Miércoles 29 de abril de 2020
Le conocí junto a su esposa Mercedes Iribarren en su casa de Caracas. Nos recomendó fuéramos al funeral de alguien, cuya esquela había visto en la prensa y que parecía vasco y al final nos presentáramos como miembros de la colectividad y le diéramos el pésame porque eso les reconfortaría y les uniría más a lo vasco. El y su mujer habían dirigido el refugio de niños vascos en la Citadelle (Donibane Garazi) en sus tiempos de refugiado y había tenido que vivir las vicisitudes de un exilio que le castigó pero le permitió dejar una obra de creación y traducción muy notable. Nos comentaba risueñamente que el trámite civil de la boda de Agirre en Algorta le había tocado a él y que el Lehendakari no se lo perdonaba. Fallecido en Caracas en 1969 les acompañé junto a la colectividad al entierro en el Panteón Vasco del Cementerio general del Sur en Caracas. Recuerdo perfectamente la sensación de pérdida que vivimos.
D. Vicente Amezaga, intelectual vasco tiene un busto frente al Abra en Algorta colocado en tiempos del alcalde del PNV Javier Sarria y desde allí vigila la salida y entrada de los barcos por ese mar infinito que le llevó a en viaje increíble en el Quanza y Alsina a Argentina, Uruguay y Venezuela. La foto es de la cubierta del Alsina.
Vicente y Mercedes tuvieron 5 hijos. La mayor Mirentxu (Marie Clark) nació en Paris y vive en Washington donde fue presidenta del Centro Vasco y está casada con el historiador y escritor Bob Clark. Tienen tres hijos, Ane Miren, Kathleen y Robert. Begoña, también nacida en Paris y casada con José M. Martin y con cinco hijos, Pedro, Begoña, Ignacio, Amaia y Javier viven en Donosti. Arantza, la escritora y bibliotecónoma que nació en Buenos Aires y se casó con Pello Irujotuvo cuatro hijos en Caracas, Xabier, Pello, Mikel, Enekoitz y vive en Alzuza (Navarra) desde 1972, Bingen, nacido en Montevideo, médico, casado con Zuriñe Zubillaga tiene tres hijos Zuriñe, Bingen y Maite viven en Errenteria, aunque toda su vida la han hecho en Venezuela y, Xabier, n acido en Montevideo y casado con Marisa Larunbe dos hijos, Xabier Eneko y Gorka. En la actualidad vive en Caracas y está casado con Izaskun Landa.
Cuento esto porque es el reflejo de la típica familia vasca aventada por la guerra y con unos padres comprometidos con una causa hasta el final y viviendo toda su existencia pensando en Euzkadi. Escritor y traductor de lengua vasca Vicente Amezaga,el patriarca familiar que no ha conido a sus nietos,nació en Algorta (Getxo) en julio de 1901. Falleció en Caracas (Venezuela) el 4 febrero de 1969.
Realizó los estudios de Técnica Mercantil en Bilbao para encargarse de los negocios económicos de la familia pero la afición que sentía por las humanidades lo empujó a estudiar Derecho en la Universidad de Valladolid en 1924. En 1931 fue elegido concejal en el Ayuntamiento de Getxo, siendo alcalde José Antonio Aguirre.
Vicente Amezaga cultiva entre 1920 y 1936 los ejes por el que va a transcurrir su vida intelectual. El euskera lo aprendió por aquellos años llegando a dominarlo de forma notable. En 1936 fue nombrado director de Primera Enseñanza por el Consejero de Justicia y Cultura Jesús María de Leizaola en el Gobierno Vasco. La primera responsabilidad de ese cargo fue defender a los niños escolarizados del peligro de los bombardeos.
