En su respuesta a la "Carta de un vasco a Juan Pablo II aparecida en el semanario oficial de P.N.V., fecha '11 de Junio de 1981, Euzkadi Nº 236, 236, el P. Onaindía dice que un abogado de San Sebastián, cuyo nombre da, hizo la gestión cerca del Cardenal-Primado, Isidro Gomá, a la sazón en Pam plona,a fin de cortar de inmediato los fusilamientos de los sacerdotes vascos por parte de los insurrectos.
Conozco el caso de muy buena fuente y ello me ha movido a tomar la pluma. Me lo refirió el verano de 1960 el propio abogado-letrado, que acudiera al mencionado purpurado, Don José Angel Lizasoain, el cual vivía en la popular Plaza de la Constitución, de la capital guipuzcoana. Habíanse enterado una mañana y por conversaciones de la calle él y un amigo suyo que varios sacerdotes, encarcelados en la prisión provincial de Guipúzcoa, habían sido pasados por las armas, la noche anterior. La noticia, siempre según mi informante Sr. Lizasoain, tenía todos los visos de ser verdad, pues procedía de José Eizaguirre, abogado, carlista y foralista navarro de Leiza, afincado en San Sebastián y hombre de gran prestigio profesional. El Sr.Lizasoain y su amigo no salían de su estupor ante la gravedad y magnitud de la noticia y, al estar de por medio nada menos que la persona de su colega y amigo José Eizaguirre, se decían entre sí: "Desde luego, si esta noticia es falsa, ha caído para siempre el nombre de nuestro amigo José (Eizaguirre)".(Sic).
¿Qué hacer para comprobar la verdad o falsedad de la noticia? El procedimiento es muy sencillo. Un refrán ba,jonavarro del siglo XVII dice: “Ur garbizura iturburura". -A por agua pura, al manantial- Y al manantial se fueron el Sr. Lizasoain y su amigo. En efecto, quién podía saber mejor la noticia que el que la había producido, es decir, el Gobernador Militar a la sazón de la Plaza de San Sebastián.
Los visitantes debieron de ser familiarmente recibidos por el Comandante y Gobernador Militar, a juzgar por el siguiente detalle. Una vez dentro del despacho de la citada autoridad militar, expresaron el motivo de su visita y el Sr. Lizasoain se colocó de pie junto y, detrás del sillón donde se hallaba sentado el Gobernador Militar. Abrió éste su agenda y confirmó la muerte por fusilamiento y nominatim de los sacerdotes en cuestión, cuyos nombres señalados con un signo a lápiz de color los vio con sus propios ojos y a hurtadillas el Sr. Lizasoain desde su estratégica posición. Pero, ay!, vio asimismo otros nombres destinados a igual pena, razón ésta por la que se desplazó en compañía de otra persona a Pamplona para, a través del Cardenal y Primado, Isidro Gomaá, interceder cerca de las máximas autoridades militares a fin de de que no se repitieran tales actos.
José Lasa Apalategui
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