EL 6 de enero de 1878 hizo su presentación al país la Asociación Euskara de Iruña, a través de un manifiesto bilingüe, en euskera y castellano, suscrito por su presidente, don Esteban Obanos; vocales, señores Ansoleaga, Aranzadi, Echaide, Irurozqui e Iñarra y secretario, don Juan Iturralde.
"El objeto de la sociedad —reza el programa— es conservar y propagar la lengua, literatura e historia vasco-navarra: estudiar su legislación y procurar cuanto tienda al bienestar moral y material del país". "Fue la primera —dice Campión— que proclamó el dogma de la fraternidad euskariana”. Su lema era el "Zazpiyak bat". El sello de la asociación, dibujado por Iturralde, contiene el Árbol de Guernica con la cruz encima, las cadenas de Navarra sobre el tronco y en el fondo siete montañas.
La asociación creó la revista "Euskara" publicación mensual, que duró hasta diciembre de 1883, cuya colección forma seis gruesos volúmenes. Ya en 1881, al ser nombrado gobernador civil don José María Gastón, uno de los motivos alegados para apoyar su designación fue —en frase entrecomillada de Campión— el de "atajar los pasos al hipócrita separatismo euskarista'.
"El antecedente inmediato de la Asociación Euskara es el frente fuerista, que se constituye en torno a la abolición de los Fueros en 1876/7 y, en particular, la línea ideológica que define el diario "La Paz", órgano oficioso en Madrid de las Diputaciones forales", comenta Antonio Elorza en su reciente publicación "Ideologías del nacionalismo vasco".
El conflicto de 1876 no concernía inmediatamente a Navarra, que ya había aceptado la modificación sustancial de sus Fueros con la Ley Paccionada de 1841, pero, por una parte la inclusión de la situación navarra en el blanco de las críticas de los centralistas, y por otra la solidaridad que el conflicto foral suscitó en una minoría de navarros, provocaron que fuese precisamente ese fuerismo navarro quien recogiera la antorcha del vasquismo tras la derrota de sus defensores en las otras tres provincias.
Así se explica don Fermín de Lasala en "Ultima etapa de la unidad nacional. Los Fueros vascongados en 1876".
Trueba y Fermín Caballero. Txaho y Araquistáin adquieren significación política a partir de 1876. El diario "La Paz" se editó en Madrid entre el 7 de mayo de 1876 y el 28 de agosto de 1878. En sus páginas colaboraron, entre otros. Benigno Moraza, Antonio Trueba. Ricardo Becerro de Bengoa, Sebastián Mantel!, Fermín Herrán, Campión, Iturralde, Oloriz y el eximio catalán, gran amigo de los vascos. Mañe i Flaquer. La vida de "La Paz" se desarrolló entre secuestros, suspensiones y procesos diversos.
El lema "Laurak-bat“ había presidido la exposición agrícola organizada por la Diputación Foral de Navarra en mayo de 1867, a la que fueron invitadas Álava. Guipúzcoa y Vizcaya. Fue Iturralde el que tomó aquel enunciado haciendo del mismo enseña. El hecho viene estudiado por Julio Caro Baroja en su "Bibliografía histórica de Navarra" y el "Semanario católico Vasco-Navarro" de julio de 1867. Más adelante, la repercusión alcanzaría a los liberales fueristas de Vizcaya seguidores de Fidel de Sagarminaga, la sociedad Euskalerria y el diario "La Unión Vasco-Navarra", de Bilbao.
En octubre de 1876 da comienzo Campión a una serie de artículos publicados en "La Paz" sobre el tema "la lengua es nacionalidad", asocia euskara y "alma nacional", idioma e historia. El 16 de mayo siguiente, Iturralde le contesta, hace suyas las ideas vertidas por Campión y las amplía y comenta. Son suyos los términos que siguen:
"El idioma de un pueblo es la manifestación más elocuente de su genio peculiar. A la existencia de ese idioma va unida la existencia de la raza cuyos caracteres psicológicos refleja, y mientras aquél subsista con pureza y esplendor no desaparecerá ésta del anchuroso campo de la Historia".
Hace referencia a "la tala material y moral que sistemáticamente se lleva a cabo en nuestro infortunado país. Todo lo que constituye la fisonomía especial de esta noble tierra va desapareciendo... Sus santas libertades y su venerado idioma... En la conservación de la lengua euskara hay para nosotros algo más que un interés científico. La observación nos enseña que a la existencia de su idioma va unida la existencia moral del pueblo vascongado". Es Iturralde el que evoca desde "La Paz" el proyecto, frustrado hasta la fecha, de crear una asociación dedicada a servir aquellos propósitos con "Llamamiento a sus hermanos de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya".
El 10 de noviembre de 1877 fueron presentados al Gobierno Civil los estatutos de la Asociación Euskara. Formaban parte de la misma como fundadores Esteban Obanos, Nicasio de Landa, Aniceto Lagarde, Florencio de Ansoleaga, Antero de Irazoqui, Fermín Iñarra, Salvador Echaide, Estanislao Aranzadi, Hermilio de Oloriz, Rafael Gaztelu, Joaquín Azcona, Juan Iturralde y Arturo Campión. El 6 de enero se presentaron al país y al mes siguiente salió el primer número dé su órgano mensual la "Revista Euskara", cuyo director fue Iturralde y su redactor jefe Campión. que duró hasta diciembre de 1883. Eran inicialmente 80 los asociados. En julio se elevó su número a 272, y en enero de 1879, a 371. Merecieron la condición de socios de honor el príncipe Bonaparte, José María Iparraguirre, Ricardo Becerro de Bengoa y Francisco Navarro Villoslada.
