Viernes 12 de enero de 2024
Primera Legislatura de la II República (1931-1933)
Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes. Número 27, 26 de agosto de 1931.
Ayer publiqué un post incompleto. Esther Uribarri me pidió la intervención del diputado Agirre en el Congreso, aquel famoso sobre derechas e izquierdas. Encontré solo una parte, pero Carlos Laraudogoitia me dijo que estaba completa la intervención en un libro editado por el Congreso, casualmente editado por este menda.
Un día de 2010 fui donde el presidente José Bono pidiéndole nos editara as intervenciones de Aguirre en el Congreso. Había una sección en el Departamento de Publicaciones y le pedí que editara en ella las intervenciones en el hemiciclo del líder del PNV. Me dijo que si y como había encontrado las actas de la Comisión de Estatutos presidida por Indalecio Prieto en 1936, siendo secretario Aguirre y estando en ella Calvo Sotelo consideré que era un material precioso, histórico y muy interesante.
Prologó el libro el presidente Bono y les pedí a los que habían sido portavoces en el Congreso, tras la muerte de Franco, una reflexión sobre el trabajo de Agirre de tal manera que Xabier Arzalluz, Marcos Vizcaya, Iñaki Anasagasti y Josu Erkoreka, escribieron sobre Aguirre y su tiempo como diputado en la República.
A esto le añadimos, transcritas del Diario de Sesiones del Congreso, únicamente las intervenciones en tribuna del diputado vasco y el Congreso editó el libro. A la jefa de publicaciones no le gustó la iniciativa y el libro está sin presentar. La idea era hacerlo en la sede de la Carrera de San Jerónimo, con Bono al frente y todos los portavoces. El PNV está en el Congreso desde 1917.
Al decirme Lauraudogoitia donde estaba lo que me interesaba, saqué el libro y publico esa primera parte. Téngase en cuenta que es de agosto de 1931 y el léxico y las alusiones obedecen a la época.
Aquí Agirre marca la ideología del PNV en aquellas Cortes republicanas donde declararse confesional era todo un mérito.
Esta fue la intervención del diputado vasco que tenía entonces 28 años.
El Sr. PRESIDENTE: El Sr. Aguirre tiene la palabra.
El Sr. AGUIRRE: Señores Diputados, para recoger afirmaciones vertidas ayer por el Sr. Ministro de la Gobernación, y además, para dar satisfacción, al mismo tiempo que al Sr. Ministro, a mí mismo, voy a hablar a la Cámara con entera sinceridad, con entera franqueza, como siempre suelo hacerlo y como considero que hoy es un deber.
En este momento, la representación del pueblo vasco no podía permanecer callada ante las afirmaciones vertidas ayer, como he dicho, por el Sr. Ministro de la Gobernación. En primer término, nos invitó, y me invitó personalmente, a que en la Cámara fe los Diputados tratara yo de esas “fantásticas banderas” a que aludiera citando, entre otras cosas, palabras mías pronunciadas en el mitin de Oyarzun. Pues bien, señor Ministro de la Gobernación; yo, que soy sincero, he de confesar mi afiliación política particular, sin que esto quiera decir que algunos de mis compañeros de minoría tengan esta misma afiliación. Yo estoy afiliado al partido nacionalista vasco, fundado por D. Sabino de Arana y Goiri. El partido nacionalista vasco tiene por lema dos palabras “Jaungoikoa eta Lagi-Zarra” (“Dios y ley vieja”).
