Xabier Arzalluz es actualidad permanente necesita presentación. De todos modos siempre hay una actualidad inmediata y en este momento no es otra que la campaña que se ha lanzado contra su persona desde algunas esferas del poder. Hoy por hoy, su labor fundamental está en la sombra, en la presidencia del EBB. Quedan atrás los tiempos en que llevaba el peso de la representación parlamentaria del PNV en Madrid. Pero Arzalluz no añora aquellos tiempos. Se remonta a más atrás, a los primeros años setenta en que se dedicaba a la enseñanza y a la investigación de la historia y el derecho.
Porque Arzalluz es eso, un universitario, de hondas raíces vascas, al que Ajuriaguerra llevó a las altas responsabilidades políticas que nunca había ambicionado.
ERE.—¿Dónde están las raíces políticas de Arzalluz? ¿Cuándo y por qué abraza la causa del nacionalismo vasco y del PNV en concreto?
X.A.—Ya he dicho otras veces que soy de familia carlista, carlista vasca. En el carlismo ha habido también, como sabes, mucho hojalatero pero un carlismo que era el resto casi ancestral de una época en la que también este pueblo se vio despojado. Entonces el paso al nacionalismo venía por sí solo, es decir, en la medida en que no había perdido contacto popular, porque yo soy de Azcoitia, de una familia trabajadora —mi padre era chófer—. Éramos siete hermanos, en aquel momento —1932—, hay una serie de condicionantes que hacen que uno tenga efectivamente las raíces muy puestas en ese caldo popular vasco y en la medida en que uno accede a un conocimiento que no se lo han dado, sino que ha topado con él a través de libros, entonces el ajuste de las ideas es casi automático. La mirada hacia atrás, de dónde venimos, el cómo han tratado a nuestro pueblo, en qué situación está, en riesgo inminente de desaparición es un poco el detonante que explica mis posiciones políticas.
ERE.—Dentro del bagaje histórico del nacionalismo, ¿existe alguna figura especial que le ha impactado especialmente a Xabier Arzalluz?
X.A.—Bueno, yo creo que mi nacionalismo tiene un proceso independiente del conocimiento de estas personas. Antes de conocerlas había hecho una opción fundamental de cara a mi pueblo que se puede definir como nacionalista. Después he visto —claro, porque no tuve ocasión de conocer a Sabino Arana o a José Antonio Aguirre en juventud primera— que a Sabino Arana le pasó exactamente lo mismo. Sólo que mucho más directamente porque vivió en un momento bastante trágico y los planteamientos de Sabino no son más que la forma política de eso que ya sientes y has definido. Aguirre es una persona que polariza una época y Landáburu pertenece también al mismo fenómeno. Por tanto, mi identificación con ellos es automática porque ya tenía todos los elementos, que son al fin y al cabo los mismos que movieron a ellos... Pero yo no soy nacionalista porque ellos me hayan enseñado sino por mi propia evolución interna y aún antes de tener conocimiento de estas personas yo estaba en la misma posición que ellos.
ERE.—Bien, pero dentro de su biografía, ¿cuándo se da ese salto del carlismo al nacionalismo?
X.A.—Históricamente en el momento en que yo era jesuita todavía y empiezo a leer cosas sobre mi país, de tipo histórico, lingüístico y perfecciono mi lengua a la que nunca abandoné, a pesar de que llevaba muchos años sin tener ningún vasco con quién hablar.
ERE.— ¿Cómo definiría al hombre vasco de hoy?
X.A.—Un hombre bastante desquiciado lógicamente en una sociedad que está cambiando a pasos agigantados por una serie de factores, por una industrialización desordenada, por la presencia de una emigración que se hace notar e introduce una serie de factores, por una pérdida de valores de tipo moral, natural. Todavía un hombre capaz de mucho idealismo, cosa rara en una sociedad como la actual, con serios restos de potencia, de capacidad, de entrega, de trabajo. Por tanto, dentro de ese desquiciamiento que yo llamo ilógico porque este pueblo ha padecido mucho, creo que este pueblo es uno de los más nobles que existen en Occidente y digo en Occidente porque otros pueblos no conozco.
