Miércoles 27 de enero de 2021
Conocí a Iceta en el Congreso de los Diputados. Es una persona cercana y amable.
Siempre que hablábamos de Euzkadi me decía que no tenía nada que ver con el obispo de Bilbao, Mario Izeta sino con su abuelo que era del PNV. Y cuando le preguntaban cuántas naciones había en España, respondía que nueve, para horror de sus compañeros de la calle Ferraz.
Nueve. Nada menos que nueve. Es lo que contestaba el líder del PSC cuando le preguntaban cuántas naciones hay en España. Guerra y Rodríguez Ibarra echaban fuego por la boca.
Una nación es Catalunya, la de su abuelo Octavi, un simpatizante de Esquerra que vendía máquinas de escribir. ¿Otra? El País Vasco de su abuelo Miguel, que trabajó en la maquinaria bélica del Gobierno Vasco durante la guerra. Y está incluso la nación de Plácida, su "tata" aragonesa. Aquí la historia familiar, y 'plurinacional', de Miquel Iceta, el gran contorsionista que quizás empuje al PSOE a reconocer a Cataluña como nación desde su puesto de ministro. Y su pasado en el partido, siempre entre bambalinas. Hasta fue ponente del polémico Estatut.
Esta historia podría empezar el 3 de octubre de 1959 en un salón del hotel Avenida Palace de Barcelona. Allí se celebra un banquete de bodas en cuyas mesas principales están sentadas dos familias. La de la novia, los Llorens Ulargui, catalanes, burgueses bien situados y simpatizantes de Esquerra Republicana; y la del novio, los Iceta Soto, vascos, burgueses venidos a menos y del PNV. Allí sonaron canciones vascas, catalanas y también castellanas. Y de aquel matrimonio, un año después, nacerá el hombre que acabará manejando los hilos del socialismo en el polvorín catalán. Se llama Miquel Iceta Llorens y, para, incomodidad de algunas federaciones socialistas, en plena negociación con ERC para que el partido independentista facilite la investidura de Pedro Sánchez, empujó al PSOE hacia el reconocimiento de Catalunya como «nación» dentro de una España federal.
En aquellos lejanos días, todo va muy deprisa, la palabra maldita colocó en el foco al primer secretario del PSC. Es lo que dice la ponencia marco que el partido debatió entre el 12 y el 15 de diciembre en su 14° congreso: Catalunya es una «nación» que debe ser reconocida y España, un Estado plurinacional. ¿Una nación? Sostiene Miquel Iceta que él no es nacionalista, y que no puede serlo, en buena medida, por sus orígenes.
—Yo lo decía en broma en casa: ¿pero cómo voy a ser nacionalista?, ¿Qué soy?, ¿nacionalista vasco o catalán? —contó Iceta a Crónica.
Esta es la historia de los apellidos (catalanes, vascos y castellanos) de Miquel Iceta Llorens Soto Ullargui Zubiaur Corredor Olalde Aguiló Castelló... Y de cómo el político que lleva 45 años en la maquinaria del PSC —con todos sus bandazos—, el catalán que susurró a Narcís Serra, a Josep Borrell, a José Montilla, a José Luis Rodríguez Zapatero, a Alfredo Pérez Rubalcaba y ahora a Pedro Sánchez, pretende resolver «el encaje» de Catalunya en la España de las «nueve naciones».
Año 1936, Bilbao. Golpe militar. El PNV forma junto a los socialistas y otros partidos un Gobierno Provisional liderado por el lehendakari Aguirre. Dentro de su Departamento de Defensa, crea la sección de Industrias Movilizadas: un conjunto de fábricas que prepararán material de guerra para los republicanos.
Entre ellas está Firestone, que produce neumáticos. Su consejo de administración, probablemente de ideas conservadoras, no se reúne, y su consejero delegado huye en barco a Estados Unidos. De modo que el Gobierno vasco se incauta de Firestone y en marzo de 1937 nombra a un ingeniero como delegado suyo en la empresa. Se llama Miguel Iceta Zubiaur —el abuelo de Miquel Iceta—y estará al menos tres meses al mando de la producción bélica encargada por el Ejecutivo, hasta la caída de Bilbao, según ha podido documentar el investigador de la Universidad del País Vasco Xabier Herrero.
El certificado del PNV
El Archivo del Nacionalismo Vasco que custodia la Fundación Sabino Arana posee dos documentos a nombre de Miguel Iceta Zubiaur. El más valioso es un certificado expedido por el Gobierno vasco durante la contienda y con el sello del Euzkadi Buru Batzar (PNV) corno «aval político», que detalla que el abuelo Iceta trabajaba como ingeniero industrial «al servicio de Industrias Movilizadas».
En el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, en un paquete de recibos referentes a los gastos del PNV de cara a los comicios de 1936, Crónica descubrió otra pista: un pequeño recibo a nombre de «Miguel de Izeta», domiciliado en la alameda Recalde en eI que se indica que «contribuye con 5 pesetas para atender a los gastos electorales del PNV.
¿Y qué fue del Ingeniero nacionalista? Su nieto completa el relato: «Le aplicaron la Ley de Responsabilidades Políticas y fue encarcelado. Salió de la cárcel enfermo de tuberculosis y murió poco después, a finales de los años 40. Yo no le conocía. El equipo de investigadores del Instituto de Historia social Valentín de Foronda localiza a petición de este suplemento el expediente de un consejo de guerra que concuerda con el caso. La ficha dice «Miguel Iceta Julián», probablemente por error; el resto de los datos encajan.
Según la causa número 251/37 el consejo de guerra se celebró en Bilbao el 23 de julio de 1937 (cuatro días después de la entrada de los franquistas en la ciudad). Miguel, de 39 años, consta como “afiliado al PNV” y le condenan por un delito consumado de “aceptación de empleo de los rebeldes”. “Durante el dominio rojo-separatista fue gestor de la casa Firestone como representante de Industrias Movilizadas”. La pena: inhabilitación de cargos públicos por seis años y un día.
Cuando murió antes de cumplir los 50, el ingeniero Iceta dejó viuda (Elisa Soto Olalde) y ocho hijos. La situación económica de la familia, buena antes de la guerra, empeoró. El líder del PSC relata que, con la muerte del cabeza de familia, su primogénito –el padre de Miquel Iceta, también llamado Miguel, entonces con 18 años, y su hermano gemelo, tuvieron que ponerse a trabajar. Así pasó el tiempo hasta que a los 28 años el hijo del ingeniero conoció a la mujer con la que iba a casarse: una catalana llamada Montserrat Llorens.
Confiemos que con Iceta se termine por cumplir el estatuto de Gernika como quizás lo haría su abuelo.
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