Ante la Revolución Francesa, la Baja Navarra no puede hacer prosperar sus pretensiones de reino distinto, unido a Francia por la sola personalidad del monarca.
El advenimiento de la Revolución, que anunciaba para los franceses el fin de las cargas arbitrarias y de los privilegios de le nobleza, la ascensión del pueblo y la sustitución del absolutismo por una monarquía constitucional, no despertó tanto interés entre los bajo-navarros. Estos gozaban ya de un régimen democrático y de una verdadera constitución, basada en sus tradiciones seculares y en las asambleas capitulares de las parroquias, valles y villas. Además tenían sus Estados Generales, copia de las viejas Cortes que se reunían en Pamplona.
Por esta razón, los bajo-navarros, desde el principio rehusaron enviar sus diputados a la Asamblea Nacional, considerando su pequeño país como un reino diferente de Francia.
Y aseguraban: "La nación francesa puede llegar a darse una constitución bastante prudente o juiciosa para que Navarra piense un día renunciar a la suya y unirse a Francia. Pero mientras este día llega, ella no hará el sacrificio de su propia constitución que asegura su reposo y su libertad”.
Reconociendo siempre que su país es demasiado pequeño, los bajo-navarros hacen notar que están dispuestos a aceptar una sana política que tenga por base su confederación con Francia.
UNA DIPUTACION A PARÍS
Ante las presiones del Gobierno, deciden enviar una diputación a París, elegida por las Cortes, pero introduciéndose la novedad, en cuanto a su composición, de que el tercer estado, gozará de una representación igual a la del clero y la nobleza reunidos.
Esta delegación estaba presidida por el obispo de Bayona, Mr. Pavee de Villevelle, que luego sería desposeído de su diócesis, exilándose al Monasterio de la Oliva, donde acabaría sus días. Pero el personaje más destacado de esta delegación fue el síndico Mr. Polverel, natural de Brive y que había ejercido como abogado en París.
Gozaba de gran prestigio desde que en 1784 redactó su famosa "Memoire a consultor et consultation sur le Francalleu du Royaume de Navarre". En Versalles fue el consejero y el portavoz de la diputación, jugando el papel fundamental en el seno de la representación navarra.
Esto le valió que los Estados Generales de la Baja Navarra, le otorgaran el título de noble para él y sus descendientes, pese a no ser nacido en el país y, por tanto, no tener en él casa solar. Este nombramiento que data del 11 de mayo de 1785, fué una verdadera excepción.
Los diputados llegan a Versalles e intentan ver al rey, pero en medio del hervidero de las nuevas ideas y de los entusiasmos revolucionarios resulta imposible. Por toda respuesta se les invita a solicitar su admisión en la Asamblea Nacional. Rehúsan y se limitan a acudir a sus sesiones como meros espectadores.
El pueblo navarro es partidario de las leyes abolitorias de los privilegios feudales, pero tiene que defender su libertad como país. Exigen que la Asamblea Nacional reciba a los diputados navarros como representantes de un reino soberano. Ante la negativa a la que sigue la abolición de los derechos de los países y regiones en la noche del 4 de agosto, se provoca la enérgica protesta de los navarros, que afirman: "Nosotros hemos venido a Versalles para hacer reconocer la constitución particular de Navarra, que no puede ser sometida a los decretos de la Asamblea, principalmente porque no ha consentido su unión a Francia".
A partir de este momento nunca más los bajo-navarros vuelven a la Asamblea Nacional, y así dos meses más tarde el síndico Polverel podrá decir que "Navarra es... el único país sometido al rey de Francia, cuyos diputados jamás participaron en la Asamblea Nacional".
SE SUPRIME EL TITULO DE REY DE FRANCIA Y DE NAVARRA
El 8 de octubre la Asamblea delibera sobre la supresión del título de Rey de Francia y de Navarra"', sustituyéndolo por el de "Rey de los Franceses", denominación que es aprobada por unanimidad.
