Hoy en Radio Euzkadi, a las 9:30, se ha abordado una de las características políticas de 2020 como ha sido la crispación en el Congreso. Previamente el diputado Roberto Uriarte ha comentado que lleva a cabo una iniciativa para lograr un cierto consenso entre diputados para que se respeten las formas que en política son el fondo. Loable iniciativa, pero no es ese su trabajo. Ese trabajo corresponde a la Mesa del Congreso y a su presidenta que, como decían de Landelino Lavilla está expuesto, pero hacer, no hace nada, o muy poco. La presidenta ante el insulto, la burla, la falta de respeto, teniendo como tiene avisos, llamamientos, expulsión del hemiciclo, sanciones va de guay y está, expuesta, pero no ejerce. No saca del hemiciclo al diputado faltón, no sanciona las injurias que se producen en debates de arrabal, no ejerce lo que el reglamento le indica. Y no se trata de caer en una espiral de sanciones y expulsiones sino de ejercer la mínima autoridad para que el hemiciclo no sea un ring de boxeo ni un plató de televisión, buscando el interviniente agradar a la audiencia de fuera de la Cámara. El parlamentarismo tiene unas normas que si no se cumplen, la bronca está asegurada. Un lugar donde conviven 350 personas de cada padre y de cada madre si no se respetan la esencia de la representación, la urbanidad, los buenos modales deviene en un patio de monipodio, que es lo que a veces ocurre por culpa de Meritxell Batet. Ella simplemente está expuesta.
Bien es verdad que a diferencia de aquellos años, la presencia de partido tan extremos como Vox y Podemos y por primera vez un gobierno de coalición, junto a las redes y la teatralización excesiva de la política hace que esos extremos condicionen al PP y al PSOE pero para esto debería estar la Mesa y la Presidenta, no el diputado Uriarte buscando que la gente se comporte. Poder que no se ejerce, se desprestigia. ¿Se acuerdan de la primera sesión con Podemos llevando niños a amantar, besos de fin de película, extraños tocados y cosas así?. Afortunadamente se han dado cuenta que la política es algo más serio y que tiene sus normas implícitas porque las decisiones afectan a mucha gente, pero la mentalidad, esa mentalidad de aquí estoy yo y hago lo que quiero por parte de Vox y Podemos, Cayetana incluida, es la que ha marcado la pauta del año superado.
María Suarez nos ha entrevistado a Álvarez Cascos y a mí. El PNV logró un acuerdo en 1996 votando la investidura de Aznar, no un acuerdo de legislatura, ya que el PP había obtenido 156 diputados, CIU 16, el PNV 5 y Coalición Canaria 4. Con nosotros no hubo acuerdo porque UGT y CC.OO le dijeron a Aznar que si negociaba la transferencia de la Seguridad Social, que está en el estatuto su régimen económico, rompían la baraja e iniciaba su mandato con una huelga general y Aznar se arrugó.
He recordado como la noche electoral Arzalluz dijo que si el PP había ganado las elecciones debería formar gobierno y así lo hizo pactando con CIU, CC y PNV. Y he recordado los logros conseguidos olvidándome de Euskaltel que Álvarez Cascos ha recordado diciendo que les criticaron porque rompía el mercado de las Telecomunicaciones y sin embargo Ardanza le invitó a una etapa que ganó el asturiano Samuel y aquí no se ha roto nada. Dicho por Cascos tiene su importancia. Cascos, el dóberman, que es ingeniero sufrió los disparos verbales de Mayor Oreja y de Iturgaiz desde las esquinas tratando de que el pacto se rompiera y terminó rompiéndose. ”Mientras a nosotros se nos mata, Cascos come kokotxas con Arzalluz en Sabin Etxea “ decía el lenguaraz y actual pope del PP, Carlos Iturgaiz, embarrando una cancha que nosotros queríamos limpia para lograr acuerdos beneficiosos para Euzkadi. Mayor Oreja e Iturgaiz lo impidieron.
Decía Fernández Ordoñez que la ideología cabía en la punta de una servilleta y el resto eran relaciones personales. Algo de eso hubo, aunque nos separaba el océano de la concepción del estado, pero estoy seguro que de no haber existido ETA, el estatuto en aquella legislatura se hubiera desarrollado en un 90%. No fue posible, como no lo fue en el Ayuntamiento de Bilbao. Allí no funcionó ni lo que decía Séneca que la política era complicidad sin amistad.
Nos decía Ajuriaguerra que la política era vencer resistencias y huir del todo y la nada porque te quedas sin nada. Y nos decía él, que estuvo condenado a muerte, que no nos equivocáramos que España existía y que si España no iba bien, Euzkadi no iba a ir bien, y todo eso sin dejar de defender nuestra identidad vasca y nuestros principios.
En resumen. Que con Vox no habrá nada que hacer pero Podemos debería darse cuenta que a pesar de que Iglesias sea experto en marketing y en tener un programa propio en La Tuerka, la política no es solo eso, junto a las redes sino fundamentalmente acuerdos entre diferentes.
Y que la presidenta se gane el sueldo.
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