ERE.—En alguna entrevista aún no muy lejana, X. Arzalluz dijo que el pueblo vasco es tradicional en su forma de vida, pero socio-económicamente es bastante avanzado. ¿Hoy sostiene esto?
X.A.—Sí. En el orden de la convivencia hay valores sólidos que se llaman tradicionales que subsisten y tienen que subsistir, porque no hay por qué confundir lo tradicional con inmovilismo. Y en lo socio-económico, el pueblo vasco siempre ha tenido cosas sorprendentes. El error de muchos está en buscar cosas sorprendentes a partir de ideologías que se han creado en campos de cultivo bastante diferentes y no ahondar un poco más en muchísimos elementos que existen en este país, en la lucha larga que lleva, que son altamente positivos y mucho más movilizadores que los que pretendidamente se quieren sustraer de determinadas ideologías. Por ejemplo cosas que hoy se consideran tan poco ortodoxas como la intervención de los poderes públicos en ámbitos económicos e incluso económico-familiares que han sido habituales aquí. Si lo estudiáramos, sacaríamos conclusiones que son enormemente atrevidas no sólo en el ámbito de los derechos humanos, sino en lo económico. La propiedad colectiva de las minas; el constante intervencionismo de nuestros legisladores regulando incluso gastos en la vestimenta porque la emulación social hacía que muchas familias vivieran por encima de sus posibilidades; el control público de esos gastos que si hoy se modernizara sería un escándalo en Occidente.
ERE.—¿Es Arzalluz el político de más raigambre vasca por su estilo, su lenguaje, tal y como se dice en algunos medios?
X.A.—Si fuera verdad, sería el mejor elogio que me podrían hacer. Desde luego soy bastante poco dado a tapujos, sobre todo con mi gente, y creo que no soy político, tal y como se entiende al político. El político empieza a viciarse cuando busca su propio interés y es evidente que la política es un campo tentador porque es el campo del poder. Y entonces, creo que al político se le vicia por esa vertiente egoísta que existe a la hora de luchar por el poder. Creo que eso no tengo. Yo no estoy en la política por esa vocación personal ni tengo ningún sentido mesiánico. Me he negado siempre a hacer una campaña electoral sobre mi persona, cosa que más de una vez se ha intentado porque parece que el mundo de hoy lo pide. Nosotros al final hemos tenido que ceder, por ejemplo, con la campaña electoral al Parlamento vasco y hemos tenido que personalizar con Garaicoechea porque parecía que era inevitable. Pero inevitable o no, siempre me he negado a hacer con mi persona y mi imagen una campaña porque creo que es un mal precedente para el pueblo. Al pueblo hay que dejarlo en su sitio, el pueblo tiene que controlar al político, tiene que hacerlos rotar y tiene que evitar que se cree una casta política porque tarde o temprano esa casta política segrega intereses propios que se distancian de los del pueblo y eso en cualquier régimen. Entonces este partido tiene una cosa buena que yo intento fomentar a toda costa, como son las incompatibilidades y el control de los políticos para evitar la formación de esas castas. Pero yo me creo alejado, no sé si me autoengaño, de ambición personal, tal vez esa sea la razón de mi calificación en ese sentido.
ERE.—¿Qué opina de los políticos que hoy están en el candelero en Euskadi?
X.A.—Creo que no son de excesivo nivel. Tampoco han tenido tiempo para consolidarse. O sea que los fenómenos de egoísmo no han tenido tiempo de aparecer con absoluta claridad, pero creo que en mi partido, en comparación con lo que he conocido en otras latitudes, hay mucha más dosis de generosidad y de ausencia de egoísmo. Aunque el peligro también existe entre nosotros.
ERE.—Y en la izquierda abertzale, ¿existe generosidad?
