TELLAGORRI (Nº 152)
Nos parece haber encontrado la explicación de lo mal que los republicanos españoles aprovecharon aquel hecho tan provisorio de los días 12, 13 y 14 de Abril de 1931. El primer día, el electorado repudió a la Monarquía por inservible y al rey, por perjuro; el segundo confirmación del pueblo, con su alborozada presencia en la calle, aquella su voluntad; y el tercero, sin derramar una gota de sangre —ni de sudor siquiera, por lo fácil que fue todo— cambió el régimen institucional del Estado español, sustituyendo a la Monarquía con la República. Y en esos días, Galicia, Cataluña y Euzkadi recibieron la buena nueva —como que las tres se esforzaron porque llegase— con igual alegría y emoción que Castilla: pero, además, con grandes esperanzas de que, al dar estructura política al nuevo régimen, se tuviera en cuenta la realidad peninsular; en otras palabras, los movimientos nacionales vasco, catalán y gallego esperaban una solución federativa, que era, por otra parte, lo que más convenía a Castilla también, y la que habría dejado abierta de par en par una ancha y cordial puerta a Portugal.
No se hizo así, y allí está España, y aquí estamos nosotros, pagando las consecuencias. No se hizo así, aun cuando el más ilustre de los republicanos de aquel momento histórico, don Manuel Azaña, vio claro el problema y advirtió a todos en el Parlamento que el Estado español era plurinacional; aquel gran político tuvo que contentarse, ante la apasionada oposición de tantos y tantos, con abrir en la Constitución, unitaria también, un cauce para que comenzasen a discurrir por él, en cierto modo al menos, las aguas de la justicia que estaban pidiendo las realidades ibéricas. Los sastres que cortaron el paño y cosieron aquel traje constitucional, hicieron una obra que, en sí misma, fue calificada por muchos de perfecta, pero tuvo un grave inconveniente: que el traje fue cortado y cosido sin haber tomado antes las medidas de España; y no le sirvió. En eso consistió el error de los republicanos españoles en aquella coyuntura.
A ver si ahora, avisados por escarmentados, al tiempo que trabajamos para recuperar la República, vamos tomándole las medidas al cuerpo ibérico, no sea que incurramos de nuevo en el mismo error garrafal de tomar medidas a maniquíes apolíneos, pero de cartón y mimbres. Si habrá sido grande el error que, hasta ellos, los unitarios por esencia, los que más tabla rasa hicieron con las realidades, los que también se sirvieron de modelos extraños, los que hoy mandan en España, comienzan a advertir, con todo su unitarismo, que se equivocaron. ¿Y no lo van a advertir los demócratas, los hombres liberales, de mentalidad abierta a todo lo que sea luz de razón, de derecho, de libertad, de realidad de las cosas?
Ya la "gaffe" que cometieron los revolucionarios franceses en 1789, estuvo en vías de ser revisada por las gentes de Vichy en 1940.
Uno de los conductores de este movimiento revisionista fué nada menos que Charles Maurras, quien en esa época escribía y hablaba sobre la necesidad de volver a la antigua división de Francia, a aquella en la que sonaban los nombres de Gascuña, Bretaña, Borgoña, Picardía, Provenza y todo lo demás, rectificando así la caprichosa división departamental de los unitarios de la Revolución, que tuvieron luego sus imitadores en España en los liberales centristas de 1812. Pero es que ahora vamos leyendo en la prensa española cosas que, si no nos causan más que náuseas, por venir de donde vienen, sirven al menos para demostrar hasta qué punto es un contrasentido el centralismo español, y qué hondura tiene en la historia, en la vida política ibérica la solución federativa.
En uno de los diarios franquistas que con más saña, con más tesón y, peor fortuna, con más estupidez, ha intentado borrar de la pizarra ibérica el problema político que tenemos planteado los vacos —se trata de un periódico que se edita en Bilbao— se ha escrito algo que resulta asombroso después de lo que tiene escrito en estos diez o doce años últimos. Tras darse el articulista un erudito paseo por la mitología y hablarnos de la encina de Júpiter, del olivo de Minerva, del mito de Venus, del álamo de Hércules y de otros árboles simbólicos escribe: "Árbol memorable de Guernica, bajo cuyas ramas fueron jurados los Fueros y las libertades de Vizcaya".
