José Manuel Bujanda Arizmendi
A veces las luces cortas de la política inmediata dificultan mirar al horizonte a largo. Me permito pararme un rato y mirar desde mi atalaya particular y/o reflexionar sobre el devenir de la política. De eso que decimos obtener una fotografía no estática, sino dinámica, pero con un objetivo angular que abarque escenarios y tiempos varios. Bien. Estimo que estamos en tiempos de reflexión. Reconocer de dónde venimos, dónde estamos y dónde nos queremos ver a futuro. Recordemos. Los partidos nacionalistas de las naciones sin estado surgieron con el objetivo de defender los intereses de aquellos ciudadanos, ubicados en geografías concretas, con su historia, tradición, relaciones económicas y sociales, cultura y lengua propias que los configuraban como pertenecientes a realidades nacionales diferenciadas, pero no agraciados por los devenires muchas veces caprichosos de la evolución de las fronteras a lo largo de la historia. Ciudadanos que no percibían cómo sus particularidades, su voluntad de seguir siendo sujeto de ellas se canalizaba, socializaba, tomaba cuerpo y adquiría suficiente reconocimiento y respeto por parte del poder del estado en el cual estaban ubicados obligados por dichos caprichos de la historia. Estos partidos nacionalistas realmente se constituían como auténticos disidentes políticos activos en relación a la evolución de las fronteras que la historia dibujaba. Estos partidos nacionalistas de naciones sin estado cuestionaban formalmente supuestos intocables tabúes, como eran y son los propios ámbitos de decisión. ¿Quién decide el qué? Históricamente ha sido así, aunque ciertamente desde el nacionalismo vasco, desde el ser, sentir y accionar abertzale mantenemos intacta la esperanza de que la evolución democrática de esa historia política de las soberanías nacionales nos vaya en el futuro por caminos más fraternos y solidarios, de reajuste y adecuación.
Pero, reconozcamos, que es cierto también, para lo bueno y no tan bueno, que con el paso del tiempo no todo sigue igual. Casi nada sigue igual. Muchas cuestiones han cambiado. A mejor y a peor. Es obvio, y repetido, que la ciudadanía ha cambiado, la sociedad ha mutado, la estructura demográfica, social, económica y cultural no son las mismas. Las mutaciones en la composición y estructura del cuerpo electoral son enormes. incluso nos son desconocidas e impredecibles. Las circunstancias políticas mundiales y locales, incluso el propio entorno personal y social, próximo y lejano, del ciudadano definitivamente se han alterado, la globalización, los flujos de personas y migraciones, usos y costumbres, valores incluso, los intercambios interculturales, las condiciones de vida de las futuras sociedades generadas por el imparable progreso de las nuevas tecnologías nos deparan un futuro desconocido e incluso imprevisible, literalmente. Así los influjos de la nueva sociedad llamada global no ayudan muchas veces a explicar qué significa ser (un Partido) nacionalista como algo asumible y fácilmente comprensible por personas de procedencias diversas, pero también por oriundos que pueden llegar a considerar que la cuestión nacional, o bien está ya resuelta satisfactoria y básicamente, o bien, se trata de un tema no del todo prioritario en una escala de valores universales. Algo así como una cuestión parcialmente prescindible y no demasiado relevante o importante para los tiempos que corren. Vivimos ciertamente en un mundo de identidades compartidas, pertenencias múltiples, dependencias dispersas, de soberanías multi-compartidas complejas y a veces de perfiles borrosos e indetectables. Es mi opinión. Y así lo escribo y digo.
Ante esta muy cambiante y líquida realidad, los partidos nacionalistas, todos, deben seguir conectando con la nueva sociedad civil que ya se está gestando, y ello con códigos y referentes exportables, transmisibles por la ventana al mundo por los medios de comunicación y redes sociales modernos actuales. Y no hablo de renunciar a nada nuclear de lo programático, ni de variar nada de lo sustancial en la defensa y promoción de lo “local” ante lo global. Pero justamente por eso mismo, precisamente y exactamente por eso mismo, para defender mejor y ser más útiles a nuestra sociedad los nacionalistas vascos, los abertzales, los jeltzales, debemos continuar ocupando con iniciativa y audacia responsable la primera línea política. Seguir ganando la confianza mayoritaria del electorado vasco que en una parte nada despreciable no estaba “aquí” presente hace unos años. Los jóvenes. El nuevo electorado. El futuro. Se trata, de continuar canalizando los intereses e inquietudes de los nuevos ciudadanos de la nueva calle, de la nueva sociedad. Del hoy y del mañana que toca la puerta.
