"Pensar que a tiro limpio Euzkadi va a hacerse independiente de Francia y España es una utopía", dijo a DEIA, en su casa de Pamplona, el parlamentario foral del Partido Nacionalista Vasco, Manuel de Irujo, que va a cumplir 88 años el próximo día 25 de setiembre, coincidiendo con la festividad de San Fermín Txikito. El próximo cumpleaños del parlamentario nacionalista ha motivado un homenaje que se celebrará en su honor en Orduña, localidad que para él tiene un significado entrañable y a la vez muy especial.
Allí, en Orduña, Manuel de Irujo estudió el bachiller; su padre también lo hizo en el mismo lugar y, al mismo tiempo que su padre, Sabino Arana. Años después, José Antonio Aguirre haría el bachiller en Orduña. No es extraño, pues, que Manuel de Irujo guarde unos agradables y gratos recuerdos de este lugar, donde conoció, como él dice, la vida de la mayor parte de sus compañeros vizcaínos, lo que le serviría después para tener un conocimiento más amplio del país.
Muchos años después, Manuel de Irujo vuelve otra vez a Orduña, y en esta ocasión no precisamente para estudiar, sino para recibir un gran homenaje de todas cuantas personas están a su lado.
Política es realización
—DEIA: Dentro de poco más de un mes se va a votar el Estatuto. Un Estatuto refrendado por la mayoría de las fuerzas políticas del país y criticado por otras. Sería interesante conocer cuál es su posición al respecto.
—MANUEL IRUJO. Desde luego, mi posición es la de apoyarlo resueltamente, tenga usted en cuenta que política no es ideal: política no es poesía; política no es sueño; política no es aspiración. Política es realización; en definitiva, el arte de lo posible. En estos momentos, lo posible es el Estatuto. Todo lo demás es prácticamente imposible. El Estatuto es posible y ahí está. Un poco mejor, un poco peor. Yo no diría que es una cosa perfecta, porque no lo es. Hay muchos aspectos en que me gustaría que fuera mejor, pero en el momento actual de la Historia creo que es lo que se puede obtener.
—D.: ¿Qué inconvenientes ve a este Estatuto?
—M. I.: El Estatuto vasco es exactamente lo que nos hace falta, aunque también tiene sus inconvenientes. El primero, y bajo mi punto de vista, es que Navarra no está dentro de él, si bien en su texto se recaban las posibilidades de que entre. Es indudable que, como todas las cosas, el Estatuto es mejorable, pero ahí está con sus facultades en instrucción, en orden público, justicia, gobernación...
—D.: Precisamente, una de las críticas más fuertes que se hacen al Estatuto desde ciertos sectores abertzales proviene del tema de Navarra.
—M. I.: En primer lugar, al considerar el problema de Navarra es preciso no olvidarse de una realidad que es innegable Y es que desde el año 1200 —y estamos en 1979—, desde hace casi ocho siglos, Navarra está separada de Guipúzcoa, Álava y Vizcaya. Eso, sin hablar de la otra frontera. En 1512, por ejemplo, las vanguardias del duque de Alba, mandadas por el conde de Treviño, eran del país y hablaban euskera. Desde hace ocho siglos, pues, Navarra, objetivamente hablando, ha hecho una historia de vivir sola. Esto, objetivamente considerado, es una realidad innegable. Ahora bien, este Estatuto prevé la incorporación de Navarra al resto de los territorios vascos.
"Hablar de independencia es demagogia"
—D.: Sin embargo, hay un cierto sector de gente en Euzkadi que piensa que la autonomía ya no es válida para el país, que es necesaria la independencia.
—M. I.: Pensar que a tiro limpio Navarra y Euzkadi van a hacerse independientes de Francia y España es una utopía. Si hemos de ser consecuentes con nosotros mismos, si aspiramos al régimen de una Europa unida., no podemos empezar por crear un cantón. Tenemos que dar nuestro voto, nuestro esfuerzo, una solución congruente. En este momento, eso no es realizable. Una cosa que no es realizable y que el día que lo obtengamos habría que someterlo a todas las vinculaciones de la Europa unida, no tendría sentido. Comprenderá entonces, pues, hasta qué punto el plantear estos problemas es un gesto demagógico.
—D.: Entonces, ¿cómo enjuiciaría la actitud de Telesforo Monzón, por poner un ejemplo?
—M. I.: Me parece una gran equivocación. Lo que me disgusta extraordinariamente es el lenguaje empleado: “Traición", "enemigos del país", "vendido", "vendéis al país". Eso no se puede decir.
Frente a esto reacciono sin poderlo evitar, porque mi idea, mi criterio, mi aspiración, es que todos los abertzales estemos unidos en lo abertzale, aunque cada uno tengamos una manera de pensar distinta de cara a la solución de los problemas políticos, económicos y sociales, pero que nuestra relación y vinculación sea lo suficientemente clara, real y efectiva para impedir que nos insultemos, que nos llamemos traidores y que nos matemos a limpio pistoletazo o a limpia ametralladora-, o que nos atraquemos unos a otros, o que impongamos contribuciones revolucionarias. La "violencia normativa, esas frases, y la literatura insultante, como son eso de 'traidor", "vendido", a mí me producen un daño infinito. No lo puedo remediar.
—D.: ¿A qué crees que se debe esta actitud insultante?
—M. I.: No sé. Yo creo que es un problema de generaciones. Hay gentes que creen que la violencia ejercida desde un reducido grupo de personas llevará al país a la libertad. Nosotros, que somos demócratas y que no queremos que una mioría mande, es natural que reaccionemos sobre eso adoptando posiciones democráticas, pensando en que los que piensan y votan a favor de Madrid o de París son tan vascos como nosotros y tienen tanto derecho como nosotros a votar, y procurando que vayan evolucionando y se acerquen a posiciones nuestras: por ejemplo, votar el Estatuto.
Imagine usted la diferencia que hay entre andar a tiro limpio, a que entre unos y otros lleguemos a conciertos que supongan votar el Estatuto. Estatuto que es el euskera, que es la vida vasca, que es la filosofía vasca, que es el ser vasco, que es, en definitiva, la nación vasca. A mí me da una pena infinita pensar que existen vascos que creen en Euzkadi y que consideran que el que no piensa como ellos es un traidor. Y lo dicen. En fin, yo no sé si lo piensan o lo dicen sin pensar. Es posible que en algunos suceda eso, pero para mí el primer problema que tenemos que resolver entre nosotros mismos es el problema de la reconciliación, lo primero para poder entendernos, para poder andar. Tengo la esperanza de que todas estas alternativas que surgen con arreglo a las circunstancias vividas irán evolucionando con arreglo a esas mismas circunstancias.
—D.: Por último, ¿cree que el número de personas que acuda a votar será muy elevado?
—M. I.: El Estatuto lo van a votar PNV, EE, ESEI, y también los socialistas, comunistas, y los hombres de la situación actual del Gobierno. Traducido el resultado a cifras de las elecciones, será una espléndida votación para el Estatuto. Espléndida y, además, un gran beneficio para el país, incluso para los que no piensan en Estatuto. El tener un país sólidamente constituido, donde se pueda pisar firme, es muy importante. Pero es que, además, los problemas que hoy plantean gentes de Herri Batasuna tendrán solución. Para eso hace falta primero disponer de una personalidad. Estoy seguro de que el planteamiento de los problemas políticos en nuestro país va a cambiar al día siguiente del Estatuto.
Comentarios