Ante este acuerdo, Paiverel dirige una carta a la Asamblea puntualizando que la Baja Navarra no es todavía una provincia francesa y protesta contra la supresión del título de "Rey de Navarra". "El título de "Rey de los Franceses - dice - es, sin duda, el más hermoso que un monarca puede ostentar, pero ¿Luís XVI y sus sucesores pueden sin inconveniente renunciar al de rey de Navarra.
La Asamblea no atiende las razones de Polverel y tacha del vocablo oficial la expresión "Navarra"", decisión que, por principio, anula la personalidad del pequeño reino, considerándolo como parte integrante de Francia.
POLVEREL DEFIENDE LA CONSTITUCION DE NAVARRA
Entonces Polverel, activo, dinámico, de verbo fácil y cálido, de ágil pluma y brillantes conceptos, decide tomar la iniciativa y redacta un manifiesto que los Estados Generales de la Saja Navarra imprimen para alertar a la opinión pública. Se editan seis mil ejemplares, bajo el título "Exposición de la Constitución del Reino de Navarra y de sus relaciones con Francia".
En este folleto se recogen diversos aspectos muy interesantes. El autor comienza por establecer las pruebas de que la Baja Navarra es un reino diferente del de Francia y pide que se autorice la reunión de las Cortes para que se pronuncien con toda libertad sobre la conveniencia de unirse a Francia. Lo contrario es forzar a los navarros a declararse independientes, porque si el rey rechaza la prestación del juramento a los Fueros y la Asamblea Nacional suprime el título de "rey de Navarra", no resta a ésta más posibilidades que constituirse en República aliada de Francia, pero independiente. Por otra parte afirma Polverel en otra parte de su escrito: "La unión no puede hacerse de otra forma que por un tratado entre dos partes soberanas y con iguales atribuciones".
Quizá por un momento el síndico llegó a pensar en la posibilidad de fundar una república de Navarra independiente, en el seno de los Pirineos Occidentales, parecida a la de Andorra en los Orientales.
La amenaza de secesión no es ciertamente, para tomarla en serio, pero la utiliza como argumento para tratar de obtener la reapertura de las Cortes, que había sido prohibida por el Gobierno francés.
La maniobra de Polverel no da resultado. Los navarros intentan reunirse en Cortes, pero las tropas del Gobierno ocupan San Jean de Pié de Port y Saint Palais, clausurando la sede legislativa.
El 11 de noviembre de 1789 la Asamblea Nacional decreta que Francia sea dividida en departamentos, se borra todo vestigio de autonomía, quedan abolidas las nacionalidades históricas y el más feroz centralismo se impone. Se habla de la libertad del hombre y de los derechos del ciudadano, pero se pisotean la libertad y el derecho de los pueblos,
El 12 de enero de 1790 se crea el departamento de los "Bajos Pirineos" comprendiendo dentro de sus límites a Laburdi, Baja Navarra, Zuberoa y el Bearne con capitalidad en Paux. La vieja Meridad de Ultrapuertos queda así difuminada y pierde sus Fueros tradicionales.
Todos los esfuerzos de los bajo-navarros, han sido infructuosos para impedirlo y los argumentos de Mr. Polverel se han estrellado ante la intransigencia de la Asamblea.
Polverel, defensor a ultranza de los derechos de Navarra en 1789, se convierte más tarde en exaltado jacobino, vallándole ser nombrado comisario civil de la República Francesa en la isla de Santo Domingo.
Posiblemente el escritor cubano Alejo Carpentier inspiróse en las andanzas de Polverel, para dar vida a uno de los personajes que animan su famosa novela "El siglo de las luces" y que es casi desconocido por la Historia.
A su regreso a Francia, Polverel cae en desgracia, es preso y condenado a muerte, salvándose de la guillotina merced al golpe de Estado que derribó a Robespierre del Poder.
Por: Carlos Clavería
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