Uno se pregunta cómo fue posible que en Bergara existiera ya una organización nacionalista en 1903, el año de la muerte de Sabino Arana, de un Partido que había nacido hacía ocho años en Bilbao. Bergara, junto con Donostia y Errenteria, fue vanguardia del nacionalismo organizado en Guipúzcoa.
Está por un lado el elemento personal, Fidel Agirreolea que, como cuenta Vicuña, se había trasladado a Bilbao "para aprender oficio", justo en los años en los que Sabino Arana difunde su doctrina, entonces escandalosa, y funda un Partido, EAJ-PNV, para la difusión y puesta en práctica de su idea.
Agirreolea conoce la última guerra carlista, que terminó con cualquier resto de fuero," sin pacto ni compromiso - como dijo Cánovas - concluyendo la gran tarea de la Unidad Nacional". Vivió, por tanto, como los Arana y la mayoría de los vascos, aquel atropello que eliminó por la fuerza de las armas las Instituciones seculares como las Juntas o Parlamentos y las Diputaciones. (Bergara era una de las villas de tanda donde residía por turno la Diputación de Guipúzcoa). Hoy no podemos hacernos ni la más remota idea de lo que aquello supuso entre los vascos, especialmente entre la juventud que emigró en masa, como al final de la primera guerra carlista, por razones económicas y muy especialmente por no ir al servicio militar que introdujo Cánovas para los vascos.
Dice Alcíbar, carlista él, en su Historia del Carlismo, que Bizkaia fue el territorio donde con más fuerza se vivió el fuerismo, tan identificado entonces con el carlismo, y que esa fue la razón de que fuera precisamente en Bizkaia donde más temprano y con más fuerza cuajó el nacionalismo. Hasta el punto de que a los nacionalistas se les llamó "bizkaitarras", y al nacionalismo "bizkaitarrismo. Así pues, Agirreolea, con toda su capacidad de entrega juvenil, vivió en la vorágine de la primera lucha nacionalista, en Bilbao, donde se formuló públicamente por primera vez. Y transmitió su fuego a Bergara, especialmente a otros jóvenes como él.
Pero la semilla necesita tierra propicia para que crezca y se extienda. Y también Bergara fue tierra propicia.
Claro que Bergara era una villa con una enorme carga de jauntxus acostumbrados a imponer su presencia y, sobre todo, a defender férreamente sus intereses. Y éstos no iban precisamente por los planteamientos nacionalistas. Hay una historia trágica relacionada con un médico vergarés de entonces, amigo de Cánovas, a cuyo servicio compró a toda una serie de personajes civiles y militares del bando carlista con quienes contactó a través de una red de confidentes asalariados, con dinero de Madrid, que hoy se denominaría "fondos reservados". Evidentemente hubo vergareses que se vendieron, aunque nunca se supo quiénes, cuántos y por cuánto Pero esta es otra historia que nos llevaría muy lejos, aunque no sea del todo ajena al tema del que estamos hablando.
Bergara era por la época una villa de más de 7.000 habitantes, que tenía el sustrato necesario para que se propagaran las nuevas ideas, tanto nacionalistas como socialistas, que se difundieron por la misma época. Hay quienes creen que el nacionalismo se difundió en un ambiente rural. Y no es que lo rural escapara al nacionalismo, pero su difusión requirió primordialmente tres elementos, tanto en nuestra sociedad como en cualquier otra: -un determinado nivel cultural; - un grado de industrialización: - una cierta prosperidad económica. En nuestro País donde más se demoró la expansión del nacionalismo fue en las zonas rurales, siempre mucho más reacias a cualquier cambio.
La base cultural fue muy notable en Bergara. Hubo desde antiguo un Colegio de Jesuitas que, tras la expulsión de dicha orden por Carlos III, fue sustituido nada menos que por el Real Seminario de la Sociedad Vascongada de los Amigos del País, lo más avanzado intelectualmente y en modernidad que cualquier otra cosa que haya existido en nuestra tierra, que, a su vez, fue sustituido por otro Colegio de los PP. Dominicos. Por tanto y durante varios siglos tuvo Bergara un plantel de Profesores y alumnos que difundieron en su entorno un nivel cultural apreciable, y no sólo entre la gente pudiente. En cuanto a la base económica, poseía una industria potente, más allá de las ya decaídas ferrerías. En los dos primeros decenios del s.XX, y antes de la industria siderúrgica, poseía Bergara una potente fábrica para la época: La Algodonera S. Antonio, que fabricaba, como dice una memoria de la época , "géneros de algodón, hilados, torcidas, tejidos, blanqueo, tintorería y estampación, pañuelos, cretonas, mahones, bombachos, blusas etc.". Existía, además, otra fábrica importante: los talleres de curtidos y calzados de la Sociedad José Lazpiur y Cia (S. en C) "llegando a fabricar hasta setenta mil pares de calzado anualmente. Pasamos por alto el potente artesanado (entre él sus famosas confiterías que todavía florecen) y el Comercio para toda la comarca. Era célebre la "Farmacia y Laboratorio, Droguería General y Perfumería de D. Luís de Zabala y Garay, famosa por "la calidad y pureza de sus productos" y de categoría no usual en nuestros pueblos de la época.
