
Nunca hubo una derecha realmente democrática en Euzkadi. Esa carencia de orígenes define su soledad y la deja a la intemperie de intereses particulares, un clasismo disfrazado de campechanía que se manifiesta en las políticas económicas y fiscales más favorables para su gente
POR JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ*
HAY una derecha vasca, sí, con este apellido, y es una realidad que a muchos les cuesta reconocer. Como hay un socialismo vasco, mucho más rotundo y comprometido con el ser y la libertad de Euzkadi. La diferencia es que el socialismo tiene aquí una larga historia, mientras que las raíces y los referentes de la derecha, si existen, están en el detritus de la dictadura. La derecha vasca es huérfana de padre y madre y de ahí devienen sus complejos: apenas nadie se jacta de pertenecer a esa familia política y no es por miedo, sino por el bochorno, más que merecido, de descender de aquellos que tiranizaron el país a sangre y fuego. Tener vergüenza es un mérito ético, pero no otorga carta democrática, una categoría que se gana acreditando la desintoxicación totalitaria, lo que vale tanto para la derecha rupestre, como para la izquierda de afanes violentos.