(BILBAO HACE UN SIGLO)
La noticia produjo en Bilbao y todo el País Vasco una grata sorpresa: nada menos que en Berlín se había fundado una «Asociación Basca» de la que habían sido promotores dos eximios vascóf ¡los alemanes como eran Karl Hanneman y Theodor Linschmann, a los que pronto se sumaron otros ilustres filólogos, encabezados por el propio príncipe Luis Luciano Bonaparte. La constitución de tan notable asociación se hizo el primero de abril de 1886 en Berlín y al conocerse la misma todos alabaron la iniciativa y lamentaron que el estudio del euskera despertara mayor interés fuera de Euskalerria que dentro de ella, donde el proyecto de Arístides de Artiñano, en este mismo año 86, para formar una «Academia Bascongada» no llegó a convertirse en realidad hasta 1918.
La mayor parte de los periódicos vascongados de 1886, así como la revista «Euskalerria», se hicieron eco de la fundación de la «Asociación Basca de Berlín». Manuel Gorostidi, en la citada revista, publicó un pequeño artículo titulado «El bascuence en Alemania», expresando su satisfacción y la de todos los amantes del euskera al ver «cómo cunde la afición de su estudio en las cultas naciones de Europa en que las disquisiciones profundas ocupan la atención y el tiempo que, en España, se malbarata en el insano y estéril pugilato de las pasiones políticas”. Recuerda Gorostidi cómo en el Congreso de Americanistas celebrado en Madrid hacia pocos años el P. Fidel Fita, S. J. propuso la creación de una cátedra de vascuence en la universidad Central sin que cuajara la idea. Por contraste a tan «punible indiferencia» estaba el ejemplo de la nueva Asociación de Berlín, dedicada al estudio dialectal del euskera, de su literatura, tradiciones y costumbres «con el fin de resolver el problema del iberismo», planteado por G. Humbold y por Kiepert, siendo este último el autor de importantes trabajos sobre etnografía vasca, publicados en las Actas de la Academia de Ciencias de Berlín.
Es decir que en torno al debate del vasco-iberismo nacía en Berlín la nueva «Asociación Basca», animados por «varios sabios de Alemania, Francia y España» cuyo objeto -según decían textualmente sus estatutos- era «principalmente, el fomento y el interés de los dialectos principales bascos y la propagación del estudio de los mismos; el procurar el mayor número de afectos e investigadores sobre el estudie de la literatura, las tradiciones, los usos y costumbres, la historia, etc., de los bascongados, para resolver de este modo el problema ibérico, así como dar a conocer y obtener todos los datos y noticias de las publicaciones que aparezcan sobre este particular».
¿Y cuál era ese «problema ibérico» que tanto preocupaba a los filólogos y vascólogos alemanes y a sus colegas de otros países? En pocas palabras, la cuestión de si los primitivos iberos, habitantes de la Península que lleva su nombre, hablaron euskera y por tanto esta lengua estuvo generalizada en su uso por toda esta Península, tal y como defendieron los citados Kiepert y Humbold, lo mismo que Bondard, y en España el referido P. Fita o el propio Arturo Campíon en su obra «Genio de Navarra”. El tema estuvo muy de moda hace cien años, pero luego la tesis vasco-iberista fue decayendo, aunque todavía tenga sus partidarios.
Los fundadores
Los primeros 15 socios inscritos en la Asociación Vasca de Berlín tuvieron, según disposición estatutaria, la categoría de «fundadores». Entre ellos citaremos, en primer lugar, al presidente de la Asociación, Karl Hanneman, domiciliado en Berlín (O Halsmanstrasse, 41), de 47 años, cuyos últimos diez años de vida los entregó a esta empresa cultural, ya que murió en 1896. Dos años antes de fundar la Asociación, en 1884, había publicado sus «Prolegómenos sobre la lengua vasca o cántabra», colaborando en varias revistas, incluida la de la propia Asociación, titulada Euskara, en donde dio a conocer su idea de convertir al vascuence en una lengua universal, con más posibilidades que el famoso «volapuk» y esperanto.
El primer secretario de la asociación vasco-berlinesa fue H. Theodor Linschmann, que hacía también de cajero y vivía en Leustadt, cerca de Weimar, publicando en Strasbourgo el «Nuevo Testamento» de Leizarraga. En el primer número de la revista de la Asociación trató precisamente del tema «El significado de las investigaciones basco-ibéricas», tocando el polémico asunto del origen del euskera, que admitía como caucásico, dada su afinidad con las lenguas sumerio-acádicas.
De algunos de estos primeros socios no tenemos mucha información, como es el caso del Prof. Grunn, del bibliotecario de Carlemhe, Dr. Brambach; del Sr. D. August Thomas Rud, que residía en 1886 en Viena; o de los doctores Mahn y Mahnin Stiglity.
El príncipe Bonaparte
Precisamente el citado Prof. Dr. Mahnin Stiglity, autor de la obra «Monumento de la lengua vascongada» (Berlín, 1857) fue uno de los dos primeros «socios honorarios» de la «Asociación Basca de Berlín», siendo el otro la insigne personalidad del príncipe Luis Luciano Bonaparte (1813-1891), que a la sazón contaba 73 años de edad y residía en la Gran Bretaña desde hacía tiempo, separado ya de su mujer. Era hijo de un hermano de Napoleón I y primo de Napoleón III, que fue quien le concedió el título de príncipe, cuya pensión perdió al ocurrir la III República Francesa, pero en 1883 el Gobierno inglés le concedió otra pensión para estudiar los dialectos ingleses. Poco antes de fallecer el murió su mujer en 1891 y casó en segundas nupcias con una vascofrancesa.
No es del caso recoger aquí, ni sumariamente, la ingente labor euskerológica de este autor, a quien podemos considerar como un clásico de tales estudios. La nueva Asociación Vasca de Berlín homenajeó con el nombramiento de socio de honor a tan preclara autoridad filológica.
El matrimonio Van Eys
Entre los distinguidos fundadores de la Asociación Vasca de Berlín encontramos al notable lingüista holandés Willem J. van Eys, que en 1886 residía, junto con su mujer, Mathilde van Eys, en San Remo, después de haber vivido treinta años en Londres, donde trabajó intensamente en el estudio del vascuence, junto con el príncipe L. L. Bonaparte. Había nacido en Amsterdam en 1825 y contaba, por tanto, 61 años en 1886. Su mujer le acompañó, en 1866 y 1868, en los dos viajes que realizó por el País Vasco, de los que ella publicó sendas relaciones, siendo una estupenda colaboradora de su marido.
Citaremos, además, entre los fundadores de la citada Asociación berlinesa al cónsul alemán en San Sebastián, Dr. D. Rodolfo Spreger, al infatigable Mr. Julien Vinson (1843-1926), profesor de la Sociedad de Orientalistas, de París; a Mr. Víctor Stempf (1841 -1909), residente en Burdeos y autor de numerosos trabajos euskerológicos; al vicario general de la diócesis de Bayona, Emmanuel Theodore Inchauspe (1816-1902); al asturiano Estanislao Sánchez Calvo y al navarro Arturo Campion.
Manuel Basas
(El Correo – Diciembre de 1986)
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