TELLAGORRI (Nº 147)
Don José Ortega y Gasset, de oficio pensador —lo contrario de Franco, que se lo pregunta todo a la Divina Providencia...—. Por cierto que como se ha dicha tantas veces que el general Franco consulta sus asuntos con la Providencia le pregunté un día a un ilustrísimo sacerdote si creía que eso era verdad, a lo que me contestó:
—No lo sé, hijo mío; pero, en primer lugar, dudo mucho de que la Divina Providencia le diga a Franco que haga las cosas que está haciendo; y en segundo término, si todo se resolviera por ese procedimiento de preguntárselo al Sumo Hacedor, ¿para qué estudiaríamos nosotros teología, ni otros medicina, o ingeniería, o cunicultura? ¿No me entiende usted, mi dilecto amigo?
A otra cosa. Decía que don José Ortega y Gasset, en un estudio titulado "Para una topografía de la soberbia española”, habla de eso, de la soberbia española; y también de la soberbia vasca pero esto lo dejamos para el final, por razones de humildad.
El señor Ortega y Gasset, de quien el señor Prieto solía decir cuando lo veía llegar “Ahí viene esa masa encefálica", ejerce un oficio peligroso. Eso de ser un pensador profesional tiene la quiebra de que se equivoca uno con demasiada frecuencia, por la manía de discurrir solamente con el cerebro, en lugar de hacerlo con todo el cuerpo, que es lo que hacen las personas normales. Por eso no me gusta lo que escribe Hugo G. Wells: lo encuentro demasiada listo, demasiado "sobrado” en eso de discurrir con los dentros de la cabeza. En cambio, me agrada mucho Lin Yutang cuando dice que prefiere un buen trozo de solomillo con salsa de setas a la mejor doctrina filosófica, lo cual expresa una bellísima idea del estómago, con la cual víscera discurre el hombre bastante más a menudo que con el cerebro. Tal vez quien haya dicho la mayor verdad acerca de esto sea aquel inglés que afirmó que el cerebro "es algo así como el hocico del cerdo, que solo sirve para buscar alimentos”. Realmente, no debería pasar el cerebro de ser un servidor del resto del cuerpo, pues cuando le da por meterse en averiguaciones sobre cosas que están fuera del hombre hay que echarse a temblar: o sale una pintura abstracta a base de alambres retorcidos, o el existencialismo o la desintegración nuclear; y todo eso es cosa mala. A eso se refirió seguramente el profesor Letamendi cuando habló de "la funesta manía de pensar".
No se sabe a qué llama concretamente "soberbia española” el señor Ortega y Gasset. En España como en todas partes, hay temperamentos y mentalidades bien diferentes, lo cual impide deducir consecuencias demasiado generales. Ahí tenemos el caso de aquel alcalde de pueblo que al instaurarse la República en España envió al ministro de la Gobernación el siguiente telegrama "proclamada la República. ¿Qué hacemos con el cura?". Esa es una prueba de humildad mental, contraria en absoluto a la soberbia En cambio otro alcalde envió al ministro un telegrama que decía ''Continúa en este pueblo la matanza de frailes dentro del mayor orden". Eso aparte de una ferocidad consentida denota una seguridad en lo que se hace que linda con la soberbia más satánica si no la rebasa. Y bien ¿de cuál de esos alcaldes se ha servido el señor Ortega y Gasset para su estudio topográfico de la soberbia española?
Pero es posible que el pensador de oficio haya hecho sus averiguaciones únicamente en los últimos tiempos, en los días azules del imperio falangista y en este caso no le habrán faltado, en verdad, materiales para construir su teoría. Porque con el falangismo ocurre algo que constituye un colmo de soberbia. Ya se sabe que los franquistas se han destrozado los nudillos llamando a la Puerta de Oro norteamericana en busca de dinero. Pues bien así como a cualquiera que se dedique a la mendicidad lo primero que se le ocurre es poner cara de “coitao” y pedir la limosna con voz trémula y “por amor de Dios”, los falangistas emplean otro procedimiento: insultan a quien va a pedir a ver si les toma miedo y afloja la bolsa. Vean este caso: acabo de leer en un periódico falangista que Truman tiene una excelente colección de sombreros aludos y de corbatas norteamericanas, pero que carece en absoluto de honradez; así ni más ni menos. Y en seguida le piden dinero.
