En febrero de 1969, terminaba sus días Vicente de Amézaga. Yo le conocí siendo Director General de Primera Enseñanza del Gobierno Vasco, en los días difíciles de la guerra, habiendo sido evacuados de Bilbao miles de niños vascos que fueron a parar a Colonias establecidas en diversos países.
Terminada la guerra fueron repatriados los más. Quedaron en exilio aquellos cuyos padres habían caído en la lucha o se encontraban presos en la cárcel.
Conocí más de cerca las Colonias de niños vascos establecidas en Inglaterra.
Un día entre los días fue a visitar esas Colonias el Ministro de Justicia y Cultura del Gobierno de Euzkadi, el Presidente Leizaola y el Director de Primera Enseñanza Vicente Amézaga.
El criterio de ambos no era unánime. Leizaola se hacía cargo de las anómalas circunstancias creadas por la guerra para explicar situaciones difíciles o menos satisfactorias en alguna de las Colonias que visitaron. Amézaga reaccionaba con mucha más viveza sin aceptar razón para que el trato que se daba a los chicos no fuera plenamente satisfactorio. Ni las circunstancias de la guerra ni otra alguna podían poner dificultades a la aplicación de los derechos del niño. Al servicio de esta tesis le he oído explicarse con emoción y con viveza.
Amézaga era un humanista. "El Hombre Vasco" refleja su manera de ser y de reaccionar. Los hechos y semblanzas recogidos en los artículos que forman el conjunto de su obra, son una fotografía de la manera de pensar de Amézaga. Cuando repetía la frase de Santa Teresa "El cielo está en el corazón del hombre que ama y el infierno en el corazón del hombre que odia", Amézaga se retrataba a sí mismo: hablaba con el corazón abierto. Tenía el cielo en su corazón.
Esquilo, Cicerón, Plinio el Joven, Shakespeare, Wilde, Descartes, Cervantes, Juan Ramón Jiménez y Simón Bolívar, pueden leerse en euskera gracias a Vicente Amézaga.
Vivió en Buenos Aires, Montevideo y Caracas; trabajó mucho y bien; fue afiliado al Partido Nacionalista Vasco. Su obra sobre La Guipuzcoana de Caracas, no debía faltar en la biblioteca de ningún vasco. "El agur a Tellagorri" refleja su manera de ser, de pensar y de querer. Así tituló las líneas que dedicó al gran periodista vasco muerto en Buenos Aires.
Autor, traductor, periodista, hombre de acción, patriota vasco, Amézaga no puede evocarse por un vasco más que con afecto y con respeto, correspondiendo con amor a lo que fue pasión dominante de su vida: el amor a la Patria; y con reconocimiento de su lealtad como nota dominante de su carácter.
Han transcurrido 51 años desde que nos dejó. No sólo son su mujer y sus hijos los que le recuerdan. Somos todos los vascos que le conocimos, le tratamos y le quisimos.
Amézaga era una gran persona. Nació en Getxo el 4 de Julio de 1.901, era abogado, fundador del Instituto Americano de Estudios Vascos, Profesor de Cultura vasca en la Universidad y de Lengua vasca en el Instituto de Cultura Superior de Montevideo, Miembro correspondiente de la Academia de la Lengua vasca, poeta y escritor, traductor al euskera del castellano, francés, inglés, latín y griego.
A su muerte en Caracas pertenecía al equipo de trabajo de la Fundación Boulton, como Encargado de Investigaciones Históricas. Sus restos reposan en la cripta del mausoleo vasco del cementerio de Caracas.
Entre los que le conocimos y le quisimos, queda el recuerdo imperecedero del hombre para el cual el gran honor residía en ser vasco.
Por: Manuel de Irujo
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