D. José María Jimeno Jurío es navegante solitario, autodidacta, hombre de letras de los que ya no quedan. De la historia de su pueblo natal, Artajona, pasó al folklore en todas sus vertientes y ahora su curiosidad le ha llevado a recalar en los Estatutos de Autonomía de la República. Cuando habla —deprisa, apasionadamente— le brillan los ojillos, vivos, escrutadores, un punto malicioso. Impresiona lo que sabe y sobre todo lo que quiere saber; su capacidad de asombro y su actitud predispuesta al descubrimiento. José María Jimeno Jurío nunca pisó una Universidad, porque la de Navarra le vetó la entrada. D. José María Jimeno Jurío s pertenece a la «generación del silencio»: un silencio productivo, el suyo.
—Al plantearse la cuestión de los Estatutos, antes que nada hay que tomar conciencia del problema navarro al llegar la República. Esta teoría que sostienen los «foralistas» o mejor los «cuarenta y unistas» de ayer y de hoy de que todo Navarra aceptó el Pacto-Ley de 1841, no es cierta. El pueblo navarro, tanto el pueblo como las clases politizadas, no han terminado de aceptarla jamás. La prueba es que en cada período democrático, o al menos liberal, en los Gobiernos de España, se manifestaban unas reivindicaciones del pueblo pidiendo la abolición de las leyes antiforales. Al llegar la República es cuando aflora este sentimiento sobre todo entre los carlistas. La Merindad de Estella, en mayo de 1931, es la que primero se manifiesta con cantidad de proclamas, etc.
Llega el Estatuto de Estella y es aprobado por unanimidad de los que asistieron. Para entonces existía ya la oposición de los Ayuntamientos ugetistas que dominaban en la Ribera, precisamente porque en el Estatuto —lo cual es un fallo visto desde una perspectiva actual— hay un matiz confesional.
Carlistas, contra el Estatuto laico
Después de la aprobación en Estella hubo otro error sobre todo por parte de los ayuntamientos en que dominaba el PNV. Quisieron llevar el Estatuto con prisas a Madrid, presentándolo al Gobierno el 22 de septiembre. Fueron con toda la candidez del mundo antes de que las Cortes Constituyentes debatieran en la Constitución española, los artículos correspondientes a la cuestión regional. Las gestoras y la oposición de izquierdas se movieron para que el Gobierno no lo aceptara. En la Constitución española, efectivamente aparecía un título dedicado al problema regional. Por eso, hay que rehacer absolutamente todo y adaptar el Estatuto a las nuevas normas de la Constitución laica. A partir de este momento los carlistas comenzaron a discrepar.
Ahora bien, sucede una cosa curiosa. En Navarra no sólo se oponen los carlistas, sino también los socialistas. Ahí está por ejemplo. Azarola, alcalde de Santesteban que era radical-socialista. Así, mientras en las Vascongadas se unieron todos más o menos, para apoyar el Estatuto, en Navarra fue el caos.
En un principio, los carlistas apoyaron el Estatuto como reivindicación foral. Tengamos presente que los carlistas de las cuatro provincias habían convivido en las guerras del siglo anterior por esa misma reivindicación. Al llegar la
República, sus hijos y nietos, lo que quieren es reivindicar esa autonomía.
Después, en enero de 1932, se alian jaimistas e integristas y comienzan las luchas entre los nacionalistas y la comunión tradicionalista. Los jaimistas se creían los únicos puros, los únicos católicos y les achacaban a los nacionalistas, haber aceptado una República que era laica.
PUNTO Y HORA.—En definitiva lo que llevó al carlismo a oponerse al Estatuto fue el asunto religioso...
—Sí, sí, principalmente eso. Aparte de ellos, estaban los centristas, alfonsinos y «foralistas» que insistían mucho en la personalidad de Navarra, sin tener en cuenta que las cuatro provincias tenían su personalidad y su autonomía.