X.A.—Evidentemente. Ten en cuenta que mientras más radicales son los planteamientos, y más en esos ámbitos a que te refieres, pues la generosidad es grande, evidentemente.
ERE.—Dicen que le molesta su pasado jesuítico.
X.A.—No me suele molestar, porque pienso que ni me ha sido perjudicial ni que es una deshonra. Fui jesuita en un momento determinado. Creo que gracias a ello he podido desarrollarme porque mi familia no tenía recursos para que yo estudiara. Por eso tengo, he tenido, una obsesión: haber dejado en Azcoitia, en mi mundo, muchos amigos- a los que yo reconozco que tenían capacidades notables, que de haber podido desarrollarlas hubieran aportado mucho a la sociedad. En ese sentido considero que a nivel personal he tenido una gran suerte.
ERE.—¿Sigue teniendo raíces fuertes en el Urola?
X.A.—Sí. Y eso que voy muy poco, pero le tengo un gran cariño a Azcoitia y a mi gente. Con la falta de contacto te encuentras cada vez más lejos, pero le tengo gran cariño. Además es una gente extraordinaria, la gente de Azcoitia concretamente. Ya me gustaría escribir sobre todo aquello. Algún día lo haré porque es una gente extraordinaria.
ERE.—El ser de Azcoitia, del Urola, guipuzcoano, ¿no le ha marcado dentro de su condición de vasco?
X.A.—Nunca me he detenido a considerarlo, pero puede que sí. También admiro a los vizcaínos. Los vizcaínos son un poco cabeza dura pero son gente extraordinaria. Yo vivo muy contento en Vizcaya. Pero soy guipuzcoano. Y el guipuzcoano es un vasco muy interesante, más flexible que el vizcaíno. Los vizcaínos les llaman tramposos, pero a la vez el guipuzcoano es emprendedor, trabajador, con un sentido humano muy grande. Cuando a veces le acorralan demasiado salta como una fiera. Pero no salta así como así. No es tan agresivo como otros pueblos vascos. Yo admiro mucho a los guipuzcoanos.
ERE.—En Icíar dijo Arzalluz que no pararemos hasta conseguir la plena soberanía feral, y en todo caso, lo que exija la voluntad de este pueblo. ¿Podría explicar esta frase?
X.A.—Yo soy un teórico más que un práctico de la política. Hay un problema de formas. Hoy es el Estado, antes fueron los reinos. Ambas son estructuras cambiantes. Pero lo que es clave es la supervivencia de este pueblo, con estructuras cambiantes. Lo fundamental es que este pueblo se desarrolle de acuerdo con su voluntad. La estructura que elija es accidental. Si llega un momento en que este pueblo necesita para que le dejen ser, estructurarse de una forma determinada lo tendrá que hacer si puede. Las mismas formulaciones nacionalistas tienen un momento histórico. El foralismo fue otro. Pero lo que estuvo manteniendo instintivamente fue su propia personalidad, lo que es un milagro. Es uno de los pocos pueblos de Occidente que se puede decir que han mantenido su identidad a lo largo de miles de años. Eso es lo fundamental. Un estado independiente, un pacto feral es accidental, lo que no quiere decir que a veces sea necesario. Pero las formas no son las metas.
ERE.—Al PNV se le achaca que debe una parte de su éxito al sacrificio de ETA, que recoge lo que otros siembran.
X.A.—ETA pretende que todo lo que ha pasado ha sido por ellos. No tenemos más experiencia que la que ha habido. Me gustaría saber qué hubiera pasado sin el fenómeno ETA, pero está por ver. ETA se puede llevar a engaño mientras siga creyendo que una presión armada es lo que he hecho todo, puesto que creo más en el esfuerzo colectivo de una lucha común y no en la de unos cuantos. Ahora bien, con lo que ETA ha acuciado al poder en un momento en que éste se desmoronaba, ha creado un problema y es un componente importante de eso que se ha llamado «problema vasco» que se quiere solucionar. ¿En qué grado se quiere solucionar? En esto diferimos ETA y nosotros: ETA se querrá atribuir la última razón en los logros adquiridos.
