Domingo 12 de junio de 2022

Cuando Sabino Arana nació en 1865 en Abando, Bilbao era una pequeña Villa que pasaría justo justo de los veinte mil habitantes. Su padre, D. Santiago, era un armador que se había involucrado apoyando al carlismo perdedor y había pagado las consecuencias de su compromiso en multas, amenazas y destierro, para él y su familia. Aquello lo vivió muy de cerca su hijo Sabino un joven carlista más hasta que paseando y discutiendo con su hermano Luis en los Jardines de Albia, cayó en la cuenta que el carlismo les había llevado a una derrota y a perder todo poder originario, los Fueros, mientras el genio civil y la identidad vasca se iban diluyendo en lo que ya era una provincia más de España. Ante aquello, escribe un librito, ”Bizkaia por su Independencia”, que despierta la curiosidad de los señorones de Bilbao que le invitan a una apari-merienda en el Txakolí de Larrazabal, cerca de la Basílica de Begoña, con el fin de que les explicara sus teorías. Eran mayoritariamente los llamados euskalerriakos, gente situada y poco amiga de aventuras que ante la lectura de las tesis de aquel joven de 28 años, unos le montaron la bronca, otros le aplaudieron y los más le pagaron con su indiferencia. Pero no captaron con quien se jugaban los cuartos. A los dos días sacó una hoja volandera, Bizkaitarra, al año siguiente creó una organización de convivencia y discusión como el Euskaldun Batzokija, ikurriña incluida y al siguiente el EAJ-PNV, como instrumento político con el fin de presentarse a las elecciones. Seguramente de haber tenido Internet y manejando las redes sociales, se hubiera hecho el amo en poco tiempo, pero en aquellos diez años hasta su muerte no cejó hasta crear la semilla de una organización que 126 años después sigue viva e incluso decide en una moción de censura que el presidente del gobierno español ha de irse a su casa.