Nada más ser nombrado director, el 4 de diciembre, Amezaga mandó abrir la primera ikastola bajo la tutela del Estatuto de 1936; en concreto mando abrir la ikastola de Plentzia. Esta primera Ikastola oficial quedó bajo la protección y cuidado del Departamento de Justicia y Cultura del Gobierno vasco. Así empezó la creación de un sistema vasco de Educación, el primer paso para el resurgir del euskera y de la cultura vasca. Pero la guerra civil española del 36 truncó todos los esfuerzos del Gobierno vasco y se vieron obligados a cerrar la ikastola San José de Plentzia. Cuando llegó la guerra y Bilbao estaba a punto de caer en manos del bando franquista, Amezaga tomó bajo su cargo la evacuación de los niños vascos. El mismo Amezaga tuvo que exiliarse junto a su mujer Mercedes Iribarren y se refugió en Iparralde, Inglaterra, Argentina, Uruguay y Caracas. Vivió en la capital de Venezuela hasta que falleció en 1969. Fue Secretario del Centro Vasco de Caracas.
Desde que llegó a América se adentró en el ambiente de los vascos y se entregó a la cultura vasca,sin dejar de trabajar por una causa en la que creía como fueron los Servicios de Información del Gobierno Vasco en el exilio. En Buenos Aires fue miembro del Instituto Americano de Estudios Vascos y profesor en las universidades de Caracas y Montevideo. De octubre a diciembre de 1943 escribió artículos en las revistas Euzko Deya y Tierra Vasca. También publicó numerosos artículos en la revista La Prensa de Buenos Aires y en El Plata de Uruguay. En julio de 1957 la Academia de la Lengua Vasca le nombró miembro correspondiente por la labor realizada a favor del euskera y la cultura vasca.
Colaborador de Euskal Esnalea, en Euzko Gogoa y en Egan con sus temas preferidos como el cuento, la narración, el ensayo y la poesía. Pero donde más se ha destacado ha sido en la traducción de autores de renombre universal como Oscar Wilde; Reading Baitegikoleloa (1954); William Shakespeare, Hamlet. Danemark'eko Erregegaya (1952); Johann Wolfgang von Goethe, Lur-Miña (1960); Plinio, Plini gaztearen idazkiak (1951); Esquilo, Prometeu burdinetan (1959); Cicerón, Adiskidetasuna (1952); Juan Ramón Jiménez, Platero ta biok (1953).
También ha traducido a Pío Baroja, Bolívar y Boccacio. En castellano publicó en colaboración con Edgar Pardo Stolk, Jesús Muñoz Tébar (Caracas, 1959), Hombres célebres de la Compañía Guipuzcoana (Caracas, 1966) y El Hombre Vasco (Buenos Aires, 1968).
Con motivo del 400 aniversario de Caracas en 1966 publicó dos obras: Vicente Antonio de Icuza, comandante de corsarios y El Elemento Vasco en el siglo XVIII venezolano. Las dos obras fueros publicadas por la Comisión del Cuatricentenario de Caracas.
Su hija Arantza, casada con el sobrino de D. Manuel de Irujo Pello, y el hijo de ambos, Xabier el historiador son personas muy conocidas y reconocidas pero no voy a hablar de ellos, aunque lo merezcan y mucho, junto con los demás miembros de una familia tan representativa de una época viviendo hoy en dos continentes.
Se trata de Mari Clark, conocida en familia como Mirentxu. Vive en Washington y fue muy activa en la comunidad vasca siendo presidenta de su Centro Vasco en aquella complicada ciudad donde no son muchos y las distancias largas. Hizo una meritoria labor y siempre ha estado alentando y ayudando a su esposo, el profesor Robert Clark, que ha escrito varios libros sobre los vascos, sobre ETA así como artículos en medios varios, convirtiéndose en los Estados Unidos en toda una referencia.
Mirentxu ha tenido la amabilidad de seguir esta serie de escritos sobre el primer Lehendakari que voy publicando y nos escribió la semana pasada una muy interesante vivencia, para mi desconocida, que creo merece ser destacada porque aporta no solo un dato sino la huella que la guerra dejó en una niña hasta el punto de querer volver a ver y reconocer aquello que había vivido y posteriormente leído.
Dice así:
Mis aitas junto a numerosos exiliados vascos, entre ellos María Teresa Aguirre de Madariaga, hermana de José Antonio Aguirre, llegaron al puerto de Hamilton, Bermuda a bordo del barco portugués Quanza un 10 de noviembre de 1941.
