La existencia de documentos relativos a las últimas voluntades políticas de Le-nin en lo que se refiere entre otros temas, al problema de las nacionalidades en la Unión Soviética, fue siempre desmentida por Stalin y por los bolchebikes mayoritarios de Rusia y de todos los países. Hoy día la autenticidad de estos textos es reconocida por el Kremlin, que asumió su distribución confidencial a los cuadros del partido con ocasión del XX Congreso presidido por Krutchev. Así es como fueron distribuidos 18 documentos, entre los que figuraba un artículo de Lenin sobre «Las nacionalidades en la Unión Soviética». Se trata de una toma de posición personal dictada por un Lenin enfermo en tres veces los días 30 y 31 de diciembre de 1922, con ocasión de un conflicto entre los comunistas georgianos y el Comité Central del partido. El tema general es el reconocimiento, por el propio Lenin, de los excesos del centralismo gran-ruso.
Pese a su autenticidad no discutida, y al hecho de que Lenin destinase este artículo a la publicación dentro del marco de la discusión preparatoria del XIII Congreso, este documento no llegó a conocimiento ni del mismo Comité Central: Stalin prohibió toda publicación. Este texto estuvo secuestrado durante 33 años.
Este artículo de Lenin es un acta de acusación contra el celo bestial de Stalin en el asunto georgiano y contiene la confesión de que lo que pretende ser una libre asociación de pueblos disponiendo del derecho supremo de secesión no es otra cosa que el reinado del colonialismo.
Constata Lenin al comenzar su artículo que se habla siempre «de la autonomía que es reconocida oficialmente a los miembros de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; esta autonomía no existe en la realidad». Le resulta intolerable a Lenin lo que está pasando en Georgia y las informaciones que le llegan sólo han servido para prepararle para lo peor. «Si las cosas han llegado tan lejos —escribe Lenin—, si Ordjonikidze no ha podido evitar el empleo de la violencia física se puede imaginar en qué cenegal hemos caído: evidentemente toda la concepción de la 'autonomía de los pueblos' es fundamentalmente falsa y engañosa». Y escribe Lenin casi seguidamente: «En estas condiciones, no hay que asombrarse si el punto concerniente a la 'libertad de secesión», con el cual nos hemos otorgado una justificación platónica, en la práctica ha sido un simple pedazo de papel, por completo insuficiente para defender las razas extranjeras en Rusia contra las intrusiones de lo que es generalmente el hombre ruso, el gran-ruso, el 'chauvin' y, de hecho, contra ese ser odioso y maligno que es el burócrata ruso típico».
Y tras una serie de consideraciones y reflexiones sobre la maldad de los procedimientos utilizados por algunos dirigentes soviéticos para dar una salida al problema nacionalista de Georgia, Lenin se hace una pregunta: «¿Qué entendemos nosotros por internacionalismo?». Lenin aborda aquí el tema de las relaciones entre nacionalidades dominantes y nacionalidades dominadas.
«He escrito ya en aquellas de mis obras que fundamentan la cuestión nacional, que un concepto abstracto del nacionalismo está absolutamente desprovisto de valor. Debe hacerse la distinción entre el nacionalismo de una nación opresora y el de una nación oprimida; entre el nacionalismo de una gran nación y el de una pequeña. Ante este segundo tipo de nacionalismo, nosotros, rusos, que somos miembros de una gran nación, en la práctica nos hemos mostrado siempre culpables, en el curso de la historia, de un número infinito de ultrajes y, lo que es peor, continuamos, sin damos cuenta, practicando toda suerte de violencias y de abusos. Me bastaría citar mis recuerdos de ribereño del Volga para mostrar el desprecio con que tratamos a los no rusos. En estas materias, el internacionalismo de las naciones opresoras, o de lo que se da en llamar 'grandes naciones' (incluso si ellas sólo son grandes por la violencia, grandes solamente como un dominador puede ser 'grande') no debe limitarse a la observación formularia de la igualdad entre las naciones: debe velar por la concesión de ventajas a las pequeñas».
Termina así Lenin este largo artículo: «Y llegará un día en la historia del mundo, en que cada pueblo oprimido por el imperialismo despertara y entonces empezara el combate decisivo, largo y difícil de su liberación común».
Palabras proféticas de Lenin, que confirman los acontecimientos que en el curso de los años se han producido en Hungría, en Checoslovaquia, en Polonia y en Berlín-Este, y los que se están produciendo en la propia Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas como consecuencia del sentimiento nacionalista de kazakhes, tártaros, ukranianos, estonianos, lituanos, armenios y azerbaijanes, confirmando al mismo tiempo su inquietud, la inquietud de Lenin en los últimos años de su vida respecto de los hombres que desvirtuaron completamente la ideología y la finalidad de la revolución rusa.
Uno tiene la impresión de que Mikhail Gorvachev es un discípulo aventajado de Lenin. Cuando lanzó por primera vez su idea de la perestroika en el dominio de la economía soviética, su referencia fue la Nueva Política Económica (NEP) de Lenin, que revolucionó la revolución soviética; parece que Gorvachev sigue creyendo como Lenin que el socialismo una vez que sea explicado debidamente dará al traste con los nacionalismo que dividen la Unión Soviética. Soñar es libre.
Por: Uzturre
(Deia, Abril de 1988)
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