Corría el año 1600. Medio País Vasco vivía bajo el imperio episcopal de Calahorra/La Calzada. Es cuando don Pedro Manso, obispo a la sazón del obispado calagurritano, ordena en las constituciones sinodales: “que los Prelados hagan imprimir cada año Doctrinas Christianas, en lenguaje acomodado a las Provincias”. Para añadir en las mismas constituciones: “Que en la tierra Vazcongada los sermones sean en Vazquence”.
Han pasado cuatrocientos años. En aquellos tiempos la Diócesis de Calahorra, aparte de La Rioja y pequeñas porciones de Burgos y Soria, abarcaba también a Bizkaia, Alava, la cuenca del río Deba en Gipuzkoa y la comarca de Viana. -
En esa época, apenas breves referencias como las «Glosas Emilianenses» y el «Códice Calixtino» del peregrino Aymeri Picaud, más algunos fragmentos de cantares, denotan la presencia escrita del euskera. Cierto que en 1545 Mosen Bernat Dechepare ha publicado ya su «Linguae Vazconum Primitiae», al que seguirán las obras de Ioannes Leizarraga en 1571. El doctor Betolaza publica en Bilbao, en 1596, la «Doctrina Christiana en Romance y Basquenze», de nulo valor literario, según Villasante.
Y llegamos a 1600. Es cuando don Pedro Manso, en las «Constituciones Synodales Antigvas y Modernas del Obispado de Calahorra y La Calzada», en su Constitvcion X, ordena: «Y porque es conveniente, que cada Provincia tenga la Doctrina Christiana impressa en lengua paterna; y porque ay en la tierra Vazcongada deste nuestro Obispado diferencia en el Vazquence del Señorío de Vizcaya, Provincia de Guipuzcua, y Alaba: Estatuimos y ordenamos que los señores Obispos, nuestros succesores, hagan imprimir cada año cartillas de la Doctrina Christiana en Romance, y en Vazquence, según el vso de las dichas Provincias, para que los Curas tengan cartillas en la lengua propria de cada Provincia: porque Nos assí lo habernos comenzado á hazer en nuestro tiempo; y las que se imprimieren en Vazquence, tengan también la Doctrina en Romance».
Don Pedro de Lepe en escena
No había nacido el «batua» ni «Euskal Telebista». Acostumbrado a las visitas pastorales por las parroquias de su obispado, don Pedro Manso ya había caído en la cuenta de las diferencias dialectales. Es de destacar que se refiere al «vazquence» en Alaba y no sólo en el actual reducto de Aramaio, dato a resaltar para comprobar la recesión del euskera en el Territorio.
En 1698 entra en escena don Pedro de Lepe, obispo famoso por tantos conceptos, al crear escuela en temas divinos y humanos, hasta en la prohibición para el uso del «Chocolin» como vino de misa...
En la Constitvcion VI, Lepe aclara que: «... no es fácil dar impresso texto, o explicación de Doctrina Christiana, que uniformemente pueda servir en todas las tierras, en donde se habla este Idioma, por la mucha diferencia que ay del Vazquence de unos lugares á otros, según la mayor o menor distancia, que entre ellos hay, de la fuente, y origen de la lengua Vazquence: de donde nace, que en unos pueblos no se entiende aquella lengua perfectamente, la qual en otros es usual, y materna».
Para no «encarecer» el producto, ni para que las tiradas sean mínimas, lo que Pedro de Lepe ordena a sus sacerdotes es que expliquen la diferencia de«... vozes. Lo qual enconmendarémos á personas inteligentes, y de doctrina: que sin duda alguna las ay en el Vazquence».
Es un párrafo que no tiene desperdicio... A partir de la publicación de esta norma en 1700, es cuando en el hasta entonces escaso panorama bibliográfico del euskera se multiplican los catecismos: «Doctrina Christianaren explicacioa Villa Franca Guipuzcoaco onetan euscaraz itz eguiten dan moduan», de José Ochoa de Arin (1713).
«Apecendaco doctrina cristiana uscaraz», editada por el jesuita Elizalde en Pamplona (1735). Antes, en 1731, don Martín de Arzadun, cura de Durango, publica su catecismo en Vitoria. De nuevo en Pamplona, 1742, el catecismo del cura de Hernialde, Juan de Irazusta. Otro jesuita, esta vez anónimo, publica un catecismo en Burgos (1747).
La relación es amplia, aunque se podrían resaltar la publicada en Madrid (1757) por Xabier de Láriz: «Cristau dotrinaren esplicacioa aur-entzat ta andientzat», con texto bilingüe a dos columnas, y los pinitos catecísticos del P. Cardaberaz, jesuíta de Hernani, con una traducción del catecismo de Astete, publicada en San Sebastián (1760). Astete fue el best-seller en la traducción catequística.
Los sermones sean en Vazquence
Si la traducción de los catecismos era una forma de mantener unida a la grey ante el avance protestante, don Pedro de Manso también es un avanzado a la hora de los sermones. Y crea doctrina: «Porque somos informados, que en la tierra Vazcongada, y especial en los lugares, que en la mayor parte de ellos habla Vazquence, los Predicadores por autoridad predican en Romance, y no en Vazquence: de lo qual se sigue grande daño; y que la gente que viene de las caserías á oírlos, como no saben Romance, se salen ayunos del Sermón. Por tanto, Santa Synodo Aprobante: Ordenamos, y mandamos, que en los tales lugares los Sermones se hagan en Vazquence; y los Curas no consientan otra cosa, so pena de que serán castigados: y lo mismo guarden los dichos Curas quando declaren el Evangelio».
A don Pedro de Lepe le gustaba poner apostillas a las normas de su predecesor Manso y así ordena que la anterior norma se lleve a efecto también allí donde la mayoría conoce el «romance», porque todos los fieles entendían el «Vazquence», para finalizar:«... y por esta razón en todo el Vazquence los Predicadores naturales de la tierra, deben ser antepuestos a los que no lo son”.
(DEIA, 28.4.1991)
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