Miércoles 22 de junio de 2022
La semana pasada, en la Fundación Sabino Arana, se presentó un comic editado por Nabarralde y la Fundación sobre Amaiur-La Resistencia Navarra. Tiene 23 páginas y sus autores son Ángel Rekalde y Amaia Ballesteros la dibujante, han hecho un muy buen trabajo. Termina con una poesía de Lauaxeta y cuesta diez euros. Lo recomiendo. De un golpe de rápida y visual lectura te informas de cómo en 1522 en la guerra de Navarra el castillo de Amaiur destacó en la resistencia frente a la conquista castellana. Hace 500 años doscientos navarros se enfrentaron al asedio de una tropa de más de 10.000 soldados españoles. Aquello fue una defensa a muerte, desesperada. Hoy su memoria representa el símbolo de la resistencia y la voluntad de seguir siendo una Navarra independiente y soberana.
Fue una amena e interesante presentación con un vivo coloquio en una sala llena. Nabarralde trata de ir rescatando una historia sepultada en la manipulación y el silencio llevando la bandera de la memoria de esta resistencia. La iniciativa conjunta con la Fundación está muy bien.
En sentido contrario y dentro de nuestro periplo navarro de la semana pasada visitamos Javier. Conocía la historia de San Francisco Javier escrita por Pedro de Basaldua junto a la de San Ignacio pero las explicaciones que se dan en el Museo son tan asépticas y manipuladas que parecería que el hijo menor de los Jasso y Azpilikueta fue poco menos que solo un misionero jesuita navarro nacido en Javier, bautizado en la pila bautismal de la iglesia que está enfrente y fallecido en la isla de Shangchuan a los 46 años. Este gigante, machacado por San Ignacio en Paris con su pregunta de “¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si se pierde a si mismo?”. Y es que la amistad con San Ignacio en la Universidad transformó por completo a Javier que fue uno de los primeros religiosos con los cuales san Ignacio fundó la Compañía de Jesús.
Su familia fue perseguida y represaliada por Castilla y la torre del castillo desmochada por orden de Cisneros habiendo estado San Ignacio al servicio de esa causa. Sería estupendo que además de poder escucharles hablando del más allá, escucharles hablar del más acá, cuando uno era un abertzale, en los parámetros de hoy y el otro un cortesano al servicio de la corona de Castilla. Y sobre todo saber si hablarían entre ellos en euskera ya que los dos lo conocían.
Nada de esto se refleja en las instalaciones de Javier que están muy bien conservadas pero a los que les falta el alma de la verdadera historia. Se nota la mano de UPN que no hace gala de la defensa de Navarra de la familia del santo. Confío que Nabarralde nos haga en breve un comic con la familia Jaso para que los navarros, y vascos en general, vayamos conociendo de verdad la verdadera historia de un Francisco Javier que fue toda una personalidad mundial.
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