ERE.—¿No puede suceder que en el PNV haya entrado o esté entrando gente, advenedizos de última hora a la vista de la fuerza y el poder que va adquiriendo en el país?
X.A.—Puede tenerlos. Y habrá más de uno. Y en qué grado, no lo sé. Más que el que haya entrado por un puesto, que lo habrá, el hombre que entra en la política por medro personal es muy cauto y su problema es otear el horizonte. Pero todavía estamos en una fase muy incipiente y esto puede aún acabar como el rosario de la aurora. En estas condiciones tomar parte en una institución como el Gobierno vasco es un riesgo muy grande. Porque esto puede acabar en la cárcel, el exilio o el paredón. Y si hay algún espabilado que actúe así está corriendo un riesgo. Por eso no creo que éste sea un fenómeno muy amplio.
ERE.—A veces se critica al PNV desde la izquierda, de nepotismo, de acaparar cargos.
X.A.—Yo a esa izquierda le diría que los precedentes que ha establecido en consejos generales vascos, etcétera, no son precisamente para que pueda decir nada al PNV ni a nadie. Porque han entrado a saco con armas y bagajes en la parcelita que les ha tocado. Y no vamos a empezar a hablar de casos concretos. A la izquierda más le vale callarse en ese tema.
ERE.—Pero, ¿no es peligrosa esa política?
X.A.—.Qué el PNV vaya al copo? Hay visiones diferentes. Nosotros en los cargos políticos procuramos poner a gente de absoluta confianza como haría cualquiera. Gente que sepa interpretar una política determinada y llevarla adelante una vez que asumimos la responsabilidad. La verdad es que desde la base del partido hay quejas constantes de que el Gobierno vasco está plagado de gente de EE y otros ámbitos. Pienso, de todos modos, que también se nos tiene que juzgar desde fuera. Además, no estamos en condiciones normales y aquí existe el sentido del grupo político de una forma tan feroz todavía que el que tengas a ciertos niveles a personas de otras formaciones políticas, es auténtica beligerancia y será culpa de todos... En ayuntamientos, diputaciones, donde las corporaciones son plurales, el espectáculo que damos todos es de un partidismo feroz. Quiere decir esto que nos queda mucho por madurar. Y eso hace también que nuestro partido a la hora de escoger gente pues se comporte fuera de una normalidad.
ERE.—No hace aún mucho tiempo, Arzalluz dijo en una reunión privada de militantes del PNV algo así como que al nacionalismo le faltaban teóricos. Que quienes más teorizaban sobre nacionalismo eran los marxistas. Si esto es así, ¿por qué sucede?
X.A.—Los grupos marxistas nacionalistas tienen que hacer un esfuerzo teórico importante para ajustar sus postulados nacionalistas a los marxistas, porque tengo la convicción de que los temas nacionalistas no han estado presentes a la hora de elaborarse los análisis marxistas originales. El marxismo se ha encontrado después igual que los teóricos de la revolución francesa. El marxismo va a salir precisamente al paso de los errores de los planteamientos de la revolución francesa. Pero sigue en el mismo error. No tiene en cuenta una serie de realidades. Y por tanto el esfuerzo del marxista nacionalista tiene que ser mayor. Yo, sin embargo, poseo una convicción sobre la que no necesito teorizar. Está ahí y quiero sacarla adelante. Pero lo que quiero decir cuando dije eso es que más que una teorización. Estamos muy atrás en la producción literaria, libresca, porque el nivel cultural de nuestro pueblo, libresco, no es excesivo. No hemos tenido prácticamente universidad nuestra. Hemos pasado cuarenta años a los que era casi imposible acceder a esos niveles. Es decir, ha habido un corte y eso explica la escasa producción.
ERE.—¿Se está haciendo un esfuerzo dentro del PNV, de todos modos, en este campo?