En la segunda fase, cuando los Estatutos tiene que ajustarse a la Constitución laica, los partidos de las otras provincias, tuvieron una clara visión de que lo importante era la unión de toda Euzkadi y que todo lo demás era accidental: después de lograr la autonomía se podrían solucionar todos los demás aspectos, el religioso, el de enseñanza, etc. En Navarra se cargaron las tintas en lo religioso.
PUNTO Y HORA.—Es que de otro modo parece poco comprensible un cambio de actitud de Navarra en tan poco tiempo.
—Efectivamente. La votación de Estella fue favorabilísima, la del 10 de agosto favorabilísima para un Estatuto que era laico puesto que se habían suprimido las enmiendas de Estella. Luego, en la votación del 31 de enero, cuando todavía no estaba escrito el texto del Estatuto, cuando únicamente se votaba si el pueblo navarro quería un único Estatuto para Euzkadi, también por abrumadora mayoría, Navarra vota por el Estatuto conjunto. Después es cuando comienzan las fuerzas a moverse y se hunde todo.
Socialistas: Un Estatuto burgués
PUNTO Y HORA.—¿En qué sentido se movió cada partido o al menos los más importantes?
—En la primera fase, el PSOE, mayoritario en la ribera, se opone al Estatuto confesional. Sin embargo, no se puede hablar de que este o el otro partido mantengan tal o cual postura, porque dentro de un partido, había individuos que mantenían una actitud y otros que sostenían otra diferente u opuesta: Ansó por ejemplo, apoyaba el Estatuto. Azarola estaba en contra.
Refiriéndonos a los pueblos, hay casos como el de Larraga que no quiere saber nada del Estatuto. Esta actitud obedecía a razones de tipo económico, cosa que me parece que el PNV no tuvo en cuenta. El problema de la Ribera era de subsistencia, era un problema primario. Existía por ejemplo, el tema de las corralizas desde muchos años atrás, con muertes por delante. Reivindicaban la regresión de las corralizas al pueblo. Hay actas de Larraga en que el Alcalde, en una sesión del Ayuntamiento dice: «Aquí no queremos ningún Estatuto, lo que queremos es el pan nuestro de cada día». Para esta gente, el Estatuto era burgués. Asimismo hay que conocer la actitud del PNV con respecto a la reforma agraria. Estos datos pueden explicar la hostilidad de la Ribera al Estatuto.
PUNTO Y HORA.—¿Hubo algún conflicto entre los que se oponían a su partido y el partido?
—Precisamente en Pamplona, el Partido Radical-Socialista expulsó a varios concejales, porque estaban dispuestos a apoyar el Estatuto. El problema es muy complejo. En cada Ayuntamiento, hay que distinguir las posiciones y las fuerzas, las minorías y las mayorías.
Las Vascongadas por la unidad
PUNTO Y HORA.—Se da la paradoja que en la cuestión del Estatuto la izquierda y la derecha —socialistas y carlistas— se unen...
—No es que se unan, coinciden. Pero insisto en que no se puede hablar de una uniformidad. David Jaime, socialista tafallés, diputado a Cortes, al regresar de Madrid, y enterarse de que su Ayuntamiento había decidido no votar ningún Estatuto, les echa en cara su actitud y consigue que rectifiquen.
PUNTO Y HORA.—¿Y los «foralistas»?
—A estos, todo lo que huela a unirse con las Vascongadas les saca de quicio, con el argumento ya mencionado de que la personalidad de Navarra se difumina-ría en el conjunto vasco. Estos foralistas que abogaban por el Estatuto de Navarra, creo que en el fondo eran más nacionalistas que los otros.
PUNTO Y HORA.—¿Podían haber existido causas de tipo económico o social?
—Da la impresión de que algunos sectores que esgrimían el Fuero tenían intereses económicos que defender. Con Navarra separada, ellos podían moverse más, dentro de su campo, que unidos con las otras provincias.