Desde el momento en que la primera palabra alude a Dios, entendemos nosotros que nuestro partido es confesional, y en esta fraseología de derechas y de izquierdas, fraseología ridícula, nosotros tenemos una posición bien definida: catolicismo viril e integral, catolicismo de hombres, no sensiblería beata. Nosotros, en esta fraseología a que aludo, si es que “derecha” es ser opuesto a los avances legítimos de la democracia en contra de los poderes absolutos, si esto es ser derecha, nosotros somos izquierda. Si por derecha se entiende la consubstancialidad de la Religión con un régimen cualquiera y no independencia absoluta de los poderes eclesiásticos y civil, en sus materias respectivas, entonces también somos izquierda. Y así por derecha se entiende, en el orden social, oposición a los avances legítimos del proletariado, llegando incluso a la transformación absoluta del régimen presente, e incluso hasta donde no vais vosotros, en el terreno económico, si por eso se entiende derecha, también somos izquierda.
Ahora bien, si por izquierda se entiende el ir contra la familia, contra los sagrados principios de la iglesia católica, cuyas normas nosotros profesamos, entonces, en esa fraseología, que estimo ridícula, somos derecha. Yo os hablo con sinceridad. Y ahora, vamos al segundo término del tema: Ley vieja.
Para no hablar de memoria, os leeré palabras de las autoridades del partido a que pertenezco:
“Hoy más que nunca (dice en una declaración oficial la autoridad suprema del partido a que pertenezco), hoy, más que nunca, interesa al partido nacionalista vasco hacerlo constar así: En el orden político aspiramos a la soberanía plena de Euzkadi sobre sí misma”.
Señores Diputados, esta es la aspiración en el orden religioso y en el orden político del partido nacionalista vasco.
Ahora bien, el Diputado que tiene el honor de dirigiros la palabra, y que agradece de todo corazón la atención con la que le estáis escuchando, tiene un mandato concreto y determinado, que es común a todos sus compañeros, que es el Estatuto vasco, aprobado por los Municipios vascos en la magna Asamblea de Estella del 14 de junio del presente año. Pero vamos a los motivos de esta interpelación.
El Sr. Ministro de la Gobernación manifestó ayer que en el país vasco se pretende ir a la guerra civil; pero a continuación decía: ¿Qué vais a hacer, si el liberalismo de vuestra tierra no os lo va a permitir, ni tampoco la plutocracia bilbaína sobre todo?. Pues bien, si esto es así, Sr. Ministro de la Gobernación; si eso no puede ser, porque además yo le aseguro que no es; si esto no puede ser, Sr. Ministro de la Gobernación ¿a qué ese envío de tropas a Navarra y de cruceros a Bilbao, en especial uno de ellos, que con su nombre parece ha querido darnos una bofetada (lo digo con toda el alma Sr. Ministro de la Gobernación), con su nombre de “Libertad”, (Protestas de varios lados de la Cámara) ¡Libertad allí donde tantos periódicos se han suspendido!.
Señor Ministro de la Gobernación, lo que el pueblo vasco en estos momentos desea es paz y cordialidad, para discutir aquí, en buena armonía, el Estatuto que hemos de presentar y vuestra aprobación; esto es lo que el pueblo vasco desea en estos momentos.
Y vamos al Estatuto, brevemente, porque no es este el objeto de la interpelación. El Estatuto vasco, proclamado en Estella, se ha tildado de clerical y reaccionario; todas esas palabras las hemos oído abundantemente, y yo tengo que decir al Sr. Ministro de la Gobernación que su señoría no ha leído el Estatuto. Es cierto que una de las facultades que se reserva el pueblo vasco en este Estatuto es la de concordar directamente con la Santa Sede (Un Sr. Diputado: No es poco); pero lo que aquí se ha dicho de que nosotros vamos a negar todas las libertades individuales y que somos enemigos de que aquí se instauren las garantías de los derechos del hombre, eso es absolutamente falso. Para demostrarlo no hace falta más que recorrer las siguientes líneas de nuestro Estatuto, en el que están consignados expresa, terminantemente: “A estos efectos de declara -dice el principio fundamental- que quedan reservadas al Estado español, con respecto al Estatuto vasco, las siguientes materias:”
Seguía hablando. Este discurso quedó como una especie de programa en la República.
No fueron tiempos fáciles.
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