X.A.—Hará falta una nueva generación. Yo mismo me siento capacitado, pero luego la realidad de estos tiempos te lleva a centrarte en tareas más inmediatas. A veces recuerdo cuando Ajuriaguerra y Zubiri me sacaron de la universidad. Yo vine a la política porque estaba afiliado, y por un mínimo de disciplina dejé mi carrera universitaria, hoy hubiera sido catedrático de Derecho Político. Muchas veces pienso si ahí no hubiera sido más útil a mi pueblo. Y si a mí me dejaran hoy elegir, elegiría aquello. Y hubiera podido organizar en torno a mí un plantel de gente vasca nacionalista que hubiera podido desarrollar cosas. Todo esto es lo que no ha pasado. Será sin embargo la próxima generación la que consiga esto que es tan importante para un partido.
ERE.— ¿En qué consiste la modernización del PNV a los tiempos, de la que Arzalluz hablaba recientemente?
X.A.—Cuando hablo de modernización, hablo de elevar el nivel informativo y cultural de su gente. Y que tiene que acomodarse a las formas de funcionamiento actuales. Un partido de masas, con una estructura confederal, con amplias autonomías, lo cual es muy bueno, con sus incompatibilidades, lo cual es muy buena, tiene el peligro de caer en la ineficacia a la hora de tomar decisiones y movilizarse. Lo que quiero es que no pierda esos valores, pero a la vez encuentre sistemas de coordinación que eviten el peligro de que esa estructura se convierta en algo difícil de mover. Buscar recursos económicos, tener gente liberada, organizar mejor las cosas, meter medios técnicos...
ERE.—¿Qué le parece la oposición que tiene el PNV?
X.A.—He dicho muchas veces que si es difícil estar en el poder es más difícil estar en la oposición. El poder siempre tiene recursos. Pero a hacer bien oposición, aquí no se ha aprendido todavía. Por eso es desastrosa. Hay partidos a los que se ve que no saben ya qué decir y atacan, atacan.... pierden crédito, cuando lo que tenían que hacer era ganar terreno, presentar alternativas. Esa credibilidad que da una oposición estudiada, trabajada, bien llevada, es la que no existe aquí.
ERE.— ¿Cómo definiría la política de oposición del PSOE?
X.A.—Creo que el PSOE ha perdido los papeles. Entró de autonomista, con ganas de identificarse con el país, pero le resulta difícil porque es parte del engranaje estatal. Entonces, un partido que tiene que hacer méritos para tomar el poder allí se tiene que ver con un montón de líos para poder pintar algo aquí, habiendo como hay disputas con el poder central. Por compromisos allí, han tenido que doblegarse, y en algunas cosas, probablemente muy a su pesar, como Navarra. Les dejan en la estacada, pierden credibilidad... Y cuando oigo las cosas que dicen determinados líderes no puedo menos que sonreír. No hacen daño, al revés, se desacreditan. Es una oposición absurda.
ERE.—¿Euskadiko Ezkerra?
X.A.—Es una formación política que ha surgido de la lucha armada y ya he dicho más de una vez la inteligencia y valor que ha supuesto dar ese paso, aunque muchos piensan que en realidad juegan a dos bandas. Lleva una política más inteligente... Con todo, se deja llevar demasiado por la hipoteca que tiene desde sus planteamientos marxistas leninistas y todo lo demás. Sus conexiones pasadas y azuzamientos que pueda recibir desde su propio bando, por ejemplo, emecés y todo lo demás. Creo que tiene que desprenderse de toda esa serie de cosas si quiere ser una buena oposición. Y es que en esta sociedad no es lo mismo plantearse hacer revolución que hacer oposición.
ERE.— ¿Herri Batasuna?
