEDO AL PP
No se puede ser neutral -vino a responder a un accionista- con un partido que alienta la guerra civil, que es franquismo puro y duro y que si volviera a recuperar el poder vendría con ganas de revancha, lo que a Polanco le daba «miedo». No contento con ello, lanzó su particular delenda est PP: «Si pudiéramos colaborar para que en España hubiera un partido de derechas moderno y laico, lo apoyaríamos». Esa penúltima comparecencia -aún recibiría un premio de la Asociación de la Prensa- aclaraba una especie que le persiguió durante 30 años: la de que era conservador o apolítico, interesado sólo por el negocio, y dejaba a Cebrián y demás ad láteres definir la línea ideológica. Martín Prieto declaró «convencido de que Polanco no leía los libros que editaba ni, presumiblemente, los editoriales de su propio periódico». Al menos parece claro que los respaldaba.
Junto a sus negocios editoriales, Polanco poseía una floreciente cadena hotelera con sede en Canarias. Estuvo casado dos veces, y dos veces se divorció. De 1957 a 1989, con Isabel Moreno, madre de sus cuatro hijos (Ignacio, Manuel, Isabel y María Jesús): las condiciones-económicas del divorcio fueron entonces la comidilla de Madrid. De 1992 a 2005 estuvo casado con Mariluz Barreiros. Su hijo mayor, Ignacio, fue designado vicepresidente de Prisa y sucesor de su padre.
Jesús de Polanco, editor, nació el 7 de noviembre de 1929 en Madrid, ciudad donde falleció el 21 de julio de 2007
A Polanco le convenció Cebrián de que en la juancarlista noche del 23F y viendo la deriva petarda del golpe, se pusiera del lado de la Constitución aunque su intención primera fuera la de apoyar a los golpistas.
¿EL PsoE ESTABA REALMENTE EN CONTRA DEL GOLPE?
Publicado por: CAUSTICO | 10/28/2019 en 04:42 p.m.
El grupo PRISA es hoy en día el emperador desnudo, aquel coloso que parecía importante pero que cada vez es más ridículo. ¿No es divertido que echaran a Caño y pusieran a Gallego-Díaz porque tenían miedo de Pedro Sánchez?
En la relación PRISA-PsoE nunca queda claro quien es el parásito y quien el huésped.
Publicado por: Señor Negro | 10/28/2019 en 06:56 p.m.
Cuatro organizaciones comunistas firman una Declaración unitaria en respuesta a la sentencia del “procés” – insurgente.org. Tu diario de izquierdas
https://insurgente.org/cuatro-organizaciones-comunistas-firman-una-declaracion-unitaria-en-respuesta-a-la-sentencia-del-proces/
Publicado por: Sony | 10/29/2019 en 12:00 a.m.