En los años setenta, asistimos en España a la proliferación irracional de universidades públicas y privadas, motivada en la mayoría de los casos por intereses económicos, ideológicos y aldeanismo político. Así, en 1984, España contaba con 34 universidades y 700.000 estudiantes y en el 2013 serían un total de 82 universidades y 1.430.000 estudiantes con una tasa de titulación universitaria sería del 27 %, similar a países como Alemania o Japón y superior a la media de la UE (15%). Sin embargo, la crisis habría obligado a recortar los presupuestos de Educación de las comunidades autónomas de quien depende más del 70% del gasto educativo, en casi 7.300 millones de euros con respecto a 2010. Además, el descenso de la tasa de natalidad (con estimaciones de un descenso del número de estudiantes universitarios del 1,5% medio anual) provocará un descenso acusado de la tasa de población universitaria lo que aunado con el drástico recorte de las subvenciones públicas y el desbocado incremento de las tasas académicas provocará la inevitable extinción de incontables universidades con escasa o nula vinculación con grupos empresariales innovadores.