X.A.—Hay componentes muy diferentes. Los hay extraños. Da la impresión de que quienes llevan la iniciativa con las gentes de MC y LCR, y resulta curioso recordar cuáles eran aún sus posturas hace un año. Pero también tiene unos componentes nacionalistas radicales sinceros. Creo que es una coalición a la que no se ha dejado estructurar, y ha llevado una política absolutamente desmadrada. Salvo que aquí no hubiera un curso político razonable. HB o cambia radicalmente o se va al garete.
ERE.—Le han acusado de ser el organizador de la protesta municipal contra la visita de Suárez 0Asuroe esa responsabilidad?
X.A.—La protesta que ha habido ha sido muy suave, ¿no? Realmente, al partido Xabier Arzalluz le ha dejado la mano libre, pero si nos ponemos a protestar desde luego en Madrid tienen que ser muy conscientes de que aquí Suárez podría pasar en helicóptero, pero no se podría mover. Si el PNV se pone de verdad a protestar por el viaje de Suárez, puede sacar muchos miles de gente a la calle, de muchas maneras, así que primero vamos a dejar las cosas en su sitio. El PNV no ha querido poner obstáculos. Tampoco era correcto que si Suárez quiere conocer el país pasara sobre rosas. El país no está así. Y estos señores protestan por la violencia. Y cuando unos alcaldes que están realmente en paro lo que hacen es manifestar esa situación suspendiendo actos corporativos —porque no se ha paralizado el trabajo en comisión—... Tiene gracia que Madrid reaccione como reacciona. El Alcázar, por ejemplo, fíjate las cosas que ha dicho de Suárez. Y ahora resulta que nosotros que hemos dicho mucho menos estamos ofendiendo a España. ¡Esto no es nada más que una campaña! Tampoco veíamos claro si protestar con vehemencia porque es tal el acoso que sufre Suárez: intrigas, incluso en su propio partido... que no sabes a quién ayudas con un protesta fuerte. ¡Si nosotros hubiéramos querido estropear el viaje de Suárez, claro que lo hubiéramos conseguido!
ERE.—El PNV ha hablado últimamente de la posibilidad de utilizar la resistencia civil. En una situación desesperada, de marcha atrás, ilegalidad de los partidos vascos, ¿qué estaría dispuesto a hacer el PNV?
X.A.—En todas las constituciones existe un derecho a la rebelión, cuando se pisotea esa constitución. En ese caso defenderíamos la legalidad y elegiríamos el método adecuado para defenderla.
ERE.—¿Qué diría Arzalluz a gentes que organizan campañas de descrédito contra su persona como las que realiza determinada prensa de Madrid?
X.A.—A cierta gente no les diría nada. Les despreciaría simplemente porque se trata de mercenarios, es más importante buscar de dónde viene la campaña, que no es más que la segunda parte de otra cuyos componentes son medios oficiales, instigados por informes de gente de aquí. Sabía que esto iba a venir. Sabía que hace tiempo que el segundo acto era la contraposición Arzalluz-Garaicoechea. Sabía que había un informe del Ministerio del Interior en el que se decía que Arzalluz era un infiltrado de Euskadiko Ezkerra, un izquierdista peligroso, que estaba colocando gente en las fábricas, esperando su momento. Después se me dijo que ese informe iba a salir hacia afuera y me dieron el nombre de un periodista y efectivamente fue el que empezó con el asunto. ¿Quién lleva hacia esos ámbitos determinados informes? En eso tengo también una idea muy clara.
ERE.—¿Cuál es el objetivo de esa campaña?
