En el Club Internacional de Prensa de Madrid. Telesforo de Monzón hizo malabares cuando un corresponsal inglés le preguntó acerca de cómo justifica el venerable cabeza de serie de HB su abstención a un Estatuto que supera ampliamente en contenido real y en posibilidades de futuro a aquel otro texto autonómico de Euzkadi que, en pleno fragor bélico, puso al País Vasco las primeras mieles de una autonomía largamente esperada en los labios.
Monzón salió del envite como pudo. Su estrategia en casos como éstos es sencilla: mostrar un patriotismo exacerbado que nadie le niega y reconocer que se equivocó entonces. Lo malo es que el diputado electo de HB ha tardado demasiado tiempo en darse cuenta de la equivocación.
Ahora, cuando los imperativos de la campaña para el referéndum obligan a dar explicaciones sobre muchas cosas, Telesforo de Monzón no ha tenido más remedio que mojarse con el tema de su cambio de opinión en los votos para el autogobierno de Euzkadi. El domingo pasado, en Anoeta, no tuvo mayor empacho al afirmar que él fue ministro del Gobierno vasco nacido del Estatuto del 36, porque aquél era un Gobierno que tenía moneda, pasaporte. Marina de guerra y 50.000 hombres armados a sus órdenes.
El dirigente de HB olvida, por lo visto, que antes de ser ministro en aquel Gobierno vasco había sido diputado, y se le escapa curiosamente a la memoria que había apoyado la letra del Estatuto del 36, cuando éste no era más que un proyecto que en Madrid no querían poner en marcha.
Lógicamente, cuando el Estatuto esperó en el Congreso de los Diputados durante tres años para que se tramitara en los debates parlamentarios, su contenido autonómico no llegaba, ni muchos menos, a las monedas, a los ejércitos y a los pasaportes propios de Euzkadi. Todo esto llegó como consecuencia de una situación de guerra en la que Euzkadi. y por tanto el Gobierno vasco, se vio desasistido de Madrid y comenzó a operar por cuenta propia, en fidelidad a unos principios de legalidad republicana y en defensa de una situación de autogobierno tan largamente esperada y a la que sólo se había podido acceder por las apreturas a que la contienda sometió al gabinete de Largo Caballero.
Monzón apoyó en la etapa histórica anterior al estallido de la guerra de 1936 una carta autonómica que negaba realidades que el texto de Gernika acepta y que cerraba cauces que en el actual Estatuto quedan abiertos y muy abiertos.
Lo demás, lo que hoy dice en los mítines para mal justificar sus posiciones actuales, suena a disculpa, a malabarismo extraño que se hace para mantenerse en un pedestal débil.
Por: Kepa Bordegarai
(DEIA, 18 Octubre, 1979)
40 años después se demuestran que Telesforo Monzón tenía razón
Publicado por: Isuntza | 10/29/2020 en 03:51 p.m.