Sr. Dn. Jose Antonio de Aguirre
San Juan de Luz
Mi querido Presidente:
He sentido verdaderamente no haberle podido ver estos días. Telefonee hasta tarde a su casa, pero me dijeron que no regresaría Vd. hasta el miércoles o jueves próximos. Mi deseo hubiera sido el de cambiar impresiones con Vd. acerca del escrito que adjunto le remito. Sin embargo, los acontecimientos se están sucediendo en el plano internacional a una velocidad pasmosa y no es posible perder días. Esta misma tarde le he enviado a Miguel Maura ese documento, y él, según habíamos previamente acordado, lo mandará a Ricardo Gasset para su inmediata publicación en “L’Espagne Républicaine”. Casi simultáneamente aparecerá también en “Adelante” de Méjico. Irá firmado por Rafael Sánchez Guerra, por Carlos Montilla y por mí.
He aquí la historia del escrito:
A raíz del discurso pronunciado por Prieto en Méjico el 1 de Mayo convinimos unos cuantos en estimar su llamamiento a la “Solidaridad” como oportuno y necesario. Tal vez Prieto no procedió, a mi juicio, con buen sentido político al atacar a Don Juan de forma tan soez, acaso muchas de sus consideraciones pecaran de aldeanismo, pero la idea en sí era acertada. Nuestro problema se halla, en un callejón sin salida, y era evidente que así no se podía continuar por más tiempo.
Hará cosa de 12 ó 14 días le escribí a Manuel Irujo refiriéndole que existía el vago proyecto de redactar una especie de manifiesto tomando pie de lo dicho por Prieto en su discurso del 1 de Mayo. Le decía, también, como intentaban meterme a mí en la aventura, aunque yo no pensaba, en modo alguno, mezclarme directamente en asuntos de ese orden para los que no siento la menor vocación.
Después de esto han ocurrido tres cosas: 1- la evolución rapidísima del plan Marshall. 2- una conferencia de Santaló en Toulouse. 3- la decisión, por parte de esos amigos a que antes aludía, de publicar el manifiesto de marras.
Lo que sucede con la propuesta de Marshall está a la vista de todo el que quiere tomarse la molestia de informarse de lo que pasa en el mundo. Y esta tiene todos los visos de ser la tercera y última ocasión que se nos presenta para recobrar una España habitable. Por añadidura, como habrá podido Vd. percatarse por la nueva actitud de Sir Samuel Hoare, esa gente nos está señalando a voces el camino a seguir, advirtiéndonos de pasada, del apremio que sienten.
El segundo punto, lo de Santaló, me llenó verdaderamente de asombro. Su declaración de que todavía no se había conseguido llegar a un entendimiento con la Alianza Democrática del Interior, me dio toda la medida de la inepcia del Gobierno Llopis.
Y por último, al tener ocasión de ver un borrador del manifiesto que se proyectaba, juzgué que solo habría de servir para perder, una vez más, el tiempo. Total que decidí coger la pluma y redactar un escrito cuya finalidad no fuera otra que la de dar un aldabonazo a la conciencia nacional de los españoles, de todos los españoles y tuvieran las ideas que tuvieran. Aproveché para ese mensaje un par de cosas de aquel informe que hice para Vd. en 1943, estando en España: lo del juramento de Trasíbulo, que es algo academicista pero le va bien a este estilo de manifiestos, y algunos pasajes, en torno al concepto de solidaridad. Como aquel era un documento de índole exclusivamente privada, que jamás vio la luz, he podido, pues, autoplagiarme con toda frescura.
No hemos querido que aparezca la firma de Maura, ni la de ningún otro politico de demasiado bulto. Y ello para eliminar recelos y suposiciones maliciosas. Nuestro objeto es despertar el sentimiento de la responsabilidad ante la tremenda gravedad y la trascendencia de esta hora. Y para este fin, nada mejor que la firma de unos simples ciudadanos a quienes preocupa seriamente el actual estado de cosas. Es una voz de alerta, un fuerte aldabonazo, una campanada, en suma, aunque en el buen sentido de la palabra. Pero nada más. A Vdes., a los dirigentes políticos, es a quienes corresponde y cumple actuar con eficacia.
La coyuntura que se nos ofrece es excepcional. Por un lado tenemos el Plan Marshall, que se está discutiendo a enorme velocidad, puesto que habrá que ponerlo en marcha antes de que llegue el invierno, y que modifica la posición angloamericana frente a Franco, que ahora se les ha convertido en un molesto estorbo. Por otra parte, la situación actual de los juanistas, coceados brutalmente por el Caudillo y sin fuerzas propias para operar un cambio de régimen ellos solos, se presta a la negociación. Y allá en España, Franco, sin una divisa y con toda su economía al borde del colapso. No pueden, en efecto, presentarse mejor las circunstancias. Pero existe también algo evidente; y de la máxima evidencia. Jamás Londres y Washington darán paso al Gobierno Llopis, o a cualquier otro que pueda llegar a constituirse bajo la égida de la II República. Nuestro problema hace ya mucho que no es el de la caída, sino el de la sucesión de Franco. Y la II República representa la continuación de la guerra civil. ¿Para qué obstinarse en seguir con esa ficción, que es, además, absolutamente inoperante? Yo, la verdad, no acabo de comprenderlo.
Nuestro pequeño –y grande para nosotros- problema, el de Euzkadi, es diferente. Su Gobierno, en primer lugar, es perfectamente legítimo (cosa que no puede decirse del otro) y representa, como la última huelga ha demostrado, a todo el pueblo (lo que también está muy lejos de representar el otro).
No crea Vd. que me dejo influir por el vaivén de los sucesos o por el opinar de las personas. En marzo de 1939, al cesar como Encargado de Negocios en Copenhague, le escribí a Vd. una carta en la que le decía que como la República había dejado de existir me consideraba en adelante un libre ciudadano vasco, en vista de que su Gobierno, el de Euzkadi, era el único que continuaba existiendo legítimamente. Así era y así es. Toda esa torpe resurrección de la II República no ha servido para maldita la cosa, a no ser para que vivan y figuren unos cuantos desacreditados personajes tan desprovistos unos de escrúpulos como otros de mollera, amén de haber prolongado con ello la vida de Franco y la agonía del pueblo español.
No temamos, mi querido Presidente, el advenimiento de una III República. Que si adviene, como pretendemos y aspiramos, por caminos democráticos, ella consagrará, consolidándola, la libertad de nuestro pueblo.
Algunos están tan orgullosos de la guerra civil que siguen usando expresiones violentas para hablar de la política 84 años después.
El engolado y fracasado pepero Alonso dice:
LA BATALLA PARA ECHAR A SANCHEZ SE LIBRARA EN EL PAIJ VAJCO.
¡Jopé qué nostalgia del asesino Mola tienen algunos!
Publicado por: CAUSTICO | 01/19/2020 en 04:48 p.m.
Gregorio Morán: «Los padres de la Transición eran absolutamente impresentables» | Jot Down Cultural Magazine
https://www.jotdown.es/2013/12/gregorio-moran-los-padres-de-la-transicion-eran-absolutamente-impresentables/
Publicado por: Sony | 01/20/2020 en 12:36 a.m.