Al “stablisment” vergarés pertenecían, aparte de las "familias de Jauntxos", todos ellos "estudiados", un Juez (como cabeza de Partido Judicial), con su correspondiente Admón. judicial, un Notario (con sus pasantes y escribientes), cuatro Abogados en ejercicio, dos Procuradores etc. Tenía un Capitán de Miqueletes, un Teniente y un Sargento de la Guardia Civil... y la Prisión, desde la que por cierto fue sacado el anarquista Angiolillo a la horca, tras haber matado con varios tiros nada menos que a Cánovas del Castillo, el asesino de los Fueros, que se hallaba descansando en el Balneario de Sta. Águeda.
No menor era la importancia del clero. Del regular con los dominicos, y del secular, con un Arcipreste y "once" sacerdotes entre párroco y coadjutores.
Todos ellos eran por la época un muro para las ideas que traía Agirreolea. Y, sin embargo, la sociedad bergaresa, por todas las circunstancias referidas, era propicia para aceptarlas. Y la prueba es que ya en 1904, al fundarse el Batzoki, había ya, como refiere Vicuña, 62 socios vecinos, 21 socios forasteros, con un "saldo a favor de los socios de 209,60 pts". De las de entonces, claro!.
Pero el muro se fue abriendo con bastante celeridad. La razón fundamental no fueron las formulaciones de "raza, pueblo, lengua..." por las que empiezan todos los nacionalismos europeos, sino la reacción a la situación de opresión y de frustración colectiva de los vascos por la supresión de un sistema político al que todos, carlistas y liberales, se sentían fuertemente atados.
No todos los nacionalistas se han percatado de la dualidad de significado que comporta el doble nombre que dio Arana a su Partido: EAJ por un lado, y PNV por otro. Euzko Alderdi JELTZALEA, Partido Vasco que propugna a DIOS y FUERO. Esta no es una formulación nacionalista, sino el lema, el banderín de enganche de los vascos a la guerra carlista. Lo de Patria y Rey es posterior y a partir de escisiones y conflictos internos del Carlismo.
La doctrina de la Tierra fue la de que Guipúzcoa (y los demás territorios) se había unido a la Corona libremente y por pacto bilateral. Y que si el Rey rompía el pacto unilateralmente los vascos volvían a su primitiva libertad. Esto es lo que enunció Sabino con su primer grito de Bizkaia por su independencia. Ni siquiera fue un grito original de Sabino. ¿Habrá que recordar al gran Larramendi cuando en un caso de flagrante contrafuero pone en boca del juntero más anciano de Guipúzcoa aquello de: "armas tenemos...,¿ porqué no llamar a Bizkaia y a Álava, a Lapurdi y, cómo no, a Nabarra para formar, a imitación de las Provincias Unidas de Holanda, las Provincias Unidas de los Pirineos"?. Y esto era en la primera mitad del s. XVIII, antes de la Revolución Francesa ¡Mientras que en y tras la primera guerra carlista corrió con profusión la palabra "independencia"!.
Esta idea, vehementemente sostenida en el país, fue la que más influyó en el trasvase sorprendentemente masivo del fuerismo al nacionalismo. Y es un error pensar que el tránsito fue sólo desde el carlismo, porque lo fue también, y grande, desde el fuerismo liberal. Aunque fuera especial el caso del integrismo, y concretamente en Guipúzcoa, donde, tras la ruptura de Ramón Nocedal con Carlos VII se puso énfasis en los principios y no en la legitimidad carlista. Y, entre los principios, el Fuero, y, tras su supresión, en la libertad originaria.
Es en un segundo momento cuando Sabino hace el llamamiento larramendiano a los demás vascos. Y echando mano del "principio de las nacionalidades" que desde Italia y Alemania se ha extendido a toda Europa lo aplica al caso vaco y llama a su Partido “PARTIDO NACIONALISTA VASCO”.
Estos días, si no me equivoco, ha hablado el Lehendakari Ibarretxe de que la Constitución de los vascos es el Fuero. Estoy escribiendo de memoria pero lo he leído así. Y me ha venido a la mente aquel suceso ocurrido en Bilbao, cuando los Comisionados de las Cortes de Cádiz se personan ante las Juntas Generales de Bizkaia reunidas en la Iglesia de S. Nicolás, para presentarles la Constitución recién proclamada, que extiende a todos los españoles las libertades "que vosotros habéis gozado desde siempre..". Los junteras vizcaínos les oyen con atención y les manifiestan su satisfacción, aunque tendrán que reflexionar atentamente si es superior a la Constitución de Bizkaia (llaman Constitución al Fuero), a la que en todo caso ellos han jurado defender con su vida...
Los batzokis se fundaron para difundir, al igual que hizo Agirreolea en Bergara, la idea nacionalista y, cómo no, el euskera y todo lo referente a nuestro patrimonio como pueblo. Cien años de trabajo en esta dirección, aunque cincuenta de ellos estuviera cerrado durante las dos dictaduras españolas, suponen por sí solos un ejemplo de adhesión a una idea y una capacidad de resistencia poco usual entre los pueblos del mundo.
Prólogo al libro de Juan Luís Bikuña
Por: Xabier Arzalluz Antía
(Año 2003)
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