La "Revista Euskara" conservó siempre su carácter cultural. Para sus actividades políticas, los euskaros se sirvieron de "El Arga" en 1880/1 y del "Lau-buru", entre enero de 1882 y setiembre de 1886. La "Revista Euskara" mantuvo con dificultad su condición cultural, no político, dedicada principalmente al idioma, a la historia y a la nacionalidad. Anotamos la publicación del trabajo de Ángel Allende Salazar sobre "El Derecho foral navarro".
Fue notable el certamen organizado por la Asociación Euskara el 13 de julio de 1882 con la colaboración del Ayuntamiento de Pamplona y en pro de la lengua vasca. Pretendieron los éuskaros traer de Lescar a la catedral de Pamplona los restos de los últimos reyes navarros anteriores a la unión de la Corona de Navarra a la de Castilla, encontrándose con que sus cenizas habían sido aventadas en los esterrones revolucionarios. Quisieron adquirir las ruinas del castillo de Maya —Amayur— para trocarlas en museo foral, tropezando con obstáculos legales insoslayables. Los Juegos Forales de 1879, en Elizondo, se trocaron en fiestas euskaras, repitiéndose el caso en años ulteriores. Dio realce a estas fiestas el concurso de los poetas Pedro José Elicegui y Felipe de Arrese y Beitia, junto a Campión y Oloriz. Más tarde, había de unirse a su esfuerzo la colaboración de Claudio de Otaegui y Antonio Arzar.
Refleja el ideario y la preocupación fundamental de los euskaros la exposición elevada a la Diputación foral el 20 de enero de 1886, implorando su intervención ante el Gobierno para que se otorgue protección oficial a la lengua vasca, documento suscrito por el presidente de la Asociación Euskara, a la sazón don Estanislao de Aranzadi, en el cual denuncia como primer enemigo del euskera al propio país, que asiste con la mayor indiferencia a su desaparición. Merece la pena leer unas líneas del mensaje:
"Este enemigo. Señor, ha sido la propia indiferencia ante la extinción tangible del habla nacional, sin caer en la cuenta de que, si al pueblo que conserva su lenguaje privativo puede sonreír dulces esperanzas de independencia y libertad en medio de su mayor opresión, deja de existir el que lo pierde, y su nombre, según expresión bíblica, borrado del libro de los vivos pasa al de los pueblos que ya no lo son.
Hubo un cierto enfrentamiento entre la historia y la leyenda. Nicolás de Soraluce, seguido de Unamuno, reaccionaron contra todo género de romanticismo de Txaho, Araquistáin, Navarro Villoslada, Campión, Oloriz, Olave, Iturralde. Iribarren, Artola, Trueba, Vicente Arana, Maguregui, Gurndulain, Otaegui y otros. Araquistain, en su "'remitido" al semanario católico vasco-navarro, contestó por todos: '"Desengáñese el señor de Soraluce: la Historia formará eruditos, pero no hace héroes, sobre todo en las masas. Sólo las tradiciones, los cantos, en fin, las "historias populares', como eco que son de sus sentimientos, de sus ideas y hasta de sus preocupaciones, tienen fuerza para inflamar la imaginación de los pueblos...".
Hermilio de Oloriz, en su Cartilla Foral, es trasunto del ideario de los euskaros. Puede ser enunciada en el orden político por la reintegración foral plena.
Dentro de la comunidad vasca, refiriéndose a Navarra, mantiene el pacto de 1841, mientras no podamos ir al de 1512. "Estas ideas —afirma Elorza en su obra citada— se despliegan en un discurso de Oloriz, “Fundamento y defensa de los Fueros", publicado en plena etapa euskara (Pamplona 1880). Es una obra homóloga en cuanto a estructura argumental, al Bizcaya por su independencia sabiniano..." "No olvidemos —advierte Elorza— que los banquetes éuskaros se cerraban con la poesía de Oloriz "A Castilla”, que por precaución permaneció inédita, rehuyendo Campión su impresión pública incluso en 1907", cuando ya el movimiento creado por la Asociación Euskara se había fundido en el Partido Nacionalista Vasco. El Laurak-bat se había trocado Zazpiak-bat.
Los artículos editoriales hacen semblanza de los vascos con las minorías nacionales irlandesa, alsaciana y polaca de los Parlamentos de Londres y Berlín. "El país vasco-navarro, por el contrario —escribe "El Arga" del 16-3-8—, se halla en uno de esos casos en que los pueblos se unen sin distinción de opiniones, porque lo que se trata de defender afecta a todos los ciudadanos por igual. Cuando una nación se ve invadida, cesan las querellas de partido. Cuando a un pueblo se le arrebatan sus leyes seculares enmudecen las pasiones personales. Esto ha sucedido en todas partes y esto sucederá en el país vasco-navarro, porque la realización de lo contrario supondría una falta de patriotismo completa en nuestra raza, que a priori no podemos admitir. El día en que el país rechazara la unión… sería que el país rechazara la unión…sería cosa de repetir el grito de Kosciusko Finis Poloniae”. “La causa foral es para nosotros causa nacional de la Euskalerria. Ella debe absorber por completo la atención de todos los vascos”. (Lauburu, 20-11-84).
Arturo Campión, que sobrevivió a sus compañeros euskaros y a Arana Goiri, fue diputado a Cortes fuerista por Navarra, y, como tal, participó en la Gamazada. Más adelante era elegido senador por Vizcaya en la candidatura del Partido Nacionalista Vasco. Los ecos de las campañas de los euskaros adquirieron audiencia dentro de las nuevas generaciones educadas por Arana Goiri. Hemos querido, no obstante, dedicar estas líneas al centenario del nacimiento de la Asociación Euskara de Navarra, porque marca un hito en la historia del renacimiento vasco.
Por: Manuel de Irujo (Senador)
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