
En campañas electorales tener razón tiene dos partes: una, tener razón y, otra, no menos importante, que te la den. Y como la vida no siempre se rige por parámetros lógicos, a veces ocurre que tener razón no es suficiente. Pensaba en ello cuando le veía a Arkaitz Rodríguez, puño en alto, delante de Iberdrola decir de todo contra una empresa que tiene su sede en Bizkaia y que gracias al pago de sus impuestos podemos tener parte del bienestar social que nos rige ya que tres de cuatro euros de los presupuestos vascos van a políticas sociales. Posteriormente marcharon por la Gran Vía echando humo rojo en ese remedo de primavera roja que nos anunciaron junto con ELA y LAB. Y es que el gran enemigo de su ideología, no nos engañemos, es la economía social de mercado, el empresario y el empresariado, la empresa privada, lo institucional. Lo hemos visto con el confinamiento. Lo de menos era el virus. Lo de más era propiciar una crisis económica total, como si no fuera compatible conservar la vida económica de un país con la lucha contra un virus que además nos viene de su modelo chino. Las grandes convulsiones aceleran los procesos de cambio y han creído que este era el momento. Saben que su talón de Aquiles es no poder ofertar un modelo puntero y moderno de sociedad democrática con valores y por eso no salen del raca raca del derecho a decidir (enunciado por Sabino Arana) sin negociar nada, una etérea República Vasca, el acercamiento de los presos, desalojar al PNV, acusar sin pruebas al partido del Negocio Vasco y prometer la revolución pendiente sin decir cómo se paga. Es el método Ollendorf, de salirse por la tangente que lo que demuestra es no poder presentar un programa serio de reconstrucción ni de convivencia sobre casi nada. En este contexto la buena noticia sobre las inversiones en energía limpia en Petronor les repatea y dicen que es propio de la campaña electoral para unas elecciones que curiosamente no querían y unas transferencias que mandaban a calendas grecas. Que se lo pregunten a los secretarios de ELA y LAB que además se presentan como sindicatos de contrapoder y sindicatos antisistema.