¡Las cosas que nos ha dicho ese diario a los vascos por haber defendido los fueros y las libertades de Vizcaya y de las demás regiones vascas, hermanas todas en la historia y en el derecho!. Claro está que de los fueros y las libertades que el autor de ese escrito reconocería al pueblo vasco, si ello estuviera en sus manos, solamente gozaría el mapa, o los árboles, a todo tirar, ya que a los vascos de carne y hueso nos tendría bien sujetos al absolutismo de la Corona, cuando no al de Franco; pero el caso es que ese periodista, que ha volcado sobre nosotros todos los insultos que recoge el diccionario y algunos más, tiene ahora un recuerdo admirativo para nuestros perdidos fueros y libertades.
Pero hay algo más sorprendente aún. En una ocasión, don Alfonso R. Castelao, al comentar lo que en ciertos medios republicanos se decía de nosotros, los "separatistas", aludió, con toda la razón del mundo a los " s e p a r a d o s " , a los que con su absurdo centralismo atropellador y despectivo, creaban el sentimiento de "separación", única salida que quedaba, cerradas las puertas de la federación. Pues bien, un destacado falangista ha escrito en el periódico madrileño "La Hora", órgano del Sindicato Español Universitario, algo que en el fondo, y hasta en su forma, es lo mismo que dijo el ilustre líder galleguista, quien tendrá la bondad de perdonarme esta cita, este traerlo a colación del brazo de un "azul"; pero es que si un falangista dice que dos más dos son cuatro, no vamos a ponernos nosotros en ridículo diciendo que son cinco. En el artículo del semanario falangista a que nos referimos se elogian la vida y la obra de hombre tan esclarecido como el catalán Pompeu Fabra y el vasco sacerdote P. Jose Miguel de Barandiaran, y después de lamentarse que hombres como estos tengan que vivir y morir en el destierro, se dice que el "unitarismo" que se oponía a los tres pueblos ibéricos que pedían, piden y seguirán pidiendo su autonomía política, "era a "menudo cerril e incomprensivo", y que esos unitarios "a fuerza de exaltar el carácter y destino, cayeron en uniformistas y dieron, sin quererlo, ocasión a que se desarrollase el separatismo".
Es decir, que un falangista, y de los doctos, reconoce que ellos, a fuerza de cerrilismo e incomprensión hicieron de "separadores", lo cual, en fin de cuentas, ni nos extraña, ni nos produce ningún malestar, ya que con ellos, con fueros o sin fueros, con autonomía o sin ella, no tenemos ni queremos tener nada en común. Lo que nos extraña y nos duele es que castellanos con quienes tenemos toda la afinidad que nace de un mismo criterio sobre lo que es democracia y libertad, sobre todo lo que debe ser la vida política de los hombres y de los pueblos, coincidan con ellos en lo de "separadores".
Antes de terminar, una anécdota. El fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, le decía un día en los pasillos del Congreso, siendo diputado a Cortes, a un diputado vasco: "Nosotros no tenemos ningún inconveniente en aceptar la solución autonómica que piden ustedes, y más aún a condición de que reconozcan que España es una unidad de destino". Naturalmente, eso cayó en el vacío porque nosotros no queremos con los falangistas ni con ningún totalitario, vida política autónoma, ni unidad de destino, ni nada. En una España falangista, lo único que nosotros queremos es la separación lisa y llana; y en una España unitaria, centralista, cualquiera que sea su régimen, también. Pero nosotros no somos separatistas en una solución federativa, sino al contrario. Que no haya demócratas castellanos que hagan de separadores, y nos entenderemos perfectamente.
Euzko Deya de Buenos Aires (Diciembre de 1949)
"El miedo es el camino hacia el Lado Oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento."
STAR WARS (Guerra de las Galaxias).
Publicado por: Sony | 12/02/2021 en 10:32 a.m.
https://www.laverdad.es/sociedad/espana-dos-apellidos-20211202150231-nt.html
¿Porqué en España (y no en otros sitios) se utilizan dos apellidos, padre/madre, intercalados?, al parecer es una costumbre de la antigua Castilla, de la zona norte de Castilla, de los nobles castellanos y... DE LOS SEÑORÍOS VASCOS.
Publicado por: Sony | 12/03/2021 en 06:09 p.m.