Por lo que hace a Gran Bretaña el diario "El Pensamiento Navarro”, sin duda para animar a los-ingleses a intensificar su comercio con España, dice que el gobierno británico "es un gobierno de cargadores del muelle" Y el "A.B.C" publica una crónica de su corresponsal en Londres, en la cual, para ver si los electores laboristas se deciden a mirar con más simpatía a Franco asegura que “Inglaterra se va hacia el nivel de los más holgazanes, los más ineptos y los más tontos, que son también los que tienen más votos". Naturalmente, no podía faltar en la colección el humildísimo fraile con ideas humildísimas. En este caso se trata del R. P. García Figar, de la Orden de Predicadores, quien ha tomado a su cargo el trabajo de ganarse las simpatías de los franceses por el mismo sistema empleado por los anteriores para ganarse las de los británicos y norteamericanos. Dice que ya sabe por qué se opuso Francia a que se concediera un empréstito a España: porque España quería ese dinero para rearmarse e invadir Francia. Pero el fraile conoce la solución para espantar el temor de los franceses: "Francia necesita sublevarse a la voz de un general, barrer con todos los políticos democráticos y devolver a la nación a sus tradiciones católicas”. Ya está visto que la masa encefálica de don José habrá encontrado, sin necesidad de grandes esfuerzos cogitabundos, buenas pruebas, en los nuevos tiempos españoles, para hablar de la "soberbia española".
Pero ¿qué hay de la soberbia vasca? Este ya es otro cantar.
Para empezar, Ortega y Gasset ha dicho algo que nos ha ruborizado de quilla a perilla; ha dicho: “De todos los grupos étnicos peninsulares, sólo el vasco conserva vigorosas las disciplinas internas de una raza no gastada", añadiendo que el vasco "es el único rincón peninsular donde aún se encuentra una ética sana y espontanea, ya que las almas de Vasconia son puras y fuertes"
Un escritor franquista al comentar esos párrafos, ha dicho que tales virtudes se deben al espíritu religioso del pueblo vasco, no a méritos propios y eternos. Sin embargo parece que la cosa es un poco al revés: que el espíritu religioso de los vascos se debe a que su alma, su temperamento, su mentalidad, su modo eran los mejores para recoger las verdades evangélicas y para recogerlas en serio. ¿No dicen acaso los franquistas que España toda de punta a punta no tiene par en el mundo en su catolicidad?. Entonces ¿por qué no conserva España esa alma que don José ha encontrado en los vascos únicamente? Hablando de la soberbia vasca dice:
"La soberbia vasca no engendrará de sólido más que pequeños hidalgos que anidan en su cuba de piedra”.
En primer, lugar no hay tal soberbia vasca don José. Hay, eso sí, una íntima satisfacción y si usted quiere, hasta un poco de orgullo en creer que somos eso que usted dice de nosotros. Y, en fin de cuentas, somos lo que somos y no ninguna otra cosa, ni queremos ser de otra manera ni podemos serlo ni lo seremos. Y no engendramos ni siquiera “pequeños hidalgos” ni falta que hace. Pues ¿de qué otra cosa sufre España sino de sus hidalgos? No se puede hablar en términos absolutos de soberbia española pero puede afirmarse sin miedo a errar que en España hay mucha soberbia; hay soberbia en el militar y en el eclesiástico y en el noble y en el señorito porque todos ellos se tienen “por hidalgos”, hijos de algo, hijos de los tiempos imperiales, y así no hay quien los resista ni los aguante, ni se conlleve con ellos, don José.
Euzko Deya de Buenos Aires (10 de Noviembre, 1949)
Delegaciones de BNG, ERC y CUP participan en la manifestación de Bildu en Bilbao por la independencia del País Vasco.
https://www.eldiario.es/politica/delegaciones-bng-erc-cup-participan-manifestacion-bildu-bilbao-independencia-pais-vasco_1_8508718.html
Publicado por: Sony | 11/20/2021 en 10:28 p.m.