PUNTO Y HORA.—¿Qué ocurre con las izquierdas en Guipúzcoa y Vizcaya?
—Allí es diferente. Hay declaraciones suyas en los que sacrifican sus principios en aras de la unidad, aunque dejan para después la presentación de sus reivindicaciones. Pero ante todo, la autonomía en la unidad.
Es lo mismo que hicieron aquí Gortari y Aizpún, en vísperas de la última Asamblea. Escribieron que no les gustaba el Estatuto, pero que lo apoyarían.
Existía además otro factor importante en Navarra. No había ese sentimiento vasquista, vasquista en el sentido «araniano» como en las Vascongadas. En Navarra había un deseo de abolición de todas las leyes. Quizás lo que fallaba era que la población no era euskaldun y entonces no se sentían tan vascos.
PUNTO Y HORA.—Olvidando por un momento su condición de historiador y sin el distanciamiento consiguiente, ¿podría darnos su visión de lo que ocurre hoy?
—Hoy, en las Vascongadas, con motivo del centenario de la abolición de los fueros, el Ayuntamiento de Vergara y otros se han volcado. En Navarra ni Ayuntamientos, ni Diputación, se han movido prácticamente. Sólo algunos partidos políticos. Esto el 14 de abril no ocurrió. Por supuesto hay que tener en cuenta estos cuarenta años.
El centralismo de !a República (?)
PUNTO Y HORA.—¿Cuál fue la actitud del Gobierno de la República para con los Estatutos?
—En el Pacto de San Sebastián, previo a la proclamación de la República, hubo un compromiso de defensa del regionalismo. Luego en cuanto se proclamó la Constitución, favorecieron el que las gestoras redactaron el Estatuto de Autonomía. Otra cosa es en 1933, cuando llegan las derechas al poder. Entonces el cambio es radical.
PUNTO Y HORA.—Es que a la República se le ha acusado de centralismo...
—Bueno, la República no era la República Federal que en principio se pensó y quizás fuera centralista, pero dentro de ese centralismo dio opción para que se hiciesen los Estatutos.
PUNTO Y HORA.—¿Qué significación encerraba el Estatuto para Euzkadi?
—Creo que para enjuiciarlo, hay que partir de un problema de origen técnico, más que político, porque en definitiva, la política ha sido la que ha dividido a un pueblo que culturalmente es homogéneo. El Estatuto respondía a la realidad de ese pueblo, culturalmente homogéneo. También respondía a un planteamiento de futuro. En Navarra la gente al impugnarlo, se fijó en razones de tipo histórico-político más que en razones de futuro. Sobre todo, pensaban que un estatuto laico iba a impedir el culto.
PUNTO Y HORA.—Pero laico, no significa antirreligioso.
—Exactamente. Es liberal. Deja en libertad a las gentes para practicar o no la religión.
PUNTO Y HORA.—Además habría que tener en cuenta que el PNV lo propició y sus partidarios eran católicos.
—Pero a machamartillo, además.
PUNTO Y HORA.—¿Y económicamente qué podía significar el Estatuto?
—En un primer planteamiento se trataba de salvar los Convenios Económicos con el Estado. Para las Vascongadas hubiera supuesto una ventaja por la posibilidad de desarrollar el comercio interno y la industria. Sin embargo en Euzkadi, hubo gente que no quería privilegios para las regiones más industrializadas —Catalunya y País Vasco— sin autonomías para todas las regiones españolas. De todas maneras, los Estatutos no preveían un proyecto económico concreto.
En el aspecto económico, «los foralistas» insistían en que a Navarra un Estatuto conjunto le iba a salir más caro que una autonomía separada.
Solucionar el futuro
PUNTO Y HORA.—A su juicio, ¿cómo se plantean hoy las reivindicaciones?