X.A.—En política hay un principio. Primero controlar, y lo que no controlas, destruir. Para mí está claro que ha habido intentos de controlar al PNV. Hay poderes que no toleran que haya un partido que pueda ser clave, y no sólo para el ámbito vasco, sino como reacción en cadena para otros ámbitos, y al que no se controla. ¿Hasta dónde llegan esos poderes? No lo sé, pero los hay. A Xabier Arzalluz por el mismo efecto de la propaganda se le crea la imagen de un hombre poderoso, que controla el partido, por ejemplo. Que yo a Garaikoetxea lo pongo y lo quito... Es curioso, se empieza como un elemento de desinformación y se lo terminan creyendo. Si no aparece Arzalluz en la visita de Suárez hubiera faltado un componente importante en esta visita, etcétera. La realidad es mucho más prosaica. No soy mesiánico, no quiero ostentar un liderato. Quiero exactamente lo contrario, que la gente tenga más personalidad y que haya una base democrática. Yo en su día pude haber optado, llevado por una determinada ambición, a ser lendakari, y a lo mejor lo hubiere conseguido. Pero ni lo he pretendido ni lo he querido, entre otras razones porque pienso que habiendo sido jesuita no soy el adecuado para estar al frente del Gobierno en estas circunstancias. Porque se es más vulnerable, la crítica barata; y habrá gente de concepciones muy religiosas que vea críticamente mi persona. Y en segundo lugar porque procede de una fuente más teórica que otra cosa y me faltan dimensiones como la económica y el gobierno de hombres, que pienso que Garaicoechea las tiene. Siempre he sido partidario de Garaicoechea porque tiene, no sólo formación jurídica, sino económica, aparte de su inteligencia y su presencia. Ha sido empresario, y no tenemos gente que haya estado en la administración y se haya ocupado de hombres y problemas. Y lo más parecido a la administración pública es una empresa. Además es navarro y esto da ocasión para decir: Señores, estos son ciudadanos nuestros. Por eso siempre propuse a Garaicoechea y nunca pretenderé ser presidente de un Gobierno de Euskadi ni antes, ni ahora ni nunca. Y el que mejor sabe que todo lo que se ha dicho es mentira es el propio Garaicoechea. Por eso estoy tranquilo.
ERE.—¿Y eso que ha publicado Pedro J. Ramírez en Diario 16 de que Garaicoechea ha dicho a un amigo suyo de que su principal error fue ceder la dirección del partido a Arzalluz?
X.A.—Es una agudeza más de Pedro J. y ya sabemos cuáles son sus fuentes. Eso no lo ha podido decir Garaicoechea. Es desconocer la dinámica interior de este partido. Yo ni se lo he preguntado porque huelga hacerlo. Pensar que en el PNV el presidente del Gobierno puede ser el del partido, es organizar tal revolución. ¡Es una imbecilidad!
ERE.—Pero de todas maneras, y al margen de la campaña, es cierto que Garaicoechea y Arzalluz son dos maneras de ser, dos talantes distintos. Por ejemplo, ante el «frente por la paz» hubo dos actuaciones matizadamente diferenciales. Mientras Arzallus hacía hincapié en las causas de la violencia, Garaicoechea lo dejaba fuera. ¿A qué obedece esto? ¿A dos talantes? ¿A dos papeles? ¿A dos maneras de ver la política?
X.A.—Nunca me he sentado con Garaicoechea a decir tú qué línea llevas y yo qué línea llevo. Tengo con él muy buenas relaciones y no hablo todo lo que quisiera porque también tiene muchos problemas, y con eso de que está en Vitoria. Nunca hemos hecho un reparto de papeles. Lo que pasa es que son distintos. Un jefe de Gobierno tiene que tener en su actuación otros componentes que yo no tengo por qué tener. Puede pensar en un momento que con el PSOE o UCD le conviene tener unas relaciones determinadas. Pero tampoco tendrá un componente popular distinto del partido que le ha dado su voto o tener en cuenta la opinión de otros partidos en la función de gobierno aunque no formen parte de ese Gobierno. Y Garaicoechea está en esa función. Yo formo parte de la dirección de un partido, y ese partido puede pensar en un momento que debe empuñar el látigo. Lo que cuidará es no estropear la labor de Gobierno. Pero a veces tampoco me convendrá decirle al Gobierno: Voy ha hacer esto, porque sé que le pongo en un compromiso. Pero en cuanto vea que le estoy estorbando echaré el pie atrás ya que tengo que ser el principal sostén de la acción del Gobierno. Estamos en papales totalmente diferentes y eso no lo conciben en Madrid. ¡Cómo coño van a concebirlo! Mira toda la lucha que tiene Suárez, con gente alrededor que quiere tomar la presidencia del partido y el que, en definitiva, ha sido el que ha hecho el partido. Y ahora dicen de nosotros lo que ellos quisieran tener. Y no comprenden que a la hora de la verdad esto tenía que suceder así, porque Garaicoechea es un jefe de Gobierno y yo de partido.
