Corrían los años de la República. El PNV había creado el Aberri-Eguna o Día de la Patria, que, como consecuencia de la aprobación del Estatuto Autonómico de 1936 y de la formación consiguiente del Gobierno de Euzkadi, se trocó en fiesta nacional vasca. El primer Aberri-Eguna había tenido por marco Bilbao, el conjunto urbano más populoso del país y la cuna de Sabino. Los actos de mayor intimidad se desarrollaron en Sabin-Etxia. El segundo Aberri-Eguna fue en Donostia, segunda ciudad en orden demográfico en aquel entonces. El Aberri-Eguna donostiarra tuvo un lema singular: "Euzkadi-Europa". El G. B. B., a cuyo cargo estuvo su organización se hallaba presidido por Telesforo de Monzón.
El tema de la unidad europea contaba con numerosos precedentes, no tan sólo en el orden del pensamiento, sino de la acción. Pero, en aquel momento histórico de los años treinta, nadie —que yo sepa— lo llevaba por lema. Fue el PNV el que lo lanzó, sin sospechar que, antes de terminar el decenio había de ser desencadenada la guerra mundial, una de cuyas consecuencias de mayor relieve y trascendencia es la constitución de Europa, como unión de unidades en ámbito continental y como concurrente necesario el afianzamiento de la paz del mundo en orden universal.
Al Aberri-Eguna siguieron las elecciones generales, en las cuales, uno de los diputados triunfantes en la candidatura del PNV por Guipúzcoa fue Telesforo de Monzón. Hubo de dejar la presidencia del G. B. B. en la cual tan brillante ejecutoria alumbró —recordamos como botón de muestra su gesta con ocasión de las inundaciones de Rentería—, para formar parte del Grupo Parlamentario Vasco en el Congreso de los Diputados, dentro del cual mantuvo igual correcto comportamiento que los restantes miembros integrantes de aquél, entre los que me encontraba yo mismo.
Se dio de alta en la historia el hecho militar de 18 de julio de 1936. El PNV acordó formar filas con la democracia y la legitimidad contra el intento castrense y fascista. Pasamos en Donostia malos días: yo, los peores de mi vida. Había que salvar vidas humanas y garantizar un orden civilizado. Al constituir la Junta de Defensa, nadie nos discutió la presidencia de la Comisión de Gobernación: de Orden Público. Nos hallábamos presentes Telesforo de Monzón y yo. Telesforo guipuzcoano y euskaldun. Yo navarro y escasamente iniciado en el euskera. Fue nombrado él a propuesta mía y por unanimidad. Ejerció su cargo con competencia y brillantez, hasta que, los brutales y vergonzosos fusilamientos de los presos de Tolosa provocaron su desaparición súbita de la escena política, en la que hubo de ser cubierto su vacío con dificultades notorias y reiteradas.
Aprobado por las Cortes el texto del Estatuto Vasco se procedió a la designación de Gobierno. Telesforo de Monzón fue nombrado Consejero de Gobernación, cargo que mantuvo durante la guerra civil en el país y en exilio, mientras corrían los días de la gran guerra y largos años después. Un día entre los días, Monzón creyó que el Gobierno Vasco debiera mantener relaciones con don Juan de Borbón, a la sazón pretendiente a la Corona de España. El Gobierno Vasco no tomó en consideración la propuesta y Monzón dimitió su cargo.
En el curso de los años que siguieron a aquellos hechos, se han dado de alta en la escena de la vida vasca ETA y los grupos abertzales en cuyo detalle no voy a entrar. La escena política vasca ha perdido en unidad orgánica y funcional lo que ha ganado en policromía. En esta policromía, encabezando una de las candidaturas al Parlamento, aparece el nombre de Monzón.
Las incidencias derivadas de una sentada llevada a cabo en protesta contra la política persecutoria de lo vasco y de los vascos, ha conducido a Telesforo de Monzón al Juzgado que lo ha procesado y a la prisión, de donde ha sido ya anunciada su salida, pendiente tan sólo de requisitos de ejecución. "Dejo el azada y tomo la pluma", escribió Telesforo de Monzón cuando se preparaba a defender sus posiciones desde su residencia de Donibane, donde vivía dedicado a la horticultura. Espero que, antes de que estas líneas vean la luz, pueda escribir "Dejo la cárcel y vuelvo a la libertad".
Telesforo y yo somos viejos amigos. Nuestra vinculación nos viene de tradición, a la que hacemos honor por encima de las incidencias de la vida. Fueron también grandes amigos nuestros padres, que juntos vivieron su juventud y cursaron en la Universidad los estudios de Derecho. Mientras él se hallaba en permanencia tras las rejas, yo no hubiera encontrado manera de escribir estas líneas. Ahora, cuando he sabido que va a dejarlas, ya puede correr la tinta sobre el papel.
Creemos en la misma patria y con igual afán. La servimos aspirando, yo a la unidad abertzale, Telesforo a la policromía abertzale, aunque en el fondo de su alma perviva el mismo afán patriótico común. En el actual momento histórico podemos contemplar como solución posible de orden inmediato un Estatuto de Autonomía, que sea apoyado por las principales fuerzas políticas y político-sociales del país, en el cual obtengamos el reconocimiento de nuestra personalidad vasca, logrando a la par, que tal reconocimiento respete y garantice la personalidad, derechos y facultades de Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra. El actual proyecto de Estatuto elaborado por la Comisión designada por la Asamblea de Parlamentarios Vascos, mejora el de 1936 aprobado por el Parlamento de la República, en cuya defensa cayeron 10.000 gudaris en los campos de batalla. Intentamos aplicarlo —una vez aprobado— en solidaridad con todos los pueblos de la península, de Europa y del Mundo.
Nos preocupan también, con presión acelerada, otros problemas de orden social y económico, de carácter insoslayable, como son el paro y la inflación, con todo su cortejo de descapitalización y pobreza que arrastran. Pensar en estos instantes en soluciones radicales equivale a desconocer el momento histórico que estamos viviendo. Es el ser mismo de nuestro pueblo el que está en juego. Y no podemos ofrecer a Euzkadi como conejo de indias para que sobre su cuerpo nacional se lleven a cabo experiencias de "revolución social". Es preciso que en nuestro suelo cese todo género de violencia, tanto la de significación institucional como aquella que, con carácter endémico, impone tributos, atraca, secuestra, hiere o mata. Es de una incongruencia evidente y notoria el afirmar que "Esta es la mística patria: La revolución social inspirada en nuestro propio ser". Y si hemos de procurar "Que no haya en esta campaña ataques personales y violentos entre abertzales", mucho más hemos de evitar que haya secuestros y ejecuciones capitales. Como debemos realizar los esfuerzos conjuntos que de nosotros dependan para que no puedan repetirse actitudes como la que denuncia en su nota pública don José Ramón Recalde, director del Departamento de Derechos Humanos del CGV.
Llamo a Telesforo de Monzón a que mida sus responsabilidades y utilice sus dotes y prestigios para que, entre todos, seamos capaces de salvar el difícil momento que estamos viviendo, abriendo camino a una Euzkadi libre en la que nos encontremos, viviendo en el honor y en la dignidad, todos los vacos.
Manuel de Irujo
(DEIA – Febrero, 1979)
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