—Por ahora en Navarra, apenas si se ha hecho nada, fuera de ciertos partidos. Ahora con todo este lío de la Diputación, en el fondo los tres disidentes se paran en la ley de 1841, cuando quizás Navarra se debía de plantear el problema de una forma más radical, revisando todas estas leyes analizadas en su contexto. Habría que abarcar toda la problemática y, en definitiva, mandar un poco a la porra todo y proponer una solución de cara al futuro, desde un punto de vista político, económico y sobre todo cultural. Pero todavía hay mucho miedo y gente convencida de que la unión con las Vascongadas es mala. Para mí la solución es clara.
PUNTO Y HORA.—Usted acaba de hablar de soluciones de tipo cultural. ¿Qué ha sido la cultura vasca durante estos cuarenta años?
—Las medidas represivas han sido bestiales: hablar en euskera era sinónimo de afecto a determinada posición política. Se castigaba a los chavales en las escuelas por hablar euskera, poniéndoles un anillo de hierro. En fin, toda esta represión bestial ha traído como consecuencia que las manifestaciones culturales hayan quedado ocultas. Sin embargo al mismo tiempo, esta represión ha hecho también en muchos sectores sobre todo entre la juventud, que se haya producido una fuerte reacción. Pienso por ejemplo en ciertos movimientos de la Ribera.
El pueblo pide cultura vasca
PUNTO Y HORA.—¿Y en Navarra a nivel oficial?
—Bueno, han ocurrido cosas como que una cátedra de Universidad Vasca se llevara a Salamanca. Aquí, fuera de lo que ha hecho Príncipe de Viana, el movimiento cultural ha empezado muy recientemente. Yo mismo, nacido en Artajona e hijo de carlistas, no he tenido conciencia de muchas cosas hasta hace relativamente poco tiempo. Para mí los nacionalistas eran poco menos que el coco.
Ha sido de poco tiempo a esta parte, cuando mucha gente está redescubriendo una realidad, ya que la desmentalización ha sido querida, preparada y realizada. Esto es indudable.
Hoy todo lo que son reivindicaciones culturales vascas está partiendo del pueblo, de la gente joven que está descubriendo toda esta problemática. La cultura oficial no se entiende todavía sino dentro del esquema, de la línea que se ha venido trazando a lo largo de estos cuarenta años.
Autodidacta
PUNTO Y HORA.—En medio de este panorama sombrío, ¿cómo nació en usted la curiosidad histórica?
—Empecé con la historia de Artajona y hasta hace cuatro o cinco años casi exclusivamente me había dedicado a la historia medieval. Hace cuatro años me lié la manta a la cabeza para hacer un estudio etnográfico de Navarra. Me encontré con un gran problema. Es esa cultura que está en la gente y que se está perdiendo, que se pierde con los hombres que van muriendo.
De la historia Contemporánea de Navarra, apenas si tenía unas ideas generales, pero no me había puesto a profundizar. Por ser hijo de mi época, no me había planteado por ejemplo, la unidad cultural del País Vasco. Después he descubierto todo un mundo. Hoy si tuviera que volver a publicar algunas cosas, lo haría con unos planteamientos distintos.
PUNTO Y HORA.—¿Usted es un autodidacta?
—Sí, sí, sí. Si hubiera trabajado con método...
PUNTO Y HORA.—¿Y su interés por el folklore de dónde arranca?
—A primera vista, parece que la cosa folklórica no es importante. Sin embargo, creo que el folklore nos descubre una realidad socio-económica pavorosa. Estudiando el folklore de Navidad por ejemplo, se ve el modo diferente de celebrarlo del señor y del pueblo bajo; éste último si tenía un poco de abadejo para cenar podía darse por satisfecho. El folklore entendido como exponente de la vida del pueblo, de sus manifestaciones, es asombroso. Con muchos de estos datos, se podría hacer una historia del pueblo navarro, del pueblo, no del reino. Ya estamos hasta las narices de saber todos los reyes, obispos y batallas. Lo que pasa es que como hasta ahora han hecho la historia el Padre Moret o Aleson, los que en definitiva tenían letras, los nobles, el clero, han interpretado desde un punto de vista la historia. Lo que hay que hacer ahora es reinterpretarla desde el pueblo.
