Miércoles 31 de mayo de 2023
Recibo este comentario de Esnepel que me parece interesante y da en la diana:
“Humildemente recomendaría a los partidos analizar qué es lo que mueve a la abstención. No es buena noticia que con los temas que hay que arreglar, de tipo estructural y global, se esté dando una creciente desafección a la política, es decir, a lo público. La gente que no vota no lo hace por descuido, ni tan siquiera por castigo. Lo hace porque no le importa quien gane, ni quien decida, ni quien gobierne. Y en realidad sí está tomando una decisión política, aun sin saberlo, y además en contra de esa indiferencia que manifiesta: su abstención beneficia al que gana.
Pero con ser eso importante, más lo es el creciente desapego a temas por los que no se sienten concernidos: el progreso de su pueblo, el medio ambiente, la mejora en la calidad de vida, la educación de sus hijos y su futuro laboral, sus pensiones, el estado de la justicia…. Es, como dices, de memoria de almeja, el hundimiento económico que supuso la reforma laboral de Aznar y Zapatero, las actitudes en la pandemia de unos y otros, la disposición con las pensiones… No son lo mismo. No todos son iguales. Y los problemas, aun los individuales, se resuelven en lo público. ^Por ejemplo, ¿alguien de los millones de jubilados que han votado al PP en España, o peor, que se abstenido, cree que le va a subir alguien otra vez la pensión de acuerdo con la inflación?
El abstencionista tipo es una persona acrítica, cortoplacista y perezosa en sus decisiones y determinaciones, porque es ignorante de que sus conveniencias se cuecen en el poder al que está llamado a elegir. Los ideólogos de la derecha lo saben bien. Madrid y su comunidad son hoy de la derecha por una cerveza en libertad, mientras la izquierda es destructiva con el compañero de viaje, que al fin y al cabo es otra huida de lo público.
Y en Euskadi, también se vota para ganar al rival, como se anima al Athletic para ganar a la Real, o viceversa. Son las fuerzas en ejercicio de gobierno las que han recibido de lo lindo, pero por unas fuerzas de oposición sin un programa claro, no hay una ideología contrapuesta más que la ácida crítica, normalmente basada en «mantras» como la ilegitimidad del gobierno en Madrid y la privatización de los servicios aquí. Y el público compra «mantras» y vota castigando o premiando. Y al que no le gusta el futbol, pues no va.
Será necesario recuperar la conciencia crítica y la dimensión de lo público, en España nos jugamos muchas cosas. Y en Euskadi igual, sobre todo los dos partidos nacionalistas, que deben ir afrontando esa recuperación de lo público en la convergencia de posturas en el autogobierno. Será necesario, dada la marea de centralismo y uniformidad que se avecina.
Personalmente, yo no vería inconveniente en la obligatoriedad del voto. O por lo menos, necesario para acceder a subvenciones, becas, desgravaciones, puestos de trabajo público, y otros beneficios del hecho de vivir en sociedad.”
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