Mayo de 1992
Corría la primavera de 1977. El gobierno de Adolfo Suarez había convocado las primeras elecciones democráticas para el 15 de junio.
Telesforo Monzón, que oficiaba como cancerbero de las esencias del patriotismo, bosquejó una cumbre solemne de partidos nacionalistas. Lo hizo junto a dirigentes de ETA Militar, mantenía con ellos una relación intensa.
Tenía como fin que estos adoptasen una posición común frente a las elecciones del 15 de junio: el boicot a estas mediante una abstención activa. Asistieron PNV, ANV, ESB, ESEI, ETA Militar, ETA Político Militar, EHAS, LAIA, Jose Luis Elkoro, en representación del Movimiento de Alcaldes, así como la periodista Mirentxu Purroy. La nota exótica estuvo en la presencia del navarro Mariano Zufía, del Partido Carlista. Dejó entrever en los pasillos que el Príncipe Carlos Hugo de Borbón y Parma estaba al tanto de lo que allí acontecía.
Estuve en las reuniones representando a EIA, que había nacido como partido en el frontón de Gallarta el 2 de abril del mismo año, y que de forma simultánea estaba creando la coalición Euskadiko Ezkerra. Precisamente para acudir a las elecciones.
El lugar escogido para la Cumbre fue el hotel de Chiberta, en la localidad de Anglet, muy cerca de Bayona.
Sobre Txiberta se ha escrito bastante pero no tanto por personas que estuvieron presentes. Quizá a causa de ello se han colado algunas leyendas que con el tiempo han cobrado fortuna, como la pistola de Argala encima de la mesa. Beñaran Ordeñana, Txomin Iturbe y Jose Manuel Pagoaga, alias “Peixoto”, representaron a ETA Militar. “Argala” intervenía a menudo, llevaba la voz cantante incluso, estaba claro que su discurso y el de Monzón habían sido coordinados con carácter previo pero no sacó pistola alguna.
Monzón inauguró la cumbre en un aire festivo, puesto en pie, solemne, midiendo las palabras, pronunciándolas con cuidado.
Apeló a la imperiosidad de crear el Frente Vasco. No citó a los partidos vascos no nacionalistas pese a que él había sido consejero de Gobernación de Jose Antonio Aguirre y Lekube, junto a socialistas y comunistas vascos.
Su discurso fue medido. Apeló al espíritu de la Nueva Fenicia y a su autor el ministro de Estado Joseph Garat, originario de Lapurdi.
La desaparición física de Eduardo Moreno Bergaretxe, “Pertur” había tenido lugar unos meses atrás, el 23 de julio de 1976. Sobre Francisco Múgica Garmendia, Antxon Etxebeste y Miguel Angel Apalategi, dirigentes de los “Comandos Bereziak”, escindidos de ETA Pm, sobrevolaba la sospecha de aquella barbaridad. Algo más que una simple sospecha. Un crimen aún sin resolver.
Para algunos partidos, como el que yo representaba, aquello fue un baile de máscaras. Acudimos para hacer el paripé, para no quedar mal ante Monzón y sus comparsas. En la dirección de EIA teníamos decidido estar presentes en las elecciones. No de forma unánime pero sí por amplia mayoría.
Y lo diré. Mientras los representantes de ESEI, ESB, ANV y EIA nos escudábamos en circunloquios y rodeos más o menos afortunados con el fin de no enfadar a los Milis, los representantes del PNV, Gerardo Bujanda, Juan José Pujana, Joseba Azcárraga y Koldo Amezketa alzaron la voz. Ante el asombro de los presentes, sentados a la mesa de reuniones y (o) en corrillos, con una rotundidad que sorprendió, expresaron su disposición a participar en los comicios. Y dieron razones: (I) la sociedad vasca deseaba votar, llevaba más de 40 años sin hacerlo. (II) el PNV del año 1977 formaba parte de la democracia cristiana europea y (III), la más importante, ellos no mataban ni usaban pistolas, lo suyo eran las papeletas. Palabras casi literales, los asistentes las entendimos a la perfección.
Fueron pronunciadas en una atmósfera propensa al compadreo con Monzón y los Milis. Con esas palabras, dieron a los reunidos en Txiberta una lección moral.
Iñaki Martínez
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