En 1.730, dos años después de su fundación, salía de Pasajes la primera expedición rumbo a las nuevas factorías, integrada por cuatro buques cargados hasta los topes con fruta y mercaderías de Euzkadi.
Muchas fueron las familias vascas que, alentadas por el creciente éxito de la empresa, se establecieron definitivamente en Venezuela y con el transcurso de los años fueron levantando nuevas factorías.
Gracias a los desvelos de los hombres que dirigían la Compañía, se hicieron mejoras costosas en la provincia de Venezuela y Maracaibo, se fomentó la labranza y el abono del cacao y se elevaron templos y hospitales. Era tal su prosperidad, que permitía repartir elevados dividendos entre los accionistas y hacer generosos donativos, estableciendo dotes a sociedades de beneficencia y mercantes.
A pesar de las trabas que el comercio de Curaçao y Bonnaire pusieron a esta iniciativa, lograron aquellos vascos superar la competencia y abarataron enormemente el costo de mercancías y fletes hasta el punto de que sólo podían competir con la empresa las compañías inglesas de la India.
No obstante esta prosperidad, por real decreto del 24 de Mayo de 1.751, se ordenaba el traslado de la residencia de la Compañía de Donostia a Madrid. Inútiles fueron los esfuerzos y el interés de las Juntas Forales de Gipuzkoa y de los miembros directivos de la compañía para impedir el traslado a Madrid.
Como la compañía florecía cada año y cada balance, querían que la caja estuviese en Madrid.
Tal vez, si hubiese sido la compañía un fracaso, hoy todavía hubiéramos tenido en alguna calle del puerto de Donostia algún carcomido anuncio donde, en letras ya borrosas por los años y la humedad del Cantábrico, pudiéramos leer, si no era mucho pedir, el título "Compañía Guipuzcoana de Caracas”.
Comentarios