(Revista ERE – Diciembre, 1980)
Duro artículo de The New York Times sobre España: "El país donde las discotecas son más importantes que las escuelas" - Contrainformación
https://contrainformacion.es/duro-articulo-de-the-new-york-times-sobre-espana-el-pais-donde-las-discotecas-son-mas-importantes-que-las-escuelas/
Duro artículo de The New York Times sobre España: «El país donde las discotecas son más importantes que las escuelas»
"¿Puede haber mayor prueba de la urgencia de reformar la educación que la incompetencia de una clase política producto de sus deficiencias?", se pregunta el autor del artículo.
«Fútbol, playas, corridas de toros y discotecas. Las prioridades en la apertura de España tras meses de confinamiento se podían leer como una declaración de intenciones sobre la visión del país». Así, sin paños calientes, da comienzo un duro texto publicado por The New York Times sobre la gestión de la desescalada en nuestro país.
El diario, uno de los rotativos más prestigiosos del mundo, saca de nuevo los colores a España sacar los colores a España por su actuación en la pandemia de la covid-19. “El país donde las discotecas son más importantes que las escuelas”, tituló el escrito el periodista David Jiménez, en el que realiza un repaso por algunas de las medidas tomadas en nuestro país tanto por el Gobierno central, como en algunos autonómicos.
Resalta el artículo que «el ocio nocturno permaneció abierto semanas después de haber sido identificado como un foco de contagios», y que «se autorizaron multitudes en celebraciones de todo tipo, trasladándose el mensaje de que la batalla estaba ganada». Señala, asimismo, que esto ocurria mientras los «partidos políticos y ciudadanos» se peleaban por «quién tiene la culpa, si la derecha o la izquierda, de un fracaso colectivo».
El repaso del artículo también levanta ampollas en Madrid o Catalunya, ya que destaca que «las autonomías recuperaban las competencias en sanidad y educación sin haber organizado los sistemas de rastreo y seguimiento de contagios que han frenado la expansión en otros lugares».
Inicio del Colegio
Con el inicio del colegio para millones de estudiantes, el artículo señala que falta de previsión ha sumido en el desconcierto la reapertura de las escuelas» y se hace una pregunta: «¿Puede haber mayor prueba de la urgencia de reformar la educación que la incompetencia de una clase política producto de sus deficiencias?»
Jiménez señala que la crisis sanitaria «ha desnudado un modelo escaso de medios, con un profesorado mal pagado y desmotivado, planes de estudio anclados en el siglo XIX y una creciente desigualdad que permite a las familias con recursos eludir las carencias del sistema con apoyo extraescolar, enseñanza privada y cursos en el extranjero para sus hijos». Todo un alegato en pos de la educación pública.
Resalta el texto que la situación del inicio del curso es caótica, señalando que da comienzo con «una huelga de estudiantes, estrategias diferentes en cada región y planes improvisados para reducir a toda prisa la ratio de alumnos». Además, señala que se intentan arreglar a toda prisa «reorganizar horarios, contratar profesores e implementar medidas que debieron ser planeadas con meses de anticipación».
Publicado por: Sony | 08/30/2020 en 06:11 p.m.
La manifestación que niega el covid en Alemania acaba con 300 detenidos
https://www.elconfidencial.com/mundo/europa/2020-08-29/miles-de-negacionistas-del-covid-se-manifiestan-en-londres-y-berlin-contra-las-medidas_2729239/
Publicado por: Natan | 08/30/2020 en 06:38 p.m.