Esta isla jugó un papel importante en las operaciones de información de los servicios secretos de los poderes aliados. Había 1200 expertos británicos científicos y lingüistas trabajando bajo difíciles condiciones en el sótano del Hotel Princess interceptando y analizando correo y mensajes entre Las Américas y Europa antes de ser enviado a sus destinatarios. Mis aitas y la hermana del Lehendakari no sabían nada del paradero de José Antonio porque llevaban mucho tiempo de viaje. El control británico les detuvo por dos días, e invitaron a María Teresa, mis aitas y unos pocos vascos más al Hotel Princess donde fueron interrogados por el servicio de Inteligencia británico, llevando a cabo este interrogatorio en privado por orden del Gobierno inglés, y es allí donde le dijeron a María Teresa que su hermano estaba a salvo y que pronto sabría de él.
Con mi esposo, nuestra hija Anne Miren y su esposo Joel, en nuestro último viaje a Euskadi en marzo de 2016, hicimos escala en Hamilton, Bermuda. Nuestra meta era visitar al Hotel Princess. El hotel está a poca distancia del puerto y fuimos caminando.
En el hotel nos presentamos y expliqué lo que queríamos y muy amables nos concedieron una gira del salón donde todo esto se había llevado a cabo y el cual se conocía como "Salón 99".Toda una experiencia que os cuento.
El segundo testimonio es el de la hija de D. Vicente, Arantza, prolífica escritora, autora de la organización de la Biblioteca del Parlamento Vasco, casada con Pello Irujo y que no solamente ha escritos esa colección de estupendos libros que nos ha puesto a disposición en internet, sino de cientos de artículos de reflexión y divulgación. Ahondando en el exilio del lehendakari nos hizo llegar este testimonio.
“Conocí al lehendakari Aguirre antes de nacer, en su primera visita a la Argentina. En la foto que guardo como tesoro, un grupo del Laurak Bat de Buenos Aires rodea al diplomático panameño Dr. Guardia Jaén y a su esposa, junto al lehendakari Aguirre, al que flanquean mis aitas. Los hombres resguardados con pesados abrigos y las mujeres adornadas con pamelas floridas y tapados cortos de lana, miran sonrientes a la cámara en aquel octubre austral.
Después le recibimos con flores en el aeródromo de Carrasco, Uruguay, con txistus en el aeropuerto de Maiquetía, Venezuela, momentos de los que también guardo fotos. Lo recuerdo siempre tocado con su sombrero y cubierto con su sobretodo, clavando su mirada franca en cada uno y en todos nosotros, y despachando sus convincentes discursos que nos trasladaban su optimista esperanza de retorno. Sus visitas a las Eusko Etxeas de América tenían como propósito primordial revigorizarnos el espíritu porque aseguraba que no habíamos perdido una guerra, sino una batalla, y asegurar el mantenimiento del Gobierno vasco del exilio, representante de nuestra protesta en los escenarios europeos y americanos. La tarea recayó primero en los vascos argentinos, luego pasó a manos de los vascos venezolanos.
Cuando murió, el mundo vasco sintió una conmoción semejante a un terremoto. Una especie de orfandad. ¿Qué vamos a hacer sin el lehendakari? preguntaron todos, tal como lo habían hecho cuando hubo de abandonar Bilbao en 1937, cuando cruzó la frontera de Catalunya en 1939, cuando en mayo de 1940 desapareció en Dunkerque.
Nadie hablaba del lehendakari por temor a cometer una indiscreción aún en nuestra ignorancia de su paradero, repetía mi madre, pasajera del Alsina y del Quanza, rumbo a América, junto a mi padre, Vicente/Bingen Amezaga, Tellagorri, Telesforo Monzón, Francisco Basterretxea, Luis Bilbao, Lucio Aretxabaleta y sus familias, y la hermana del lehendakari, María Teresa. Rezaban por su salvación en las cubiertas de los barcos de su expatriación, mientras Manuel Irujo desde Londres, para confortar el ánimo de la dispersa comunidad vasca, organizó un Consejo Nacional Vasco, a la espera de su reaparición. Porque no se permitieron la duda de su muerte.
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