Jueves 9 de junio de 2022
Transitaba enero del 2005, cuando Hugo Chávez hablaba de algo llamado Socialismo del Siglo XXI. Había sorteado paralizaciones, inmensas protestas y una salida abrupta de la presidencia en 2002, que pudo haber sido el punto de inflexión para que pensara en un modelo político que le permitiera construir un poder más allá de los parámetros constitucionales y legales. Algo que además le ayudara a consolidar el liderazgo evidenciado en el reclamo de su retorno por un gran número de venezolanos.
Pese a mis cálculos sobre el panorama del 2002 para Hugo Chávez, y pasado el 2005, no fue sino hasta después de la pérdida de la consulta o referéndum promovido para articular el cambio en la Constitución que le permitiría quedarse en el poder por los años de su vida, cuando en realidad apareció el primer documento referido al Socialismo del Siglo XXI. Aparece entonces el llamado Primer Plan Socialista del Siglo XXI, con unas propuestas teóricas que animaron a un sin número de pensadores en Latinoamérica y el mundo.
En ese documento, se proponían temas como la nueva ética socialista; la suprema felicidad social; un modelo productivo socialista; la democracia protagónica revolucionaria, y principalmente dos líneas de realización inmediata para las intenciones del dictador venezolano: la construcción de una Venezuela como potencia energética mundial y una nueva geopolítica internacional.
La idea ultima de la propuesta, se estuvo construyendo basada en el ingente dinero que estaba entrando a Venezuela, producto del alza del precio del petróleo. La nueva geopolítica, Chávez la construía en base a «realazos»; deudas perdonadas e hidrocarburos a bajo costo, cuando no resultaba regalado. Con esa estrategia, más allá del mero hecho ideológico, Hugo Chávez, fue ganando adeptos y seguidores en muchos países, sobre todo latinoamericanos. Presidentes como Evo Morales, Daniel Ortega y Manuel Correa, se enrolaron de inmediato en el discurso promovido por el dirigente venezolano y lograron conquistar el poder en sus respectivos países. A ellos les siguió, sin mucho éxito Manuel Zelaya. Mientras que desde la orilla les observaban Luiz Inácio Lula Da Silva y Néstor Kirchner.
Luis Ernesto Aparicio M.
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