TELLAGORRI (Nº 144)
“Nunca he creído de que el hombre es un animal sociable. Lo que ocurre es lo que le ocurrió a Euclides con su eometría: que para poder construirla necesitó que sus discípulos admitiesen como ciertos unos cuantos postulados, cuya certeza no se ha demostrado nunca.
Igual para con lo de la sociabilidad del hombre: es “necesario adquirirla para, sobre esa base, edificar todo un sistema político y toda una ordenación legal. Y menos mal que lo que se construye sirve para ir viviendo, como la geometría euclidiana sirve para ir construyendo: pero, como digo, nadie ha podido demostrar que sus postulados sean ciertos, como no se puede demostrar ese otro de que “el hombre es un animal sociable”. Al contrario parece que abundan razones para creer que el hombre es un animal insociable.
Los hombres se asocian a veces sin duda, pero es para lanzarse contra otros hombres, lo cual demuestra su insociabilidad. Por ejemplo ocurre que varios hombres se agrupan en una alegre barra de animosos para dedicarse al comercio, a la industria o a cualquier otro negociejo y denominan al grupo “sociedad anónima", que actúa siempre sobre otros hombre de los cuales extrae ganancias que van a parar a los bolsillos de los anónimos.
Otras veces como se observa en los partidos de fútbol, se agrupan en unas gradas miles de "hinchas" a un equipo, y en otras gradas, miles de "hinchas" del otro equipo, pero siempre actúan los unos en contra de los otros, pues mientras los de unas gradas quieren impedir un "penalti" se convierta en mal, los de las otras gradas está empeñados en que se convierta. Y primero suelen ser los gritos y después algo más sólido.
También en los cines se reúnen las personas, pero los importa a los unos muy poco o nada de los otros; ni se miran siquiera, a no ser tomados por parejas de distinto sexo; pero para eso no es necesario llamarse hombre; también las palomas, las hormigas y los elefantes se unen.
La inevitabilidad de las guerras demuestra asimismo la escasa sociabilidad del hombre y no digamos nada de los códigos penales, de las cárceles y de la policía, sin los cuales elementos nos buscaríamos todos a punta de cuchillo o a balazos desde la mañana temprano.
Tampoco hablemos de la insolidaridad de la falta de fraternidad y de amor al prójimo que se advierte en la total indiferencia con que el señor gordo, bien comido y fumando su puro habano pasa junto al pobre escuálido que no ha probado alimento desde hace días. ¿En qué consiste, entonces, la sociabilidad? En nada; eso no pasa de ser un postulado necesario, si se quiere para levantar todo un edificio político, legal o moral; una vez levantado el edificio, podemos prescindir tranquilamente del postulado, como una vez construido un edificio de cemento podemos prescindir alegremente del armazón de madera que nos ha servido para ir levantando puntales y trazando vigas.
Ahora, con motivo de haber dejado de ser un secreto la fabricación de la bomba atómica, vamos a tener si Dios no media, una nueva prueba de la tan cacareada sociabilidad del hombre. Sin la intervención divina, parece que no va a quedarnos otro remedio que considerar al hecho como una nueva enfermedad epidémica, más terrible aún que aquellas pestes que de tanto en tanto dejaban en cuadro a los núcleos humanos que las padecían.
Cuando el presidente Truman anunció el hecho de que también los rusos podían destruir una ciudad y matar a todos sus habitantes sin más que arrojar desde un avión algo parecido a una pelota de tennis, todo el mundo se alborotó; todo el mundo, menos los rusos y los amigos que tienen las rusos por toda la faz de la tierra. El día en que se recibió la noticia, los cuatro diarios vespertinos de Buenos Aires salieron a la calle con el mismo grito de tinta, en primera plana y con los mayores caracteres: "Rusia tiene la bomba atómica”. ¿Y qué diría, entonces, con qué caracteres de imprenta daría su grito el día siguiente el diario comunista. ¿Lo esperamos con ansia... y aquello fué desolador. En primera plana hablaba del precio del azúcar, de la escasez de los jornales, de los desalojos... de lo de siempre. Con elegancia auténtica, envuelta en desdén de la más alta calidad, el diario comunista, en un rincón de una plana interior decía en tres líneas que algunos decían que Truman había dicho no sé qué sobre energía nuclear o algo así en la tierra de los soviets. Esto era como para escamar a Pangloss y quitarle buena parte de su optimismo.
Efectivamente ahora nos enteramos de que el Politburó moscovita ordenó a la Sección de Agitación y Propaganda, más conocida por "Agipro" desdeñar todo lo relativo a la posesión de la bomba atómica por Rusia, pasarlo por alto, ni referirse a ello siquiera y, en cambio, batir bien batido el parche en lo referente al "plan Gromyko", que tiende, como se sabe, a concertar un convenio internacional para declarar ilegal la producción y uso de bombas atómicas. Esto, por lo menos a primera vista, parece algo angelical; pero a segunda vista debe cambiar bastante la cosa porque, ¿cómo han reaccionado los norteamericanos, cómo han recibido a la palomita enviada por Gromyko? El Contraalmirante yanqui Ellis M. Zacharias nos da una referencia según la cual, lo que quieren los rusos es que los norteamericanos destruyan sus bombas y las instalaciones para fabricarlas, mientras ellos, los rusos, continuarían sus experimentos-. Por todo ello, el "plan Gromyko" ha sido recibido por el Tío Sam con una sonrisa y un gesto que quiere decir algo así como "a otro perro con ese hueso". En resumen, que nadie se fía de nadie y, como hemos dicho, si Dios no media, bombas tendremos. Es decir, una terrible enfermedad más creada por los sabios esta vez.
Bien, como ustedes quieran. Por nuestra parte, si las guerras no van a ser evitadas, tanto monta monta tanto Fernando como Isabel, Isabel como Fernando. Y casi, casi, ya que hemos de morir de muerte violenta mejor será morir en una milésima de segundo, sin tiempo para darnos cuenta siquiera, a consecuencia de una bomba atómica que de un lindo bayonetazo en las tripas, después de tres días de sufrimiento.
Todo lo aceptamos si ustedes los sabios y ustedes los gobernantes lo han dispuesto así para mayor dicha de la humanidad, pero a condición de que no vuelvan a decirnos ustedes que “el hombre es un animal sociable”. El hombre es un animal a secas. Y a veces ni tanto. Como deberíamos dejar en paz al pobrecito lobo; no volver a repetir aquello de “homo hominis lupus”; con decir “homo hominis hominis”, ya está bien.
Euzko Deya de Buenos Aires (10 Octubre de 1949)
Ya un montón de empresas españolas están en manos extranjeras, por ejemplo, REPSOL, tienes JPMORGAN, también BLACKROCK, etc., como puede verse.
1º Distribución accionarial de Repsol: accionistas mayoritarios I Repsol.
https://www.repsol.com/es/accionistas-inversores/informacion-bursatil/distribucion-accionarial/index.cshtml
2º JP Morgan sale de Repsol, Blackrock es el primer accionista - pv magazine España.
https://www.pv-magazine.es/2021/11/12/jp-morgan-sale-de-repsol-blackrock-es-el-primer-accionista/
Publicado por: Sony | 11/13/2021 en 10:38 p.m.