A veces tiene uno la sensación de no haber vivido lo que ha vivido. El tiempo, el silencio, la velocidad del día a día, el no mirar atrás, el desencuentro, la ausencia física y la falta de reconocimiento hace que períodos enteros de nuestra vida queden sepultados en la nada.
Algo así me ha pasado con aquella intensa etapa vivida en Venezuela cuando gentes idealistas y generosas dieron parte de su vida, de forma anónima para luchar contra una dictadura y lograr una democracia para su pueblo. Y a veces me parece que aquello no sucedió nunca. Y la culpa es nuestra.
Todo esto me ha venido a cuento por varias razones.