Jueves 26 de diciembre de 2019
Salió la noticia de que mil médicos y 500 enfermeras formados en Euzkadi se han ido al extranjero, muchos de ellos a Inglaterra donde pueden llegar a ganar hasta 81.000 euros, aunque ésta no sea la razón fundamental.
A partir del martes que viene nos adentramos en una nueva década donde se va a jubilar el 40% de la plantilla médica vasca de unos 14.000 médicos.
A ésto se le une el desistimiento que tienen muchos médicos en relación con la falta de atención a sus demandas que tiene el Departamento.
Hablaba el miércoles con un médico que por ser el 20 de diciembre su cumpleaños de manera automática le llegaba su jubilación. Ley de vida y algo normal. Sin embargo fue para él, médico vocacional, como una guillotina, pero tras 43 años trabajando como médico no le quedó más remedio que colgar el fonendo e irse a su casa. Como a un general al que de la noche a la mañana le quitan sus galones y le dicen, ”Ala, vete, si te he visto no me acuerdo”.
Me comentaba con dolor, pues repito que es un médico vocacional, trabajando siempre en la sanidad pública, que no ha recibido ni una sola letras de la Consejera, del Viceconsejero, de ningún director, de nadie responsable del Departamento como si fuera cosa normal dejar de trabajar para los demás habiéndolo hecho durante 43 años. No que no se tenga que ir, sino la indiferencia oficial que roza la inhumanidad.
Había tenido cargos directivos en el Departamento y llevaba 23 años en una localidad gipuzkoana, en su ambulatorio, donde su cese ha sido toda una conmoción pues atendía de forma profesional, humana y muy cercana a todos sus pacientes, desde abueletes, a emigrantes pasando por gente joven. Ni una letra. No ha existido.
Toda una anomalía humana. Como si habláramos de una fábrica de tornillos.
No ha sido el caso de sus pacientes a los que no quiso comunicarles su despedida porque sabía que le iban a emocionar y llenar en estas fiestas navidades su despacho de regalos comestibles, de fotos, de abrazos y de besos. Se fue, como decía Mc Arthur de los viejos soldados, diluyéndose en la niebla.
Si hay alguna profesión humanitaria y de cercanía esa es la de ser médico, pero al parecer no hay el menor protocolo para casos parecidos. Ahí te quedas majo.
El, además ha sido un médico que se ha rebelado contra órdenes técnicas en relación con los genéricos demostrando que al final del mes le ahorraba más a Osakidetza con sus manera de proceder que directores desde su despacho que no atienden ni escuchan a los que están a pie de obra y han convertido a los pacientes en clientes.
Se ha rebelado contra todo eso. Pero no es por eso que no le han agradecido sus servicios que seguramente habrán curado a muchas personas y evitado algunas muertes. No. Eso debe ser lo habitual. En la conducta de una administración sin ojos, sin corazón y sin alma. Lo malo es que de vez en cuando te hablan de cercanía, de humanidad, de lo barato que es una sonrisa. Me suena a hipocresía.
Me decía que su promoción, que este año cumple cincuenta años de su graduación, va a celebrar en La Bilbaína toda una reunión, comida incluida y por todo lo alto. No sabe si irá. Le pesa la tristeza de haber trabajado en un lugar donde no hay personas sino aparentemente zombies que tras cuarenta años no le han dado una palmadita en la espalda y le han dicho. ”Tu trabajo ha estado muy bien y te echaremos en falta. Eskerrik asko”.
Eso no entra en los baremos de Lakua.
Desde un aspecto puramente social la actitud comentada hacia este médico se llama soberbia.
Es ésta una lacra social que está empezando a hacer estragos entre funcionarios y políticos vascos.
Ostenten el cargo que ostenten están al servicio de los ciudadanos, no al revés.
Desde un punto de vista puramente económico, es un error de bulto dejar escapar a profesionales altamente cualificados y formados en la CAV, mientras se asumen miles de personas sin formación procedentes de otros paises para ocupar trabajos de bajísima o nula cualificación,para cargar el sistema de subvenciones y ayudas o directamente inscribirles en el registro de pobres mientras vagan por las calles.
Es esta una actitud difícilmente defendible en términos de sostenibilidad social a medio plazo.
Si bien por razones morales es humano acoger a los que lo necesitan, "enriquecer" la sociedad con personas de origen distinto, idioma diferente y costumbres propias no está dando precisamente señales de integración efectiva.
Cuando oigamos al bueno del Lehendakari decir que hay que acoger a más inmigrantes, acordémonos de estos médicos y enfermeros que están atendiendo a gente de otros países tras ser expulsados de la sociedad vasca.
Y mientras el estado de Marruecos, por poner un ejemplo, se ahorra cientos de millones en atención sanitaria y educación a su gente, parete de ésta es recibida en la CAV y atendida (como debe ser, en centros vascos) para que ese inmoral tirano pueda correrse sus juergas en los más exóticos lugares con el beneplácito de todo quisqui.
Puedo contar aquí el caso de la hija de un conocido, ingeniera formada en Bilbao, trabajando en Canadá dese hace 4 años y que tras pasar tres en oficios de poca monta trabaja ahora por fin en lo suyo y aún así no ha conseguido ni nacionalidad,ni ayuda alguna
Me da que aquí nuestros queridos dirigentes nos toman por tontos.Por soberbia.
Publicado por: CAUSTICO | 12/27/2019 en 07:11 a.m.
Sin embargo al Consejero Darpon le hicieron despedidas por todo lo alto como si fuera Gandhi.
Publicado por: Hipocrates | 12/27/2019 en 08:45 a.m.
Hay gente que cree que hay que estarles eternamente agradecidos por los servicios prestados. Pues no, que den un ejemplo mas y se retiren modesta y silenciosamente. Y satisfechos consigo mismos por el trabajo realizado. Al menos eso creo yo.
Publicado por: Guadix-Cádiz | 12/27/2019 en 08:52 a.m.
Totalmente de acuerdo con el artículo. Los gestores de Osakidetza hacen gala de su inhumanidad con el personal sanitario explotado miserablemente. Tampoco atienden las demandas sociales como la necesidad del MIR de geriatría en los hospitales vascos y la inclusión de servicios de geriatría en Odakidetza para atender adecuadamente a una de las poblaciones más envejecidas del mundo.
Publicado por: Leopoldo Bárcena Rojí | 12/28/2019 en 09:40 a.m.
¿Solo hacia ese médico Iñaki?, ¿solo en Osakidetza?.
Vivimos en una sociedad en la que lo cuantitativo se impone a lo cualitativo, la tecnocracia ramplona a la vocación de servicio, pero es lo que se premia estimado Iñaki, la pasión y la utopía han quedado guardadas en un cajón tal y como daba a entender entre lineas el propio Jose Ramón Scheifler en su última entrevista en DEIA.
Lo escribí hace tiempo en algún lado. ¿Alguien es capaz de cuantificar el valor de un simple "gracias"?, ¿el dolor de un enfermo?, ¿su alivio?.
Seres sin alma. Y hasta aquí puedo leer.
Me alegra leer tu reflexión para así saber que no soy el único que piensa así.
Agur bero bat
Publicado por: Unai Garabieta | 12/28/2019 en 10:37 p.m.