No es la primera vez que lo digo, ni será la última: de ahí la necesidad de un nacionalismo vasco progresista, abierto, ilusionante, centrado, de ciudadanos y ciudadanas, moderno, inclusivo, inteligente, que se construye a favor y no en contra. Un nacionalismo vasco vertebrador, tolerante, no excluyente, integrador, igualitario, de bienestar para todos, fraterno y afectivo. Un abertzalismo de rostro amable y humano que proclame un sí rotundo a la vida, al diálogo, al respeto entre dispares y que niegue el no, la muerte, el insulto, la confrontación por la confrontación y la incomunicación entre personas y colectivos. Un nacionalismo vasco que rechace todo fanatismo, porque, y esto lo considero muy importante, no hay nada más absurdo, incluso idiota e inútil que aquel que después de olvidar de donde parte y a donde va se redobla ciego e ensimismado en sus estériles esfuerzos. La necesidad de un nacionalismo vasco vigilante de lo propio pero siendo consciente también de que no existe posibilidad de preservar lo particular si no es asumiendo lo universal. Lo considero clave y central. Un nacionalismo vasco vigilante que se abre e incorpora a procesos de integración respetuosos con su propia idiosincrasia por dificultoso que resulte.
Nacimos como EAJ-PNV hace 128 años como agrupación de aquellos vascos que más allá de la no aceptación del despojo político-institucional practicado en Euskal Herria tras la abolición de los Fueros Vascos (por la fuerza de las armas y en nombre de la unidad de la nación española) afirmaron el ser nacional del Pueblo Vasco, proclamaron ante la historia su objetivo político, Euskadi, y se unieron para la consecución pacífica y democrática de los derechos políticos inherentes a tal condición. Hoy en pleno 2023 EAJ-PNV sigue erigiéndose como histórico eslabón en la ya larga y sinuosa cadena que conforma la historia de este Pueblo Vasco y su voluntad de seguir siéndolo. Un eslabón moderno, adecuado a los tiempos, formulado inteligentemente en clave de soberanía compartida cual concierto político bilateral. Respetuosa con la voluntad mayoritaria de la ciudadanía vasca. Sin imponer ni impedir.
Lo recuerdo, también una vez más: el 5 de marzo de 1.949, en plena dictadura franquista y en la más radical clandestinidad EAJ-PNV emitió una larga declaración: “El PNV proclama el derecho del Pueblo Vasco a expresar libremente su voluntad y a que su decisión sea considerada como la única fuente jurídica de su status político. Lo que entraña el deber correlativo de respetar ésa”. Los eslabones alargan la cadena, unen pasado, presente y futuro. Muchas veces lo he escrito, me reafirmo, creo que es importante hacerlo: somos un Pueblo pequeño pero una realidad en el conjunto del tablero político internacional y que ha pervivido a culturas mucho más poderosas y a civilizaciones que han dejado su huella como legado. No hemos perdido el pulso de la historia, y tras siglos de avatares continuamos siendo. Tenemos la conciencia y serena voluntad de querer seguir siendo. Es bueno no perder la(s) perspectiva(s).
Entendemos que Euskadi es una nación moderna con vocación de futuro. La voluntad política por la que surgió EAJ-PNV se revalida de nuevo hoy y aquí en la defensa y afirmación de una nación vasca abierta al mundo. El compromiso de sintonizar esa voluntad política con la ciudadanía vasca es el reto. Apasionante. Desconozco el devenir, o no, de la próxima investidura. Desconozco si habrá nuevas elecciones o no. Imposible adivinar los nombres que compondrán un nuevo gobierno de España. No lo sé. Pero si sé que EAJ-PNV estará “ahí” en la defensa de lo vasco y de Euskadi con las luces apropiadas en cada momento, compaginando y acoplando las cortas con las largas. Luces. Continuará.
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