El profesor Alberto Gurrea recuerda la que, a su juicio, fue «una campaña memorable en el mobiliario urbano» y que tuvo como principal protagonista una pegatina. Fue la que el PNV promovió a favor del referéndum sobre el Estatuto. «Sacó una pieza mortífera, dentro del "Bai Estatutoari", una cosa circular que sólo decía "Bai". El PNV editó 200.000 pegatinas que estaban en todos los bancos, paradas de autobuses, cabinas. Funcionó como un minicartel muy eficaz, como un spot de los que hoy se emiten y sólo duran cinco segundos». Unas fechas en las qué, por cierto, circularon adhesivos de ETA donde en tomo a un puño rojo, blanco y verde se podía leer «Ez, ez" Konstituzio hori ez».
Tan relevante papel jugó aquel "Bai" como el que desempeñó en un tiempo la ikurriña de solapa y, en otros tiempos no tan lejanos, ilegal. Era 1959, como recuerda Iñaki Egaña en su libro "Ikurriña, cien años", cuando escribe que «EGI distribuyó ikurriñas pequeñas de tipo pegatinas, unas con un texto: 'Euzko Alderdi Jeltzalea-Partido Nacionalista Vasco' y otras que llevaban la frase 'Euzkadi es la patria de los vascos' (...) ETA también utilizó esta distribución masiva de ikurriñas». Seguro que más de uno fue obligado a tragarse alguna de aquellas en comisaría.
Como hitos han marcado también distintivos como el rojigualdo «Nuklearrik? Ez ezkerrik asko», con la que a ratos hubo de cargar a lomos el galo Obelix. Incluso ha servido para ilustrar un «España, sí gracias», promovido por un grupo de la extrema derecha española. Como, igualmente, tiene su hueco histórico la que en distintos colores saludó la «Lemonizera ibilaldia» y que, también sobre pancartas, tantas protestas abrió.
O como la sencillez de la pegata de la primera Korrika, en blanco y negro con el recorrido de aquella primera Oñati-Bilbo, o la otra de forma redonda sobre fondo oscuro y la figura geométrica de una paloma en rojo y blanco de la exitosa campaña Bai Euskarari de fin de los 70.
Hay algunas también cuya historia trágica fue efímera, como la que sacó a la calle el comité pro liberación del ingeniero de Lemoiz José María Ryan, justo un día antes de que ETA acabara con su vida tras haberlo mantenido secuestrado.
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