A los que contamos los años por decenas nos da rubor leer cosas como las que la revista "Euzkadi" (num. 220 de 19 de febrero) pone en boca de D. José Mª Picaza, acerca de su actuación en la guerra de Euzkadi.
No es posible encontrar una persona -por muy inmodesta que sea- que se autocalifique de héroe. Y eso hace el Sr. Picaza.
Resulta difícil hacer una crítica de cuanto dice en la entrevista el Sr. Picaza. No se pierde nada con intentarla, si con ello se consigue que queden aclaradas algunas de las cuestiones ni planteadas.
La fantasía del Sr. Picaza no tiene límites, "Entré en el ejército por una orden del Gobernador y como “era conocida mi afición por los motores" se le "impuso entrar en aviación". Y como no había aviación "partió hacia París para obtenerlos". ¿Quién le acompañó? ¿El funesto piloto civil Yanguas? ¿Quienes más? Porque en aquella época -julio-agosto 1937- si no teníamos aviones tampoco teníamos pilotos. También a otros se les encargó adquirir armas y algunos, por sus indiscreciones, no pasaron de la palanca bilbaína.
Cita también, y con imaginación, las peripecias de su regreso de Francia con dos avionetas, por lo visto suficientes para la solución del problema, porque en Lamiako no podían aterrizar otros más potentes y que luego pudieron hacerlo. En París le ofrecieron un empleo en la "Embajada (sería la española, entonces, todavía, manipulada por gentes afectas al movimiento franquista en una buena parte), pero "preferí volver aquí trayendo medios de defensa para tal Pueblo”. Casi nada…
Después le “llamó Jesús Luisa, el secretario de Monzón" (D. Jesús de Luisa Esnaola, era Secretario General de Gobernación) y le dijo “tengo una idea que tú eres el único que puede realizar". Y así nació Ertzaña Egiletua, donde para entrar "únicamente se exigía juramento de fidelidad al Gobierno legítimo" y cuyos componentes pertenecían "a todas las tendencias políticas desde pro-monárquicos hasta comunistas y anarquistas". Es la primera noticia de que los monárquicos estén al lado del Gobierno de Euzkadi y de la República.
Y desde entonces fué "comandante jefe" de la policía motorizada y de sus muchachos. ¿Cuántos eran en total? Porque parece que con tantos comandantes, capitanes, tenientes y sargentos, las fuerzas bajo su mando tenían que ser equivalentes a las de un batallón completo.
Las misiones de Ertzaña Egiletua eran "velar por el orden público, custodiar el ministerio de la Gobernación y los exteriores de las cárceles. Además, actuábamos como enlaces entre el frente y el Estado mayor, encargándose de las transmisiones y del servicio de información. Estábamos presentes allí donde se produjera algo, un saqueo, un robo, bombardeos..." En fin, todo. Más es imposible. No era necesario contar con el batallón de transmisiones que existía y actuaba, y otras unidades de batallones, que también tenían la misión de las transmisiones y dependían del Departamento de Defensa.
No termina ahí. "Espiábamos las emisoras del enemigo". Y hechos "que poca gente conoce es que fue la Ertzaña motorizada la que salvó Bilbao de la destrucción", aunque ya para aquellos días el comandante jefe se encontraba ausente de Bilbao.
Y de su actuación en Gernika. Y en el asalto a las cárceles. Aquellos sí que fueron actos heroicos. Y la anécdota, que no debe faltar nunca. Cuando fué a inspeccionar el frente. "Iba yo sólo. Para cuando me quise dar cuenta, estaba en el territorio del enemigo. Había pasado la línea sin enteradme". Y más etcéteras...
La disolución de Ertzaña Igiletua? "Al final de la guerra cuando entró el enemigo. Los mandos salieron en junio de 1937 para Francia, aunque algunos tenientes se quedaron aquí. Nosotros sabíamos que todo estaba perdido desde algunos días antes''. "Tuvimos que salir".
Cuando ya es Imposible aguantar sus impertinencias es al tratar de justificar su huída de Bilbao. Sobre este punto sus divagaciones son más notorias. Un jefe con mando no puede dejar a sus hombres en la estacada, aun cuando diga que otros mandos militares también salieron en junio, días antes de la caída de Bilbao. En definitiva, el juramento de fidelidad al Gobierno legítimo -que continuó durante muchos años más- solamente lo cumplieron el Capitán Salcedo y tunos pocos más, muy pocos.
No vale decir que se marchó con pasaporte. Un comandante jefe tiene siempre un superior. Y en este caso el Consejero de Gobernación no dio su asentimiento. Esta disculpa es aun más acusadora para el que la hace, porque es prueba que aquella huída -y la de otros- fué organizada y muy bien preparada. Todos sabemos la desmoralización que causó. Y los perjuicios, en todos los sentidos, ocasionados.
Sigue con el relato de sus primeros tiempos de estancia en Francia. ¡Si no era necesario, Sr. Picaza, pasar tantas privaciones! ¡Es hacer de menos al Gobierno de Euzkadi ! Bastaba con ingresar en uno de los muchos refugios creados por el Gobierno y mantenidos de una forma generosa. Pero, había un pero. Y el Sr. Picaza tenía que saber cual era.
Ha colaborado asimismo con la resistencia francesa. Documentación y alimentos... "y en varias ocasiones arriesgando la vida". “Pero no quiero darme importancia con esto...."
Después volvió a Bilbao y no le pasó, afortunadamente, nada. Desde que regresó -cuando acabó la guerra mundial- vive prácticamente retirado. Entonces, por lo visto, (sería el año 1945?) en Euzkadi no había resistencia ni clandestinidad. Todo era tranquilidad. Y ningún riesgo. No lo hubieran permitido sus habituales contertulios, el Comisario de Policía Luis Mejia (que precisamente hoy ha fallecido) y el llamado ruso blanco, de apellido enrevesado, que no se parecía a Rasputín más que en el aguante para trasegar whiskys. Los tres parecían una Sociedad Anónima.
8.3.81
- deU.
Estas notas son para uso exclusivo de su autor. Y como una opinión de hechos ocurridos. Y también para que sus nietos no se dejen impresionar demasiado por algunas cosas que lean.
Comentarios