Domingo 7 de mayo de 2023
El Dr. Ricardo Franco es un médico vocacional. En Basurto le conocen hasta los ratones, si los hay, y en la profesión, todos los médicos ya que ha sido Presidente de la Academia. Además le gusta el teatro, ser intérprete, leer y opinar en cuanto foro le pida parecer. Y todo esto empanado en una bonhomía sensible tan necesaria y una estética con pajarita tan chic para ser un buen médico singular
Ante tanta huelga, pancarta, declaraciones en uno u otro sentido le preguntamos sobre lo que cuesta en esfuerzo llegar a ser un médico funcionario de la sanidad pública. Y es que lo que diga él, va a misa. Por eso y con su sinceridad característica nos escribió lo siguiente:
“Para adquirir la condición de médico funcionario de la sanidad pública en este país es preciso;
-Tener vocación
-Sacar la mejor nota de corte en la selectividad
-Hacer una carrera universitaria de 6 años,
-Un trabajo de fin de grado, equivalente a lo que antaño era la Tesina de Licenciatura.
-Una oposición muy dura y competitiva, llamada MIR.
-4-5 años de Especialidad (cuya elección está condicionada al puesto obtenido en el examen).
-Para conseguir un puesto de trabajo fijo, pasan muchos años de esfuerzo personal, para atesorar un currículum que les permita superar la OPE correspondiente.
-Cada peldaño en la consecución de un ascenso en la jerarquía profesional se hace por concurso.
-A parte de su jornada diaria, si su especialidad es hospitalaria, (habitualmente de 8 a 15 horas), realizan una guardia semanal durante un mínimo de 35 años, con un precio hora de guardia de 24,70 € brutos, con el que no se podría pagar la factura de las marisquerías que frecuentan algunos sindicalistas.
Guardias que no cotizan cara a la pensión de jubilación…pero cuyo montante, al término de su vida profesional, suponen cinco años y medio en horas “suplementarias” trabajadas;
-Son profesionales que, por cualquier razón de absentismo laboral, tienen que apechugar con la carga de trabajo de su compañero/ra, dadas las dificultades de encontrar sustitutos/as.
-Que tampoco tienen reconocido un coeficiente de reducción a la hora de fijar su edad de jubilación, como sí lo tienen otras profesiones, verbigracia: los marinos.
-Que cuando llegan a sus casas, tras una dura jornada de trabajo, deben seguir estudiando, redactando trabajos para publicar, o preparando un powerpoint para la sesión clínica docente del día siguiente.
Trilogía de funciones: asistir-enseñar-investigar de la que, normalmente, sólo cobran por la primera.
-Que diariamente están expuestos/dispuestos a que cualquier ciudadano les aborde, donde quiera que estén, y a cualquier hora (fuera de su puesto de trabajo) y les hagan una pregunta y/o consulta relacionada con su estado de salud.
El salario de todo el personal sanitario y de todos los trabajadores/as de los Servicios Públicos de Salud, no es ningún secreto.
Es más bien una de las tantas vergüenzas de este país.”
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