La historia no es neutral
PUNTO Y HORA.—No cree usted, por lo tanto, en la neutralidad de la historia?
—El historiador es muy parcial. Sólo ya al seleccionar los datos. Hoy, por ejemplo, yo me encuentro con una cosa pasmosa para mí y es que algunos historiadores jóvenes interpretan las guerras carlistas como lucha de clases. Pero las guerras carlistas las inicia el clero, la nobleza y los burgueses y a esos señores les sigue todo el pueblo. La super abundancia del clero es fundamental y el enorme analfabetismo también.
PUNTO Y HORA.—Cuando termine con los estatutos, ¿en qué piensa investigar?
—¡Queda tanto por hacer, queda tanto por hacer!
Y Jimeno Jurío lo repite, una y otra vez, convencido. Casi asombrado.
A. Hualde
- 1930 -7 de Agosto. Pacto de S. Sebastián. Acuerdo entre diferentes fuerzas republicanas para derribar a la monarquía. Se admite teóricamente la concesión de un Estatuto de Autonomía a aquellas regiones que quieran solicitarlo siempre que, aprobado por una mayoría de alcaldes de la región, sea refrendado por un plebiscito popular. En el pacto no participa el PNV.
- 1931 -14 de Abril. Proclamación de la II República.
21 de Abril. Decreto de nombramiento de unas comisiones gestoras que hacen las veces de las Diputaciones vascas. Republicanos y socialistas infringen un pacto anterior con nacionalistas y carlistas, según el cual no aceptarían cargo corporativo alguno que no gozara del consenso popular.
10 de Junio.- Asamblea de Estella. Asisten 480 Ayuntamientos de los 528 del País Vasco. El PNV introduce tres días antes, dos enmiendas en el Anteproyecto de la Sociedad de Estudios Vascos: obtención de la nacionalidad vasca no a los dos años, sino a los diez de residencia en el País Vasco; reserva al Estado Vasco de las relaciones con la Iglesia. 9 de Diciembre. Promulgación de la Constitución Española: Han de ser las Comisiones Gestoras quienes elaboren el proyecto de Estatuto. Procedimiento: 1) Los Alcaldes deciden si es único para el País o uno para cada provincia 2) Si se aprueba la unicidad se somete a una Asamblea General de ios Ayuntamientos. 3) Refrendo mediante plebiscito popular. 4)Presentación en Cortes.
1932.-31 de Enero. 1.100.000 votos a favor del Estatuto único contra 100.000 votos negativos y abstenciones. El proyecto reserva las relaciones con la Iglesia al Gobierno central; cooficialidad del castellano y el euskera (en el de Estella el idioma oficial era solo el euskera).
Poco a poco los carlistas se vuelven en contra del "estatuto ateo".
19 de Junio.- Asamblea de Ayuntamientos en Pamplona: Navarra queda excluida del Estatuto (109 votos favor, 123 en contra).
1933.- Las medidas anticlericales del gobierno central ponen en contra a los católicos vascos (PNV, carlistas). Represión contra Euskadi. Los presos vascos de Larrínaga inician la primera huelga de hambre de la historia vasca. 20 de Julio. Los Ayuntamientos de las tres provincias aprueban en Vitoria el Estatuto.
5 de Noviembre.- Plebiscito a favor del Estatuto.
1934.-Ya con las derechas en el poder sube el tono antiautonomista del Gobierno republicano. Detenciones de alcaldes vascos. El tema del Estatuto queda relegado.
1936.-Constitución del Frente Popular. El PNV no se integra.
1 de Octubre. Aprobación del Estatuto en Cortes.
Formación del Gobierno Vasco con José Antonio de Aguirre como presidente.
A. Hualde
Punto y Hora (Setiembre, 1976)
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