Hace setenta y cinco años, el 1 de enero de 1917, domingo, aparecía en Bilbao una nueva publicación, Hermes, que se calificaba a sí misma como Revista del País Vasco y que supuso una importante novedad en el panorama cultural del momento.
Su director y fundador era un cubano de ascendencia vasca, afincado en Algorta, Jesús de Sarria, nacionalista declarado aunque un tanto heterodoxo. En torno a él, una amplia lista de redactores y colaboradores, en la que encontramos personajes destacados de la vida social, política y cultural principalmente de Bilbao, pero también de otros lugares del País Vasco y del resto del Estado, y más tarde del extranjero.
La revista nacía en un momento de gran riqueza pero también de gran complejidad cultural, lo que originaba concepciones no sólo distintas sino contrapuestas de lo que era y significaba ser vasco, de qué se debía entender por cultura vasca.
Y en estas circunstancias, Hermes optó por una interpretación diferente de la misma, moderna, plural y abierta, de alto nivel intelectual; no identificó lo vasco con una visión folclórica de lo rural, sino que con una mentalidad más amplia englobó también lo urbano, el deseo de civilidad, siguiendo el camino de los Amigos del País.
Ello mereció bien pronto el reconocimiento y la admiración dentro y fuera de la Villa, como lo prueba el banquete-homenaje que, en mayo de 1917, apenas cinco meses después del nacimiento de la revista, le ofrecieron en el Hotel Palace los círculos intelectuales madrileños. Este talante nuevo, distinto, se manifestó de múltiples formas.
Buscó la calidad; por sus páginas pasaron nombres destacados propios y foráneos, de los distintos campos del saber: Unamuno y Baroja, Ramón y Cajal o Zuloaga, Tagore y Juan Ramón, Campión y Aranzadi. Fue plural no sólo en los temas tratados -pintura, literatura (creación y crítica literaria), economía, política, música, historia- sino en el enfoque dado a los mismos, lo que motivó alguna polémica -respetuosa siempre- en sus páginas. Fue plural en la ideología de sus colaboradores, buscada expresamente, pues para ellos (qué gran lección para el momento actual) nada representaba mejor el grado de cultura de un pueblo que la convivencia respetuosa. Fue plural en el empleo de diferentes lenguas, conjugando así la afirmación de lo vasco y la apertura a más amplios horizontes; escrita fundamentalmente en castellano, aparecieron desde el principio colaboraciones en euskera que se unirían más tarde a otras en inglés y francés.
Estuvo abierta a otras culturas; sus lectores estaban informados tanto de la actividad de la Residencia de Estudiantes, foco intelectual del momento, como de las conferencias, exposiciones y acontecimientos de París y Londres; estuvo abierta incluso a culturas que pudieran parecer más alejadas de nosotros, como las nórdicas o eslavas. No, no era una mera figura literaria cuando se afirmaba que Bilbao estaba abierta «a todos los vientos de la rosa»; respondía a un proyecto cuajado en realidad. Y, como resultado de todo ello, Hermes fue una revista moderna, lo que no excluía un profundo respeto a la tradición, un gran amor por lo propio y peculiar.
Coincidía con el espíritu de su tiempo, la llamada generación novecentista. Era la preferencia por el estilo pulcro, cuidado, un tanto intelectual; por el ensayo como género literario; por la cultura como medio de actuación política. Era la presencia, habitual y constante, de Eugenio d'Ors y de muchos de los representantes de ese movimiento, como Basterra o Moreno Villa; eran, en fin, las palabras pronunciadas por Ortega y Gasset en el homenaje citado.
Era la atención a las últimas novedades artísticas o editoriales, acercadas hasta Bilbao, con un criterio lúcido y actual, por las críticas de Díez-Canedo en literatura o de Juan de la Encina en arte, que eran en ocasiones, las primeras menciones en lengua castellana de determinados movimientos, autores, obras, etc.
Y fue también la presencia de hombres de 'Hermes' en la tertulia del Café Royal de Londres, y la aparición en las páginas de la revista de poemas vanguardistas franceses o de comentarios sobre las vanguardias poéticas realizados por algunos de sus máximos representantes como Ezra Pound o A. Symons.
Fue moderna en el papel reservado a la colaboración femenina. No son muchas las mujeres, españolas o extranjeras, que escriben en Hermes, pero hay que destacar en ellas (Nelken, Alfau, Rachilde, etc.) su gran altura intelectual y el carácter de sus colaboraciones: creación o crítica literaria, comentarios sobre arte, inquietudes feministas. Esto indicaba sin lugar a dudas la mentalidad abierta y progresista de la publicación, que no relegaba a las mujeres a los campos considerados tradicionalmente femeninos.
Y así pudieran señalarse muchos otros aspectos. Pero los rasgos indicados hacen que hoy, setenta y cinco años después, Hermes no sea una polvorienta pieza de biblioteca, una antigualla erudita, sino que conserve plena actualidad y vigencia; que sus propósitos manifiestos sigan siendo no sólo válidos, sino urgentes; que, quizá, nada mejor que recuperar el espíritu de Hermes -libertad y cultura- para afrontar los retos que nos aguardan.
Por: María Begoña Rodriguez Urriz* (Catedrática de Lengua y Literatura y autora de una tesis doctoral sobre la revista Hermes)
(Deia, 2 de Enero, 1992)
ESPAÑA DEBE QUITARSE DE ENCIMA UNA VISIÓN IMPERIAL, QUE ES CIERTO EXISTIÓ, PERO QUE YA NO ES ASÍ, NI VOLVERÁ.
Publicado por: Sony | 01/24/2021 en 11:40 p.m.